El Pays Taneka es una de las zonas que más nos gustó de nuestro viaje a Benín. Situado entre las ciudades de Djougou y Natitingou, este grupo étnico ha vivido refugiado en las montañas que reciben el nombre de Taneka durante miles de años con el fin de esconderse de los ataques de otras tribus, como el reino de Dahomey, que capturaban gente con el fin de venderlos como esclavos.
La región Taneka es una región preciosa, situada a unos 654 metros de altura, a una zona aislada que se llega a través de caminos de tierra y a donde podemos encontrar una África muy auténtica que se resiste a cambiar. Con casas de barro situadas bajo árboles milenarios que simbolizan el espíritu de sus antepasados, este grupo tribal formado por grupos heterogéneos de personas está regido por una monarquía de reyes y sacerdotes que toman las decisiones y protegen a los habitantes del Pays Taneka.
El Pays Taneka es una región donde viven aproximadamente unas 80.000 personas. De hecho, el nombre taneka tiene dos significados: por un lado significa «guerreros», por su resistencia ante los ataques de los invasores; y por otro lado significa «gente de piedras», enfatizando las características del territorio sobre el que nos encontramos. Las personas que han convivido hasta el día de hoy en estas montañas provienen de diferentes orígenes, pero siempre han convivido unidos debido a una forma de organización muy coral y monárquica.
Nosotros estuvimos en esta zona durante 2 días y pudimos tener la suerte de asistir al entierro de uno de los reyes del Pays Taneka. En África, la muerte se vive como una celebración de la vida y como el difunto había vivido muchos años, pudimos ver cómo se hacía una gran fiesta para celebrar su vida con conciertos, comidas para todos e, incluso, matando una vaca en agradecimiento a su presencia durante todos estos años.
Principalmente, el grupo tribal Taneka está formado por dos núcleos urbanos: el Taneka Beri y el Taneka Koko. Estos dos asentamientos están conectados entre ellos por una ruta de unos 45 minutos caminando recorriendo las montañas Taneka. Gracias a la presencia de diferentes cuevas y refugios, este grupo tribal ha podido establecerse y mantenerse en esta zona durante muchos años sin ser vistos por otros grupos de tribus enemigas. Sin embargo, actualmente debido a la falta de agua, electricidad, trabajo y a la modernidad muchos descendientes del Pays Taneka van a vivir a las ciudades y solo vuelven al pueblo en situaciones especiales.
Visitar el Pays Taneka es una parada obligatoria durante tu viaje a Benín para conocer de primera mano un pueblo que se caracteriza por una arquitectura propia de casas redondas de barro con techos de paja, y que ha sabido preservar la autenticidad de su cultura y los valores que han ido pasando de generación en generación. ¡Una visita que seguro que no te dejará indiferente!
La región de Taneka se encuentra situada al lado de la carretera principal RNIE3 que va de Djougou hacia el norte del país. Esta región se compone principalmente de dos núcleos: Taneka Beri y Taneka Koko.
Si viajas con transporte público y quieres llegar a Taneka Beri (como hicimos nosotros), la mejor manera para llegar será coger un autobús que hace la ruta hasta Djougou o Natitingou y que pare a Copargo. Copargo es una población en la carretera principal que está situada junto a la zona del Pays Taneka. El trayecto que nosotros hicimos con la empresa ATT de Cotonou a Djougou (paraba posteriormente a Copargo) nos costó, en mayo de 2022, 7.000 CFA por persona. El trayecto suele durar unas 6-8 horas aproximadamente. Si vienes de Natitingou, también busca un transporte público que te pueda llevar hasta Copargo.
Desde Copargo, ya estarás muy cerca de la zona donde se refugia el Pays Taneka. Nosotros cogimos unas motos que por caminos de tierra nos llevaron hasta el pueblo de Taneka Beri en un trayecto de unos 20 minutos. El coste fue de 500 CFA por persona y trayecto.
Si lo que quieres es llegar a Taneka Koko, será mucho mejor parar en la población de Fowa, situada en la carretera principal, y de allí coger un Zem que te lleve hasta Taneka Koko. Tanto Fowa como Copargo se encuentran en la carretera principal y, por lo tanto, cualquier autobús que venga de Natitingou, Abomey o Cotonou seguro que te podrá dejar allí.
Si viajas con tu propio transporte, tendrás que acceder a una de estas dos poblaciones (dependiendo del destino a donde vayas, si a Taneka Beri o a Taneka Koko) y luego coger un camino de tierra que te llevará hasta los pies de las colinas Taneka donde se refugia este grupo tribal tan mágico y especial.
¿Qué hacer en el Pays Taneka?
Nosotros dormimos dos noches en Pays Taneka y, después de nuestra experiencia, os recomendamos que también os quedéis a dormir en algunos de los pocos alojamientos que tienen. Mucha gente hace una visita de una tarde, pero creemos que es bonito intentar conversar con la gente y descubrir este entorno tan auténtico de una forma más pausada y tranquila. Las principales actividades que recomendamos hacer allí para poder conocer el Pays Taneka son:
– Pasear por el pueblo de Taneka Beri
Taneka Beri es una población que nos tiene el corazón robado. Fue nuestro campo base durante los 3 días que estuvimos descubriendo el Pays Taneka y se trata de un lugar muy hospitalario, que se encuentra situado justo en la ladera de las montañas Taneka y que destaca por sus casas de una arquitectura muy especial.
Pasear por Taneka Beri es caminar entre casas bajas y redondas de barro y techos de paja en forma de cono. Pasear por Taneka Beri es también ver árboles inmensos situados justo al lado de las casas. Pasear por Taneka Beri es también sentarse en alguna raíz del árbol y ver cómo la gente hace vida en este lugar tan especial. Pasear por Taneka Beri es muy agradable y bonito. Pasear por Taneka Beri es descubrir nuevas culturas. Y pasear por Taneka Beri es de las mejores cosas que puedes hacer con el fin de interactuar con la gente local (intenta aprender alguna palabra de su idioma, el yom) y tener una magnífica experiencia en este lugar tan auténtico de África.
Ten en cuenta que allí la gente hace vida, y por lo tanto, Taneka Beri no es un circo donde puedas tirar fotografías sin pedir permiso. Ellos te abren las puertas de su casa y es muy importante respetarlo. Dialoga con ellos, juega, pregunta e interactúa para poder tener la confianza necesaria y tomar, si quieres, fotografías. Nosotros, como nos quedamos a dormir abajo en el albergue comunitario que lleva en Latif, aprendimos cuatro palabras de su idioma y con ello bastante gente nos invitó a asentarnos en sus patios para dialogar con ellos.
Además, tuvimos la suerte de que aquellos días celebraban el entierro de uno de los reyes y, por tanto, había mucha gente en el pueblo e hicieron una gran fiesta y matar una vaca en honor a la vida de aquella persona. Éramos los únicos forasteros allí, pero nos sentimos totalmente como en casa pasando toda la tarde sentados en un sendero donde había diferentes paradas ambulantes y observando cómo la gente se reunía, reía y vivía en aquel lugar tan característico.
Taneka Beri ha sabido preservar la autenticidad de su cultura, su arquitectura (como los Tata Somba, si queréis conocer este grupo de Benín y Togo clica aquí) y los valores que antiguamente defendían sus antepasados; y aunque cada vez va quedando menos gente que vive allí, para nosotros fue una de las mejores experiencias durante nuestro viaje a Benín.
– Descubrir el pueblo de Taneka Koko
Justo al otro lado de montaña de Taneka Beri encontramos el otro núcleo del Pays Taneka, conocido como Taneka Koko. Aquí ya encontramos casas más modernas, hechas de uralita y quizás no es tan místico como Taneka Beri, que se encuentra situado en medio de árboles inmensos. De todas maneras, es el núcleo más grande y uno de los más visitados ya que es donde se encuentra la sede de la monarquía Taneka.
En Taneka Koko pudimos conocer a uno de los chamanes, que junto con los reyes, son los dirigentes de la tribu y los que toman las decisiones de forma comunitaria. Aún hoy, estos curanderos van vestidos de forma tradicional con una gorra de rafia llevando el cuerpo medio desnudo y sólo tapado por sencillas fundas de piel de animal que hacen de taparrabos. Además, todo el día fuman una pipa para comunicarse con sus antepasados y poder conjurar en el día a día de la comunidad. Cada chamán se encarga de una cuestión concreta y, hoy en día, todavía son muchos los que confían en su intercesión.
Además, la población del Pays Taneka se caracteriza por una capacidad intrínseca de vivir en comunidad (a pesar de los orígenes diversos) y una vida que gira en torno a la agricultura. Por este motivo, seguramente en Taneka Koko podrás probar algunas de las bebidas alcohólicas locales que hacen como la cerveza artesana que es muy diferente a las cervezas que estamos acostumbrados aquí en Europa.
Taneka Koko es una de las poblaciones más importantes del Pays Taneka donde intentan sobreponerse a diferentes problemas como el éxodo de muchos de sus habitantes que van a vivir a otras regiones con el fin de vivir en lugares donde tengan acceso al agua y ganarse mejor la vida que en las montañas de Taneka.
– Hacer el recorrido entre Taneka Koko y Taneka Beri para las montañas y descubrir algunas cuevas donde se refugiaba la gente
Si quieres visitar las dos poblaciones principales del Pays Taneka, podrás conectarlas entre ellas a través de un camino de montaña de unos 45 minutos sin mucho desnivel y que atraviesa las montañas Taneka.
Nosotros hicimos este trayecto con Samadu, un chico muy majo, que nos cobró 3.000 CFA por persona. Era un recorrido circular, aunque él después se quedó en Taneka Koko y no volvió con nosotros. Durante el trayecto, pudimos observar pequeños campos agrícolas y algunas señales animistas como amuletos en los árboles. Si queréis contactar con él, podéis llamarlo al +22997555925.
Además, durante el recorrido podrás acceder a algunas de las cuevas donde se refugiaba la gente Taneka y ver un árbol mágico donde las chicas se acercan a ellas con el fin de pedir fertilidad para engendrar una nueva vida. La gruta más conocida es la que se conoce como Fénèhou. Desde allí, el pueblo de Taneka Koko ya queda a poca distancia.
Dice la leyenda que las tribus enemigas cogieron miedo a la gente del Pays Taneka porque creían que tenían poderes mágicos y desaparecían de la nada. Como no los encontraban pensaban que era una cuestión de los espíritus que los hacía invisibles. En realidad, sin embargo, estos se escondían rápidamente en la cueva sagrada que visitamos y allí se refugiaban de la captura de sus enemigos.
– Maravillarse de la historia y el funcionamiento jerárquico de este grupo tribal
El Pays Taneka es un grupo donde actualmente conviven personas de origen étnicos diferentes. Por ejemplo, encontramos a los kabye, originarios de estas tierras, o también a los bariba, originarios de Nigeria, y a los gourmantché que llegaron a la zona de Pays Taneka huyendo de epidemias y ataques de tribus enemigas. Allí, se refugiaron junto con los kabye formando lo que, hasta hoy, conocemos como Pays Taneka.
Las diferencias entre estos tres subgrupos las puedes encontrar, por ejemplo, con las escarificaciones o la religión. Los kabye se caracterizan por llevar dos pequeñas escarificaciones en el rostro y son animistas; mientras que los bariba tienen un corte vertical a un lado de la cara y son musulmanes. Los gourmantché también creen en la religión islámica y, en cuanto a las escarificaciones, las mujeres llevan cuatro en la cara mientras que los hombres sólo tres. Hoy en día, tal y como pasaba con el grupo Holi (si queréis saber más, podéis clicar aquí), entre la juventud cada vez hay más reticencia a llevar estas escarificaciones.
A nivel jerárquico, el Pays Taneka está gobernado por reyes (conocidos como sawa) que son de origen bariba y que se encargan de tomar las decisiones por el pueblo. Estos son escogidos por una asamblea de personas mayores que vive en el pueblo. Junto al rey hay diferentes dignatarios como los tung-te (que serían como si fueran los alcaldes), que son de la etnia kabye, y que son los encargados de asignar la tierra a las diferentes familias. Esta tierra la conservarán toda la vida. Los tung-te también participan en la elección del nuevo rey y en las decisiones más importantes para la comunidad Taneka. Finalmente, junto a estos líderes políticos, destacan los sacerdotes animistas o curanderos, una especie de líder espiritual que se reconoce fácilmente por su vestimenta y que se encarga de interceder con los antepasados para encontrar soluciones a diferentes aspectos que puedan afectar a la gente del Pays Taneka como la procreación, la muerte, la agricultura, la tradición…
La tradición animista está muy presente en esta comunidad. De hecho, cada 5 años tiene lugar una celebración única conocida como el Ritual del Paso, donde los niños dan el paso hacia la vida adulta. Por este motivo, todas las familias de origen Taneka que viven en las ciudades vuelven al pueblo por unos días, sacrifican animales y hacen una gran fiesta para celebrar este ritual.
¿Dónde dormir en el Pays Taneka?
Si te quieres quedar a dormir en el Pays Taneka y conocer de cerca a la gente de Taneka Beri, el único alojamiento que encontrarás será:
– Foundation Taneka Beri: Este alojamiento gestionado por la comunidad de Taneka Beri y dirigido por Latif fue nuestro campo base durante la visita a Pays Taneka. Está situado justo debajo del pueblo y consta de diferentes habitaciones en cabañas que disponen de cama y mosquitera. No esperes un gran lujo, pero sí encontrarás una enorme hospitalidad en un entorno fantástico. Además, te podrán cocinar si necesitas comida y te podrán organizar diferentes actividades a unos precios increíbles. Un lugar muy bonito con una relación calidad-precio perfecto. Si queréis contactar con ellos, podéis escribir directamente al Whatsapp de Latif que es el +229 97 05 50 70.
Nuestra ruta
DIA 1: Nos despertábamos por última vez en Cotonou, la principal ciudad de Benín. Después de muchos días de estancia en el Haie Vive, nuestro campamento base durante nuestra visita al sur de Benín, tocaba seguir avanzando durante nuestro año sabático por el continente africano. Desde allí, habíamos podido descubrir lugares únicos como Ganvié, conocida como la Venecia africana o Grand Popo, una zona de playas paradisíacas y una desembocadura impresionante. También habíamos conocido la trágica historia de los esclavos en Ouidah. Además, habíamos viajado con Euloge para descubrir Abomey y las tradiciones vudú y conocer diferentes grupos étnicos del sur del país. Y también habíamos tenido la gran suerte de recibir la visita de la Xoli que nos acompañó durante nuestro recorrido por esta parte del país.
Ahora tocaba hacer las mochilas de nuevo e ir dirección al norte, en la zona de Djougou, donde nos esperaba una visita muy especial: el Pays Taneka. Nos marchamos muy temprano del alojamiento con una moto que por 250 CFA por persona nos llevó hasta la estación del ATT de Wologuèdè. La ATT era la empresa de autobús con la que viajaríamos durante unas 8 horas y que nos llevaría de Cotonou a Copargo.
Al ser un trayecto de larga distancia, no podían subir más personas de las permitidas. Por lo tanto, nos asegurábamos de tener un asiento para pasar aquella larga jornada en la carretera. Tardamos un buen rato para salir de Cotonou, con innumerables motos que circulaban a derecha e izquierda, y luego ya enfilamos dirección a Bohicon, nuestra primera parada.
Cada parada que hacíamos en el trayecto significaba la apertura de un mercadillo justo en la puerta del autobús. Mujeres, niños y hombres que, con los brazos alargados, ofrecían cacahuetes, agua, refrescos, cargadores de móvil, maíz, palomitas… a cambio de unas monedas. Mucha gente del autobús aprovechaba para ir al lavabo o para comprar algo para comer y así poder afrontar la siguiente etapa del viaje en buenas condiciones.
En el autobús teníamos una pantalla de televisión que retransmitía una serie africana (de origen nigeriano nos dijeron) sobre una vida en familia tradicional, donde las mujeres se encargaban de los trabajos del hogar y se enfadaban constantemente con los hombres, a quienes acusaban de gandules y de no saber hacer nada. A pesar de no entender el idioma con el que estaba, los gestos de los actores y las actrices nos hacían sacar más de una sonrisa, como al resto de los pasajeros del autobús.
Sin casi darnos cuenta, después de mirar esta serie, ver desde la ventana cómo el paisaje se iba convirtiendo más rural y durmiendo intermitentemente, llegamos a Djougou. Allí, el conductor del autobús nos informó que también paraba en Copargo, el destino que nos había informado previamente en Latif por Whatsapp, así que aprovechamos que ya estábamos en el lugar para continuar el trayecto durante unos 20 minutos más hasta llegar a nuestro destino final.
Teníamos ya el culo cuadrado después de llevar más de siete horas asentado en unos asientos de un autobús, pero por fin ya estábamos más cerca de nuestro destino final. Una vez bajamos a la estación de Copargo, algunos jóvenes se acercaron para negociar el importe del trayecto hasta nuestro destino final: el Pays Taneka. Para ellos, era muy fácil acertar el destino porque dos blancos en Copargo tienen muchísimas probabilidades de ir a visitar uno de los grupos tribales más bonitos pero a la vez desconocidos y poco visitados de Benín.
Tuvimos suerte de que Latif previamente nos había informado del precio, así que los jóvenes poco tenían que hacer con nosotros. Así, pues, cogimos dos motocicletas y en un trayecto de unos 20 minutos fuimos hasta Taneka Beri, el pueblo de Latif. El trayecto fue muy bonito, pasando entre campos agrícolas y acercándonos hacia unas montañas que eran como pequeñas colinas y que se conocían con el nombre de Taneka.
Llegamos a la ladera de la montaña y allí nos esperaba en Latif. Éramos los únicos clientes y, después de formalizar todo el tema de registro del pasaporte, hacer el pago y aprender algunas palabras en yom, fuimos a descansar a lo que sería nuestra habitación durante dos noches. Era una habitación amplia situada en una cabaña de forma redonda. De hecho, toda la cabaña era nuestra habitación y allí, pudimos descansar un rato, antes de ir a descubrir el entorno a donde nos encontrábamos.
Por la tarde, caminamos por una ascensión pronunciada que iba de nuestro alojamiento hacia un cerro donde se veían muchos árboles. Empezamos a subir y nuestra sorpresa fue cuando empezamos a ver las diferentes viviendas características de Taneka Beri, unas cabañas de barro pequeñas y bajitas con techo de paja que se encontraban esparcidas por aquel pequeño espacio junto a los árboles y en diferentes niveles. Era una mezcla de misticismo y sencillez con una arquitectura única que nos hacía sentir muy afortunados.
Fuimos caminando por las diferentes calles (que, más bien, eran senderos) y saludando con lo poco que habíamos aprendido de yom a la gente local. Todo el mundo ya nos tenía vistos porque éramos los dos únicos blancos de toda la zona. Una familia nos invitó a sentarse en la entrada de su casa mientras hablábamos con las mujeres que no hacían nada más que reír. Más allá, había un vinilo muy grande clavado en una pared con la cara de una persona que, más adelante supimos, era uno de los reyes del Pays Taneka. El rey Adjenin había muerto el 17 de Mayo y todo el pueblo estaba preparando su fiesta de despedida que, por tradición, se hacía al séptimo día de su entierro. Nos enseñaron la puerta de su casa y pudimos ver cómo las mujeres iban preparando la comida de lo que sería una comida comunitaria para todo el pueblo.
El día ya se iba apagando pero todavía teníamos en nuestra retina la bella imagen de Taneka Beri, con las casas de barro situadas junto a altos árboles de corteza gruesa, pequeñas hogueras que se encendían en cada hogar y reuniones improvisadas entre la gente local que se preparaba para una gran fiesta: el agradecimiento por la vida vivida de este rey.
Volvimos caminando hacia nuestro alojamiento donde nos prepararon una buena cena y fuimos a descansar después de un día largo de trayecto. Un trayecto que había valido mucho la pena porque estábamos en un lugar, que a pesar de la modernidad, se resistía a cambiar. Nos pusimos en la cama pensando en las diferentes culturas que cohabitan en el planeta y, con los ruidos de los roedores que hacían una buena fiesta en el techo de nuestra habitación, nuestros ojos se fueron cerrando poco a poco…
DIA 2: De pronto, el ruido de unas motos nos despertaron. Como era muy difícil llegar hasta arriba de Taneka Beri, muchos se esperaban en la zona del alojamiento para viajar hasta Copargo o Djougou. Vivir en el Pays Taneka puede ser muy idílico pero también es muy difícil para la gente local. Sin ninguna red de agua y electricidad, vivir no es fácil. Además, la falta de trabajo provocaba que mucha gente originaria de allí emigrara hacia los pueblos o a las ciudades con el fin de encontrar un sueldo y una manera de ganarse la vida.
Latif ya rondaba por allí. De estatura pequeña, este hombre que tenía siempre una media sonrisa dibujada en la cara y que mostraba una dosis de calma increíble, nos explicó qué podíamos hacer durante ese día con el fin de descubrir más cosas sobre el Pays Taneka. Nos comentó que podíamos ir caminando hasta Taneka Koko si queríamos, pero que él no nos podía acompañar porque tenía mucho trabajo. Nos comentó que con nosotros podía venir en Samadu, que venía de Taneka Koko, así que mientras lo esperábamos decidimos ir a decir buen día al pueblo de Taneka Beri.
Así, pues, volvimos a visitar el pueblo Taneka Beri viendo las rutinas diarias de muchos hogares: lavar los utensilios del día anterior, barrer el patio de la casa, despertar a los niños de la casa y empezar un nuevo día en la ladera de aquella montaña.
Bajamos hacia el alojamiento y al cabo de poco, llegó en Samadu, un chico joven Taneka que hablaba francés y que nos acompañaría hasta Taneka Koko para conocer la población donde encontramos la sede de la monarquía del país. Dejamos atrás Taneka Beri y empezamos a adentrarnos en la vegetación siguiendo los pasos rápidos de Samadu. Avanzábamos por encima de la montaña dirección al oeste y pasábamos junto a diferentes trozos de tierra cultivados, donde vimos a la gente arremangada sacando malas hierbas y cuidando su agricultura.
Desde arriba, podíamos observar la inmensa llanura de la región de Djougou delante nuestro. No nos extraña que esta montaña fuera un lugar idóneo para ver desde dónde venían las tribus enemigas y refugiarse para no ser capturados. Entramos por un pequeño bosque hasta que en Samadu nos explicó que ahora nos acercábamos a uno de los lugares sagrados más importantes para la gente del Pays Taneka: el lugar de refugio de la población Taneka durante el reinado de la tribu Dahomey o los Ashanti.
Antes de llegar a la cueva, un pequeño árbol decorado con simbología animista (amuletos de animales, plumas, cordeles…) nos indicaba que era un lugar donde muchas mujeres iban para pedir fertilidad a los espíritus. Y, un poco más arriba del árbol, pudimos ver una pequeña brecha entre las montañas. Estábamos en Fénèhou, la cueva sagrada del Pays Taneka.
Samadu nos explicó que este lugar lo descubrió una mujer que estaba buscando agua. Sintió su nombre desde la montaña y allí encontró una cueva ideal para esconderse de las tribus enemigas que los venían a buscar como esclavos. Por ello, esta cueva tenía un sentido muy especial para toda la población local. Sin este escondite, quizás este pueblo hubiera desaparecido y muchos hubieran marchado en un viaje sin retorno como esclavos.
Después de entrar al inicio de la cueva, prosiguimos nuestra ruta hasta llegar a Taneka Koko. Este pueblo se veía más grande y moderno que Taneka Beri, al menos en lo que respecta a la arquitectura ya que encontramos muchas casas con techo de uralita. Era un núcleo situado al otro lado de la montaña donde se veía más movimiento.
Ya solo de llegar vimos a diferentes niños que corrían a atraparse con un tronco en la mano que usaban como volante. De repente, justo después de pasar una pequeña casa rectangular de barro, Samadu saludó a una mujer que nos invitó a beber un vaso de cerveza artesana que hacían ellos en casa. La zona del Pays Taneka es una zona agrícola donde predomina el mijo, cereal a través del cual hacen la cerveza que estábamos probando.
Continuamos nuestra ruta hasta que llegamos a la casa donde vivía Samadu y su familia. Se les veía una familia muy sencilla y risueña que intentaban vivir en aquel pueblo y ganarse la vida. Estuvimos charlando un rato con ellos sobre el futuro de su pueblo e hicimos una fotografía para inmortalizar esa hospitalidad.
Después, fuimos a ver una de las figuras más importantes de la tradición Taneka: el chamán. Llegamos hasta una casa tradicional (como las que estábamos acostumbrados a ver a Taneka Beri) y allí había una persona de edad avanzada que iba con el torso desnudo y un taparrabos. Fumaba una pipa que le servía para comunicarse con sus antepasados. Cada chamán tenía una función concreta y aquel hombre que habíamos ido a ver se encargaba de hacer de mediador en todos los temas relacionados con la agricultura. La tradición ha llegado hasta el día de hoy y estas figuras son muy respetadas en la cultura del Pays Taneka.
Nos despedimos del chamán, a quien caímos muy simpáticos, y dimos una vuelta por Taneka Koko donde vimos muchas más construcciones que en su vecina Taneka Beri. Allí, nos despedimos de Samadu que nos había acompañado durante todo ese trayecto y que nos indicó el camino de vuelta. No tenía pérdida. Cogiendo aquel pequeño sendero volveríamos a parar a Taneka Beri, esta vez entrando por detrás, justo en la otra punta de donde teníamos el alojamiento.
Hicimos el trayecto de vuelta comentando la singularidad de esta zona tan especial de Benín, hasta que llegamos de nuevo a las casas de arquitectura tradicional. Estábamos llegando a Taneka Beri y el pueblo estaba lleno de gente. Nos sentamos al lado de un árbol, cerca de unos hombres que charlaban sentados sobre las raíces de un árbol, un chico que aprovechaba para descansar estirado en el suelo y dos niñas que nos miraban curiosas con una dulce risa. Nos sentíamos observados pero la gente allí era muy hospitalaria.
Al cabo de un rato de haber descansado, avanzamos hacia la casa del rey que había muerto y allí encontramos una vaca casi descuartizada. Estaban sacrificando al animal con el fin de celebrar la fiesta de la despedida y repartir toda la carne entre los habitantes del pueblo como símbolo de alegría por la vida que había representado aquel rey. Algunas mujeres calentaban unas ollas bien grandes sobre un fuego mientras la vaca estaba degollada en el suelo.
Volvimos al alojamiento y nuestra sorpresa fue ver a unos músicos locales que llevaban un pequeño instrumento de cuerda y en Latif que estaba bien enfaenado colocando sillas blancas de plástico. Ya os lo he dicho este mañana que hoy me esperaba un día largo, nos dijo. Resulta que a la hora de comer se celebraba una gran fiesta en nuestro alojamiento: la fiesta de la despedida del rey.
Empezó a llegar gente y nos sentamos unas filas más allá para observar el concierto. Después, unas mujeres cogieron platos, les empezaron a llenar de comida y los fueron pasando para que toda la gente que estaba allí reunida tuviera comida. Había quienes venían con las mejores galas. Otros tenían el coche allí aparcado porque venían de la ciudad… ¡Era el inicio de una gran fiesta!
Después de comer, comenzó a sonar música y se formó una pista de baile improvisada bajo la cabaña que era el comedor de nuestro alojamiento. Allí, muchos hombres bebían cerveza y gritaban eufóricos, mientras nos preguntaban que hacíamos allí. Después de hacer algún juego de manos y reír un rato juntos, nos invitaron a bailar. Estaban expectantes de ver cómo bailaban los blancos y la verdad es que no defraudamos.
Es cierto que nunca igualaremos el estilo de cómo iban vestidos (con ropa de colores y vestidos largos) ni tampoco de cómo bailaban (con un ritmo en el cuerpo alucinante). Pero sí tuvimos la gran suerte de coincidir con aquella fiesta y podernos hacer fotos con princesas de la realeza y vivir de primera mano aquella festividad local.
Por la tarde, la gente que vivía en la ciudad fue marchando y nosotros fuimos otra vez hacia arriba de Taneka Beri a ver el ambiente que se respiraba. Nos sentamos junto a una parada pequeña de comida, donde había otra gente que pasaba la tarde. Nos aburrimos haciendo pasar el rato, una tarea que en estos lugares es muy agradecida de hacer porque siempre tienes cosas que observar. Por ejemplo, pudimos ver como una mujer se enfadaba con una niña que debería tener unos 4-5 años porque se estaba haciendo tarde y no volvía hacia casa; o como unos niños querían jugar con nosotros poniendo en práctica juegos de manos que habíamos enseñado durante nuestra estancia allí…
Ya se abrían algunas hogueras y el día se acababa en las montañas Taneka. Nos despedimos por última vez de este pueblo tan especial con la imagen de la gente alrededor del fuego cantando y explicando historias, junto a unas casas de barro empequeñecidas bajo los grandes árboles milenarios que resguardaban a la gente del Pays Taneka. Un lugar que se resiste a cambiar. Un lugar fiel a sus tradiciones.
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