Ouidah es una de las ciudades que tiene más historia de Benín. De un ambiente relajado y tranquilo, allí encontramos una gran historia cultural que explora todo lo relacionado con el vudú y la historia de los primeros habitantes de este país. Sin embargo, esta ciudad también tiene una historia negra al convertirse en uno de los principales puntos de salida de esclavos del continente africano durante el apogeo de envíos de mano de obra barata hacia el Nuevo Mundo de la mano de los colonizadores.
En Ouidah podrás visitar la parte final de trayecto que hacían los esclavos cuando eran vendidos por mercaderes y embarcados en barcos desde la puerta del no retorno. Este lugar está cargado de simbolismo ya que muestra la crueldad en que eran tratados los esclavos. Actualmente, en el año 2022 estaban realizando diferentes obras de reconstrucción para hacer un recorrido con el fin de conocer los diferentes puntos que fueron testigo de una de las etapas más tristes del continente africano y que, hoy en día, tiene el objetivo de mantener viva esta historia para no repetirla nunca más.
Ouidah también es considerada la capital cultural del vudú. Por eso, si visitas el país durante los primeros días del año no te puedes perder su festival donde podrás adentrarte en una de las religiones más misteriosa y a la vez desconocida. Si no vas durante el festival, piensa que también podrás visitar el bosque sagrado para entender la relación entre la naturaleza y las divinidades del vudú, y visitar el templo de los pitones; aunque nosotros no fuimos ya que lo considerábamos como un «circo».
Ouidah también es ciudad de museos. Si tienes tiempo y curiosidad, allí podrás visitar el Museo de Historia de Ouidah, situado en el antiguo fuerte portugués de Sao Joao Baptista de Ayuda y que es un claro ejemplo de la presencia portuguesa en la batuta de esta ciudad. También podrás conocer otros proyectos como la Fundación Zinsou (también presente en Cotonou) donde podrás descubrir arte contemporáneo africano y esculturas africanas de artistas locales.
La tranquilidad de la ciudad, con calles anchas, pocos edificios altos y situado cerca del mar, convierten este lugar situado cerca de primera línea de mar como un lugar ideal para desconectar del bullicio de Cotonou y conocer los rincones históricos de la costa conocida como la Costa de los Esclavos. Una historia desgraciadamente triste y por donde pasaron millones de esclavos africanos.
¿Cómo llegar?
Ouidah se encuentra situada a 40 kilómetros de Cotonou, dirección a Togo. La carretera de la costa pasa por esta ciudad. Para llegar con transporte público, podrás coger un taxi desde el Etoile Rouge de Cotonou. El trayecto dura alrededor de 1 hora, aunque dependerá mucho del tráfico que puedas encontrar en la zona del estadio del Amitié.
Los taxis que hacen el trayecto hacia Ouidah suelen continuar su recorrido hasta Grand Popo. Por lo tanto, es probable que te dejen al lado de la carretera principal y de allí podrás ir hacia el centro de la ciudad caminando durante un buen rato o cogiendo una moto-taxi por un precio que tendrás que negociar.
¿Qué hacer en Ouidah?
Ouidah es una de las ciudades que recibe más turistas de Benín. Nosotros recomendamos las siguientes actividades:
– Visitar la Puerta del No-Retorno y conocer la ruta que hacían los esclavos antes de abandonar África
Agbodrafo en Togo, Stone Town en Zanzíbar, Beira en Mozambique, Cape Coast en Ghana u Ouidah en Benín tienen en común que son poblaciones situadas en la costa del océano desde donde partieron, entre los siglos XVII y XIX, millones de africanos que fueron esclavizados a trabajar en las nuevas plantaciones que habían descubierto en el Nuevo Mundo. La necesidad de mano de obra barata y el control del continente africano por grandes potencias europeas provocó que éstas utilizaran los diferentes grupos tribales para enfrentarlos entre ellos y capturar personas y comercializarlas como esclavos.
Ouidah, además, destaca por el monumento de la Puerta del No Retorno, una puerta inmensa situada justo en primera línea de mar, construida por los europeos en el siglo XVII, y desde donde marchaban todos los esclavos para abandonar definitivamente el continente, su tierra y todos sus seres queridos. Cuando cruzaban la puerta, significaba que se embarcaban hacia un destino desconocido en unas condiciones paupérrimas y que no retornarían más a su casa, en África.
Hoy en día, el gobierno está potenciando turísticamente este lugar con un recorrido por lo que representa las diferentes partes que pasaban los esclavos antes de embarcarse. De esta manera, aparte de conseguir atraer turistas, también mantiene viva la memoria histórica de uno de los episodios más oscuros del continente.
Los esclavos de Ouidah provenían principalmente del interior de diferentes países del Golfo de Guinea, como Nigeria, Burkina, Togo, Benín… Después de días y meses caminando en condiciones infrahumanas, llegaban a Ouidah, y de ahí comenzaban el siguiente recorrido:
1.- Plaza Tchatcha: Aquí es a donde llegaban todos los esclavos y se hacía una subasta entre los compradores como si fueran una mercancía. Los hacían caminar, valoraban su fuerza, su destreza y si era una persona fuerte valía más dinero que una persona que estaba enferma o tosía, que no valía nada y, muchas veces, abandonaban. En el centro de la plaza, hay un árbol que se plantó en 1747 por un rey Dahomey y donde ligaban los esclavos por las piernas para que no se escaparan y para poder ser mostrados a los compradores que querían llevar mano de obra barata hacia el Nuevo Mundo. Una vez que los esclavos eran comprados, éstos eran marcados con fuego en la espalda para identificarlos. Si este árbol pudiera hablar, seguro que nos explicaría la peor tragedia que hemos escuchado nunca.
2.- El árbol del olvido: Una vez que los esclavos eran seleccionados en la plaza, estos caminaban dirección al mar. Durante el trayecto, llegaban a un árbol donde la historia dice que los esclavos estaban obligados a dar 9 vueltas al árbol con la intención de borrar todos sus recuerdos y sus orígenes.
3.- Casa Zamai: Después de borrar cada historia personal humana, los esclavos esperaban en diferentes viviendas como la casa Zamai, donde estaban cerrados, sin luz, sin alimentos y en unas condiciones horribles. Eran personas indignas a la espera de que llegara el barco que los llevara hacia su destino final.
4.- Fosa común: Aquellos que sobrevivían a las condiciones infrahumanas del comercio de esclavos avanzaban dirección a la puerta del no retorno, pero también había muchos que no aguantaban las condiciones. Estos, como eran considerados esclavos no aptos, los apartaban y los dejaban en una fosa donde vivirían su último aliento. Británicos, portugueses y franceses fueron los principales comerciantes de esclavos. Estos compraban esclavos en el Reino de Dahomey. Los esclavos eran principalmente grupos tribales enemigos del Reino y los vendían a cambio de armas o productos.
5.- El árbol del no retorno: Aquí, en contraposición al árbol del olvido, los esclavos caminaban tres veces alrededor del árbol para pedir que, una vez muertos, sus almas regresaran a África. Su cuerpo no volverían a ver nunca más África, pero sus almas podrían volver a su casa, en el continente del que nunca tenían que haber marchado como esclavos.
6.- La puerta del no retorno: Aquellos esclavos que conseguían sobrevivir a todo el recorrido llegaban a la playa de Ouidah. Allí, cruzaban por una puerta y eran embarcados directamente en los barcos que los llevarían hacia el Nuevo Mundo. Según las pocas estadísticas que tenemos, uno de cada tres esclavos moría en el mar. Cruzar la puerta del no retorno era de un simbolismo muy importante. Aquellos esclavos africanos que habían olvidado toda su historia en el árbol del olvido, dejaban ahora atrás para siempre el continente africano para no volver nunca más. Hoy en día, esta puerta es un recuerdo de millones de vidas indignas que sufrieron por los intereses de los colonizadores europeos. Es un lugar con mucho significado no sólo para turistas como nosotros, sino también para mucha gente local que tienen antepasados que les tocó pasar, trágicamente, por la puerta de no retorno.
Este recorrido lo puedes hacer sin guía, aunque sí necesitarás una moto ya que el total de todas las etapas es de unos cuatro kilómetros en línea recta. Nosotros, decidimos hacerlo con guía y pagamos 3.000 CFA para el transporte para 3 personas y 10.000 CFA en total para el guía. Una experiencia intensa para conocer una parte de la historia del Golfo de Guinea.
– Visitar el bosque sagrado de Ouidah, donde podrás conocer más a fondo la cultura vudú
Ouidah es la cuna de la cultura vudú. Allí, podrás descubrir las características de esta religión que es oficial en Benín. Además, podrás visitar un bosque sagrado que tiene muchas curiosidades y representaciones de las diferentes divinidades que giran en torno a esta religión.
Dicen que el rey Kpasse, el primer rey del pueblo Houedah (de ahí viene el nombre de Ouidah), desapareció en 1661 y se convirtió en un árbol de este bosque. El vudú cree en la reencarnación y por eso, este bosque es muy importante para Ouidah. Allí, encontrarás representado diferentes elementos como el Zangbeto, que es el dios guardián que se encarga de la protección de la noche; Zabata, el dios de la tierra y que previene las enfermedades; Tuleba, el rey de la fuerza y la longevidad; Shongo, dios de la lluvia y las tormentas; Bokono, dios de los oráculos… Todas estas divinidades están representadas dentro de este bosque sagrado.
Para el vudú, las personas ancestrales son las más savias. Por ello, en el bosque también encontramos estatuas que simbolizan hombres de 100 años que dan consejos sobre la vida. Además, podrás encontrar al hombre que tiene dos caras representado por Abajigan. Primero, muestra la buena cara y luego la cara del traidor. Aquí nos explicaron que tu amigo también se puede convertir en tu enemigo.
La entrada al bosque sagrado es aconsejable realizarla con guía porque de esta manera descubrirás que simboliza cada representación que encontrarás en el bosque sagrado. Tiene un coste de 1.000 CFA por persona, y aparte si quieres hacer fotografías tendrás que pagar un extra de 2.000 CFA. Piensa también en llevar algún billete pequeño o moneda para hacer una ofrenda al árbol del vudú, el árbol en el que se convirtió el primer rey del pueblo de Ouidah.
– Si tienes suerte, asistir a alguna celebración tradicional
La religión vudú tiene diferentes celebraciones que conmemoran diferentes etapas del proceso del vudú. Por ejemplo, encontramos la danza de iniciación, la danza de agradecimiento por las cosechas, la danza de los Zangbeto, la danza Geledé… Si tienes suerte, quizás podrás ver alguna en directo. Nosotros pudimos ver una danza de iniciación en Abomey (si quieres, puedes leer nuestra experiencia aquí).
Una de las ceremonias más especiales para la religión vudú y el pueblo de Ouidah es la ceremonia Gozin. Cada siete años, 41 mujeres vírgenes o menopáusicas llevan una jarra de cerámica arriba de la cabeza con agua proveniente de un río sagrado. De estas mujeres, hay alguna que está poseída y que no puede mirar atrás hasta que llega al final del camino, deja el agua y luego allí todas se purifican con el agua para iniciarse en el vudú y acabar la ceremonia. Es un acto más difícil de ver ya que se hace cada siete años, pero si estás por allí cerca durante la fecha que se celebre, no dudes en ir a verlo. Eso sí, siempre con respeto y con empatía para entender las creencias de su religión.
Aparte de diferentes ceremonias que puedas encontrar por azar, en Ouidah se celebra el festival más importante del vudú de Benín. Tendrá lugar el día 10 de enero. Se conoce como el Festival Internacional del Vudú y allí podrás vivir diferentes celebraciones, aunque hace pinta de que también estarás acompañado de muchos turistas. Puede ser una buena ocasión para asistir a diferentes rituales de esta religión en una ciudad que, seguramente, ese día deja de ser tranquila por un día.
– Pasear por la tranquila ciudad de Ouidah
Ouidah es una ciudad agradable de pasear para observar la vida local, ir a ver el mercado y conversar con los curiosos que te saludarán y tendrán ganas de saber de dónde vienes y hablar contigo un rato. Además, podrás descansar a la sombra de algún árbol mientras comes una pieza de fruta e intentas ahuyentar a las personas que te vendrán a ofrecerte los servicios de guía para conocer la historia del vudú y la historia de los esclavos.
En Ouidah podrás visitar algunos museos como el de la Fundación Zinsou, que destacar por sus muestras de arte contemporáneo africano, el Museo de Historia de Ouidah o la Villa Ajavon, un museo que muestra la influencia afrobrasilera de la arquitectura, tal y como pudimos ver también en Portonovo (si quieres saber más, puedes clicar aquí).
Y, finalmente, mucha gente te comentará que en Ouidah hay un templo de pitones ya que consideran que estos animales traen prosperidad y buenas cosechas. Sin embargo, la visita, según hemos leído, se ha convertido en un circo donde te haces foto con los animales alrededor de tu cuello y que consideramos que no era oportuno ir.
En definitiva, Ouidah es una ciudad tranquila en comparación a su vecina Cotonou (si quieres saber más puedes clicar aquí), donde podrás pasear y saborear el ritmo africano que encontrarás con las personas que conocerás y que seguro que harán de esta ciudad, un lugar imbrable de tu viaje a Benín.
¿Dónde dormir en Ouidah?
Ouidah dispone de bastante oferta de alojamientos. Entre estos nosotros destacamos:
– Hotel de la Diaspora: Este hotel se encuentra situado junto a la playa y dispone de diferentes tipos de habitaciones y una piscina donde refrescarte. Situado a pocos metros de la puerta de no retorno, allí podrás caminar junto al océano Atlántico y descansar y desconectar durante unos momentos de la intensidad de tu viaje por Benín. El único inconveniente es que está alejado del centro de la ciudad y, por tanto, si quieres ir a dar una vuelta por Ouidah tendrás que encontrar algún transporte que te lleve. Para más información, podéis clicar aquí.
– Le Jardin Secret: Un lugar muy bonito en el centro de la ciudad con habitaciones tranquilas y un patio interior con árboles y mucha sombra donde podrás disfrutar de muchas buenas comidas y una relación calidad-precio muy buena. Su propietario está en Pascal, un francés que en el año 2007 viajó de Francia a Benín en motocicleta tipo «mobylette» y que aún la tiene allí expuesta. Los trabajadores del alojamiento son muy atentos y te ayudarán con lo que necesites. Definitivamente, la mejor opción relación calidad-precio de Ouidah. Para ver su web, puedes clicar aquí.
Nuestra ruta
DIA 1: Después de la llegada de la Xoli y de pasar los primeros días a Cotonou, nos marchamos de esta gran ciudad para ir a visitar una de las ciudades más importantes del país, no por tamaño, sino por relevancia histórica. Ouidah nos esperaba para conocer la historia de millones de esclavos que salieron de este punto hacia el Nuevo Mundo.
El trayecto hasta Ouidah no duró más de dos horas. Salimos desde el Etoile Rouge con un taxi que nos llevó hasta el propio alojamiento: le Jardin Secret. Allí, para sorpresa nuestra, nos encontramos con Pascal, el propietario, quien nos enseñó su motocicleta con la que había salido de Francia y había recorrido el oeste del continente africano hasta que dijo basta a Ouidah, lugar donde se estableció fundando este alojamiento tranquilo que tenía un patio de árboles con sombra que invitaba a descansar un rato.
Hoy, aprovecharíamos para ir caminando hacia el centro de la ciudad y conocer tranquilamente sus calles, que se llenan de peregrinos y curiosos el 10 de enero para ir a ver el Festival Internacional del Vudú. Fuimos hasta una de las plazas donde estaba el templo de pitones, que observamos por fuera, y luego entramos en diferentes tiendas de artesanía local para ver las pinturas y la ropa que ellos mismos creaban. Ouidah era una ciudad muy agradable, con niños que te miraban tímidamente y adultos que te saludaban una vez que ya habías pasado por su lado. Fuimos a un mercado para comprar cuatro cositas y volvimos tranquilamente hacia nuestro alojamiento.
Una tarde tranquila, de transición, antes de conocer los rasgos más característicos de esta ciudad como sería el bosque sagrado y la ruta final de los esclavos, que haríamos al día siguiente con un guía, en Remy, y una moto que en Pascal nos había reservado. Cenamos en el mismo alojamiento y después de charlar un rato, nos fuimos a descansar para estar punto para el día siguiente.
DIA 2: Hoy habíamos quedado con Remy para ir a visitar la parte histórica y cultural de Ouidah. Después de desayunar, nos esperamos al alojamiento y el guía no llegaba… Al cabo de un rato, decidimos llamar y desde el personal del alojamiento, nos comentaron que hoy en Remy había encontrado un grupo de turistas más grande y que había ido allí a hacer de guía; pero que no nos preocupáramos que nos enviaban a Hipolit. En África, estos cambios son frecuentes y totalmente comprensibles, porque seguramente en Remy tenía la oportunidad de ganar más dinero con un grupo grande que no sólo con nosotros tres.
Así que, después de un buen rato, apareció Hipolit con un compañero suyo y con dos motos fuimos, primeramente, hacia el bosque sagrado de Ouidah. Allí, pudimos entrar en un espacio natural que estaba lleno de estatuas y representaciones en los árboles. Suerte que íbamos con guía porque había pocas explicaciones, y de esta manera pudimos comprender mejor la relación del vudú con la naturaleza.
De hecho, este bosque es muy importante para la gente de Ouidah porque consideran que allí, en un árbol, ha reencarnado el primer rey de su tribu. Además, podrás observar diferentes dioses que están relacionados con diferentes elementos como la fertilidad, la buena cosecha o la longevidad; y, por ello, para los creyentes del vudú, es un lugar muy especial para ver a los diferentes dioses.
Después de esta primera visita, cogimos las motos y salimos de la ciudad de Ouidah dirección al mar. La primera parada la hicimos en la plaza Tchatcha, después de pasar por pequeños senderos entre casas porque buena parte de la carretera estaba cortada en obras. Nos dijeron que el gobierno de Benín estaba potenciando el sector turístico y, por ello, estaba reformando toda la ruta de los esclavos para hacerla más accesible y atractiva (si se puede decir así) por el visitante, ya sea local o internacional.
En la plaza Tchatcha, Hipolit nos explicó que era el lugar donde se reunían los miles de esclavos antes de ser vendidos y destinados hacia un lugar desconocido fuera del continente africano. Por eso, la plaza era de unas dimensiones grandes, con un árbol centenario donde ligaban los esclavos y, de esta manera, los compradores los podían observar de muy cerca para ver si estaban bien, mantenían la fuerza y si realmente valían el precio que tenían acordado con el vendedor. Era como un mercado mayorista de fruta, pero con la única diferencia de que las frutas eran personas humanas que sufrían tratos indignos desde su captura, durante todo el trayecto y hasta su venta final. Un triste episodio que desgraciadamente han vivido muchos pueblos africanos (si queréis saber más, por ejemplo, del caso de los esclavos en Stone Town, podéis clicar aquí).
Uno de los aspectos curiosos de esta plaza era una casa señorial que se encontraba justo enfrente. Era una casa bendita, de lujo, con unos muros que protegían su interior. Según Hipolit, aquella casa pertenecía a la familia de Francisco do Souza que, anteriormente, había sido traficante de esclavos y, hoy en día, sus antepasados todavía vivían allí.. Obviamente, seguramente los inquilinos actuales de aquella vivienda no son favorables a la esclavitud, pero era curioso, tal y como nos explicó nuestro guía, que aquella casa aún se mantuviera allí como recuerdo de la historia. Una casa que seguramente se habría erigido con el dinero de las ventas de los esclavos a los colonizadores europeos.
Después de esta plaza, avanzamos con nuestras motos por caminos de tierra que estaban completamente en obras. Estaban poniendo arcenes al lado y nivelando ciertos trozos para, seguramente, después asfaltarlo. La siguiente parada fue el árbol del olvido… Este era un árbol donde los esclavos hacían vueltas con el fin de borrar toda su memoria y su dignidad. Según Hipolit, los hombres hacían nueve vueltas al árbol, mientras que las mujeres hacían siete. Nos impactó ver el árbol y pensar en las millones de historias y de caras que habrá visto en estos siglos de esclavitud en esta parte del continente africano.
La penúltima parada fue para ver desde el propio camino la casa Zamai, conocida como el último punto donde los esclavos esperaban en condiciones infames antes de que llegaran los barcos y los cargaran a alta mar. Allí, también había una fosa común para todos aquellos que no eran capaces de aguantar aquellas condiciones denigrantes. Y, finalmente, sabíamos que nos acercábamos a nuestro destino final cuando vimos el mar justo delante nuestro y nos encontramos con la Puerta del no retorno.
La Puerta estaba totalmente vallada porque la estaban reformando, así que sólo la pudimos ver de un lado. Esta puerta simbolizaba el último espacio por donde caminaban los esclavos antes de dejar, para siempre, el continente africano. Por ello, se le llamaba no retorno ya que comenzaban un viaje de semanas y meses que los llevaría a un destino nuevo donde se verían obligados a trabajar como esclavos. Aunque estaba en obras, era impactante ver la majestuosidad de esta puerta justo delante de la playa y del mar. Un lugar muy emotivo para mucha gente local, ya que, como nos dijo Hipolit, son muchos los benineses que han tenido familiares y antepasados que han pasado por esta puerta.
Junto a la puerta, un pequeño caminito llevaba hacia otro monumento que era un memorial del año 2000 y que se erigió como un recuerdo de la evangelización de Benín. Desde allí, podrás oír el ruido de las olas e imaginar el ruido que sentían los esclavos que se embarcaban en grandes barcos… Un ruido ensordecedor, oscuro y triste.
La ruta de los esclavos y Ouidah es un lugar declarado Patrimonio Mundial de la UNESCO. Su visita quizás no es muy atractiva porque te explica una historia trágica que pasó en los últimos siglos en este país. Pero gracias a este patrimonio, son muchos los que se sienten obligados a visitarlo con el fin de mantener viva la historia y el recuerdo de unos acontecimientos que, desgraciadamente, forman parte también de la historia de este país tan diverso culturalmente.
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