La isla de Likoma es uno de los sitios que más nos gustaron durante nuestro viaje a Malawi. Es una pequeña isla situada en el centro del lago Malawi, a muy pocos kilómetros de la costa mozambiqueña del lago. De hecho, junto con la isla de Chizumulu, estos dos pequeños archipiélagos están situados dentro mismo de Mozambique, y pese a estar rodeado de sus aguas, pertenecen a Malawi.
En 1880, los misioneros anglicanos británicos de la Universities’ Mission to Central Africa establecieron su sede en la isla de Likoma. Esta consagración, que se había creado hacia el año 1857 después de uno de los retornos de Livingstone a Reino Unido, fue fundada por miembros de la iglesia anglicana en las universidades de Oxford, Cambridge, Durham y Dublin; y fue una de las pioneras en la formación de sacerdotes negros africanos. En Likoma, construyeron la majestuosa catedral anglicana de San Pedro; y a partir de la segunda guerra mundial, cuando se trazaron la mayoría de las fronteras del continente africano, las distintas colonias europeas decidieron que estas dos pequeñas islas de tradición anglicana pasarían a formar parte del actual estado Malawi, y no de Mozambique.
Likoma Island es una pequeña isla que mide 8 kilómetros de largo y 4 kilómetros de ancho. Allí, el principal medio de transporte es la motocicleta (¡coches, hay pocos!) ya que la infraestructura viaria son caminos de tierra que van rodeando la isla. Destaca por una población local muy hospitalaria y sonriente, y por diferentes aldeas que se ubican principalmente junto a la costa. La mayoría de la población vive de la pesca, y una de las cosas más impresionantes de la isla es la gran cantidad de baobabs que encontrarás (si quieres saber más sobre este árbol, clica aquí).
Likoma es uno de los destinos más bellos del país y una de las mejores experiencias de viaje que puedes vivir en Malawi. En este pequeño oasis del lago Malawi, podrás disfrutar de la amabilidad de la gente local, de la vida africana al 100%, de puestas de sol impresionantes, de baños en playas tranquilas, de unas caminatas en un entorno espectacular, y de un trayecto para llegar muy auténtico en alguno de sus ferrys que os explicaremos a continuación.
¿Cómo llegar?
Llegar a Likoma Island no es fácil. Sólo se puede llegar en barca, y el trayecto es largo. Tendrás que atravesar el noveno lago más grande del mundo, y no hay muchos ferrys a la semana. Por tanto, si quieres visitar la isla necesitarás como mínimo 4-5 días con el trayecto incluido.
Si vienes de Malawi, la ciudad más cercana a la isla es la población de Nkhata Bay, una ciudad con mucho ambiente, con un bonito mercado de artesanía y buenas playas para nadar a su alrededor. Allí, encontrarás el principal puerto de donde salen los dos principales ferrys que van a Likoma Island: Islala Ferry y también Lamani.
Ilala Ferry
Ilala es un ferry construido en Escocia en el año 1949, y que se puso en marcha en el lago Malawi a partir del año 1951. Es el ferry más popular de Malawi que semanalmente cruza el lago de sur a norte, desde de Monkey Bay hasta Chilumba (cerca de Tanzania) pasando por diferentes poblaciones de Malawi y de Mozambique. Este ferry, de 52 metros de largo, puede llegar a llevar hasta 365 pasajeros y 100 toneladas de carga.
En el Ilala, existen 4 categorías: la clase económica, situada en el piso de abajo del barco; la segunda clase, situada en el primer piso; 7 cabinas donde podrás tener un camerino para ti solo; y la primera clase, situada en el piso superior del ferry, justo al lado del restaurante/bar. Si quieres reservar la cabina, deberás reservar con antelación contactando con la compañía en el +26501587411/309. Para las otras categorías, no hace falta reservar y sólo tienes que conseguir entrar, y una vez dentro y que el barco ya haya zarpado, vendrá un trabajador a cobrar los tickets. Nuestra recomendación es que vayas a la 1era clase, ya que estarás en lo alto del ferry de donde podrás disfrutar de unas buenas vistas del lago, y no estarás tan hacinado como la gente que está en 2na clase o en la clase económica.
En la siguiente imagen, encontrarás los horarios del ferry Ilala. Piensa que estamos en África y, por tanto, estos horarios son orientativos. Además, durante alguna época del año, el Ilala no funciona por mantenimiento y en su lugar, encontramos otro ferry con horarios similares llamado MV Chilembwe. Nosotros os recomendamos que preguntéis a alguno de los alojamientos que os actualizaran los horarios por si hay algún cambio, ya que estos son los que había durante marzo de 2022:
Para entender la siguiente imagen, la columna de ETA significa la fecha estimada de llegada, mientras que la columna de ETD significa la fecha estimada de salida. El Ilala sale de Monkey Bay los viernes y regresa el miércoles allá después de recorrer diferentes poblaciones alrededor del lago Malawi. Por ejemplo, si queremos ir de Likoma a Nkhata, el barco sale aproximadamente el sábado a las 17h y llega a Nkhata Bay el sábado a las 24h. En cambio, de Nkhata a Likoma, deberías coger el barco el martes a las 01.30 de la madrugada y llegarás a Likoma a las 9h de la mañana. Puedes tomar también el barco desde otras poblaciones como Monkey Bay o Nkhota Kota.
Los precios para este ferry en marzo de 2022 eran de 7.600 Kwachas por persona (unos 6.50-7 euros) para hacer el trayecto entre Likoma y Nkhata Bay, por los asientos de 1era clase que se pagan una vez estás arriba. Allí, encontrarás un restaurante en el que podrás tomar refrescos y cerveza, y también podrás charlar con la gente local. El trayecto dura alrededor de 7 a 8 horas. Nosotros hicimos el trayecto de Likoma a Nkhata con este ferry. En Likoma, el barco no amarra en el puerto, sino que se espera dentro del lago, frente a la costa, y para acceder, debes coger unas pequeñas canoas a motor donde pagas 200 Kwachas por persona -unos 0.15€- para que te lleven hasta la puerta de entrada del ferry.
Viajar con el Ilala es una de las experiencias que no te puedes perder durante tu viaje a Malawi. Es un ferry con muchos años de historia que te permitirá navegar por uno de los lagos más grandes de África, mientras haces equilibrios para subir al ferry, viendo cómo cargan las mercancías y los animales, y disfrutando de la inmensidad del lago que David Livingstone definió como el lago de las estrellas.
Lamani Ferry
Este ferry hace el trayecto únicamente entre Nkhata Bay, la isla de Chizumulu y la isla de Likoma. Empezó a operar en el 2014 y es uno de los ferrys (si se le puede llamar así) más pequeños que navega el lago. Tiene dos plantas, donde la planta de abajo es por mercancías y la planta de arriba es por pasajeros, pero en la realidad, las dos plantas son para mercancías y viajeros.
El Lamani sale de Nkhata Bay los lunes y jueves a las 03 de la mañana; y de Likoma sale los miércoles y el sábado a las 08h de la mañana. El trayecto suele durar entre 7 y 9 horas, después de una breve parada en Chizumulu. Nosotros tomamos el Lamani el jueves a las 03 de la mañana, y llegamos alrededor de las 10h de la mañana a Likoma. Os recomendamos que vayáis al puerto de Nkhata Bay unas horas antes para tener lugar en el barco, ya que desde la noche se llena de mercancías y personas que cogen posición para tumbarse y dormir mientras dura el trayecto. Nosotros fuimos a las 00h de la noche, y el barco ya estaba lleno de gente. El precio del trayecto es de 3.000 Kwachas (unos 2.60€) por persona, que pagarás una vez estés arriba de este pequeño ferry.
Viajar con Lamani es una experiencia para aventureros. Con una infraestructura mucho más pequeña que Islala, allí serás seguramente uno de los pocos turistas que viajes ya que la mayoría de gente son locales que acuden a Likoma a visitar a la familia, o que vuelven cargados de mercancía de Nkhata Bay. Lleva un impermeable ya que si llueve no podrás refugiarte mucho de la lluvia.
Una vez dentro de la isla, el principal medio de transporte son las motocicletas que te harán de taxi y te llevarán a través de los estrechos caminos de arena en los distintos puntos de la isla. Por ejemplo, por ir del muelle donde te deja el barco hasta la zona del Mango Drift son un total de 2.000 kwachas por persona.
¿Qué hacer en Likoma Island?
Likoma es una pequeña isla situada al este del lago Malawi donde hay diferentes actividades a realizar. Entre estas, destacamos:
Vivir la experiencia del trayecto en ferry hasta Likoma Island
Sólo el trayecto en barco para llegar a la isla de Likoma es ya una de las experiencias que seguro que recordarás durante tu viaje a Malawi. Poder navegar en las aguas del noveno lago más grande del mundo, y descubrir el transporte que utiliza la gente local y cómo lo utiliza ya es una actividad que vale mucho la pena de vivir.
El Ilala es uno de los barcos icónicos del lago Malawi por su historia, pero también porque es el único barco que navega semanalmente por las diferentes poblaciones del lago Malawi. Es un transporte imprescindible para muchos habitantes locales que lo utilizan habitualmente para desplazarse, y no puedes perderte la experiencia de viajar en esta embarcación.
Allí, te adentrarás totalmente en una experiencia inolvidable: verás el caos de la gente y las mercancías subiendo a la nave principal a través de embarcaciones pequeñas, podrás hablar con mucha gente local y disfrutar de su simpatía, navegarás por el lago de Malawi a través de una de las embarcaciones más emblemáticas del país y, por último, te sentirás totalmente un explorador en un ambiente muy especial.
Si no puedes ir con el Ilala, viajar con el Lamani también es toda una experiencia. Seguramente, mucho más incómoda que el Ilala, ya que se trata de una embarcación mucho más pequeña donde no podrás moverte por las diferentes partes de la embarcación porque estarás totalmente apretado.
Caminar por las diferentes poblaciones de Likoma Island y disfrutar del gran número de baobabs de la isla
La isla de Likoma es un destino ideal para recorrer andando. Allí, el medio de transporte principal es ir a pie, aunque también puedes tomar alguna de sus motocicletas que te llevarán a diferentes partes de la isla. Descubrir los diferentes poblados y hablar con gente local es una de las experiencias imprescindibles durante tu visita a Likoma.
Encontrarás diferentes caminos que conectan las distintas poblaciones de la isla. Estos caminos suelen ser de tierra y estrechos, y rodean toda la costa de Likoma, donde se encuentran los principales asentamientos urbanos. Nosotros hicimos un trayecto entre Mango Drift y Ulises Bay que tardamos unas dos horitas, y que nos gustó mucho al disfrutar de la hospitalidad de sus habitantes, pero sobre todo de sus baobabs.
Todos estaremos de acuerdo en que los baobabs son unos árboles muy especiales. Su majestuosidad hace que sean uno de los árboles icónicos del continente africano, y sus largos años te hace sentir como un espectador privilegiado y fugaz.
En Likoma, los baobabs destacan por encima del resto de la vegetación. En esta isla, encontrarás bastantes y, de hecho, son uno de los rasgos icónicos y característicos de la isla. Poder caminar y pasar junto a estos árboles milenarios es una de las experiencias que no puedes perderte durante tu estancia en Likoma.
Visitar la catedral de San Pedro, una de las catedrales más grandes de África
La catedral anglicana de San Pedro, conocida como St. Peter’s Cathedral, es un edificio majestuoso que llama la atención por encontrarse en Likoma Island, una isla de poco más de 25 kilómetros cuadrados. Allí, en 1890, los misioneros anglicanos británicos de la Universities’ Mission to Central Africa establecieron su sede. Está ubicada a pocos minutos de Mbamba, la principal población de la isla donde encontramos diferentes establecimientos de comida y tiendas y donde llegan todos los ferrys.
La magnífica catedral construida entre 1903 y 1911 con sólidos muros de piedra de donde sobresale una torre neogótica es uno de los edificios más colosales de Malawi. La nave central, el ábside y las vidrieras parecen sacadas de otra época. Además, en el altar encontramos un crucifijo que supuestamente está cortado en la madera del árbol bajo el que fue enterrado el corazón de David Livingstone.
Los misioneros se marcharon de la isla durante la década del año 1940, dejando como herencia no sólo uno de los lugares con una de las tasas de alfabetización más alta de África, sino también una de las construcciones más impactante de Malaui.
Visitar la catedral anglicana de San Pedro es una experiencia que no puedes perderte si vas a Likoma Island. Ver este templo de inmensas dimensiones en este pequeño lugar situado en medio del lago del Malawi demuestra la gran influencia misionera anglicana en ese país.
Darse un baño en las aguas del lago Malawi y relajarse en algunos de sus alojamientos
En Likoma Island, podrás encontrar diferentes lugares donde disfrutar de un baño en las aguas del lago Malawi. Podrás bañarte en alguno de los poblados o, también, relajarse en algunos de sus alojamientos como Mango’s Drift o Ulises Bay.
Lo único que deberás tener en cuenta es el tema de la bilharzia, también llamada esquistosomiasis. Se trata de una enfermedad causada por un gusano que habita en aguas tranquilas como la de los lagos, provocando infecciones parasitarias en el cuerpo humano. Esta enfermedad te puede provocar diarrea, fiebres, sangre en la orina y las heces o dolor abdominal, entre otros. Se dice que si te contagias por bilharzia, notarás picor en la piel. Una de las formas de prevenir esta enfermedad es tomar unas pastillas que venden a las mismas farmacias de Malawi conocidas como Praziquantel. En función de tu peso corporal, te darán una cantidad de pastillas que tendrás que tomarte entre 6 y 8 semanas después del último baño en el lago. Las puedes adquirir en las mismas farmacias del país sin ningún tipo de receta y a un precio bastante asequible (alrededor de 1.50 euros). Para más información sobre esta enfermedad, puedes clicar aquí.
Aparte de comer en algunos de los alojamientos, podrás realizar un trayecto en kayak por el lago o estirarte y dar vuelta y vuelta a la arena mientras lees un libro o dejas la mente en blanco. Además, podrás descubrir algunos de los diferentes proyectos comunitarios que hay en la isla como el proyecto de cerámica de Ulises Bay Lodge, que lleva Chris Stevens.
Chris es un hombre de origen británico que lleva muchos años viviendo en Malawi y que ha creado diferentes proyectos de cerámica en el país para desarrollar proyectos para empoderar a las comunidades locales a través de la cerámica. Después de crear diferentes asociaciones relacionadas con la cerámica por distintos puntos de Malawi, se estableció en Likoma donde lleva a cabo un proyecto muy interesante a visitar con unas cerámicas artesanales muy bonitas. Puedes encontrar más información aquí.
Disfrutar de las playas de Nkhata Bay, antes o después de ir a Likoma Island
Nkhata Bay es una ciudad que es la puerta de entrada a la isla de Likoma. Con un pequeño puerto pero importante para la industria pesquera del lago, allí podrás encontrar un mercado de artesanía muy interesante y un ambiente muy animado. Mucha gente se detiene en Nkhata Bay para participar en diferentes proyectos de voluntariado o para acceder a Likoma.
De hecho, Nkhata Bay es el punto más al norte al que llegó el explorador David Livingstone durante sus expediciones a África. Allí, podrás disfrutar también de alguna de sus playas, sobre todo en la zona de Chikale y donde se concentran la mayoría de los alojamientos turísticos, para darte un baño y para practicar buceo cuando las aguas del lago se encuentran calmadas.
Ésta es una buena ciudad para hacer de campo base durante tu visita a Likoma, y donde podrás disfrutar también de su ambiente y de sus playas antes o después de la visita a las islas del lago Malawi.
Visitar la isla de Chizumulu
La isla de Chizumulu es la menor de dos islas habitadas en el Lago Malawi, después de la isla de Likoma. Está situada muy cerca de ésta y, por tanto, rodeada de las aguas territoriales de Mozambique del lago Malawi. Se puede llegar con el propio barco que sale de Nkhata Bay y que suele parar antes en Chizumulu. A pesar de ser mucho menos conocida que Likoma, la isla tiene aproximadamente 3.000 habitantes y puedes recorrerla caminando alrededor de 3 horas. Destaca por dos grandes colinas, plantaciones de yuca y una parte más boscosa. Dispone de poca infraestructura turística, pero puede ser una buena excursión de un día a hacer desde Likoma para disfrutar de una de las islas más pequeñas del lago Malawi.
¿Dónde dormir en Likoma Island?
Likoma Island tiene alojamientos muy bonitos situados a primera línea del lago. Nosotros salimos en ferry desde Nkhata Bay, donde también pasamos la noche, y por eso también destacaremos un alojamiento de Nkhata donde nos sentimos muy a gusto. Por tanto, entre las opciones de dormir destacamos:
– Mango Drift: Nosotros estuvimos aquí durante nuestra estancia en Likoma. Con una excelente relación calidad-precio, este alojamiento se encuentra en la costa occidental de la isla, más concretamente en Mbungo Beach. La recepción/bar está bajo un gran Mango, y de ahí su nombre. Dispone de ocho cabañas justo en frente de la playa, donde por las noches lo único que se siente son las olas del lago. Allí, podrás darte un baño en su playa, relajarte en alguna de sus hamacas y disfrutar de la gastronomía de alguna de sus comidas. Además, tienes la opción de hacer buceo e ir en kayak. Sin duda, uno de los alojamientos más bonitos de la isla de Likoma. Para más información, puedes clicar aquí.
– Ulisses Bay: Este alojamiento es otra alternativa para pasar tu estancia durante tus días en la isla de Likoma. Se encuentra en el noroeste de la isla y dispone de un buen restaurante y habitaciones en vistas al lago, y desde donde podrás disfrutar de una fantástica puesta de sol detrás de la bahía de Ulises. Además, tienen un proyecto muy interesante de cerámica comunitario y sus propietarios son muy amables. Para más información, puedes clicar aquí.
Butterfly Space Nkhata Bhay: Este alojamiento es, sin duda, uno de los mejores alojamientos de Nkhata Bay. Situado justo en frente de las aguas del lago Malawi y un poco apartado del bullicio de la ciudad, es un alojamiento comunitario sin ánimo de lucro donde encontrarás diferentes tipos de alojamiento para todos los presupuestos. Puedes acampar con tienda de campaña o dormir en algunas de sus cabañas. Dispone de restaurante, y de un bar que se encuentra sobre el agua, donde podrás relajarte en una hamaca, jugar al billar o darte un baño en una zona de playa privada mientras disfruta de un cóctel o una cerveza. Un lugar ideal para relajarse antes o después de viajar a Likoma Island. Para más información, puedes consultar su web aquí.
Nuestra ruta
DIA 1: Después de disfrutar de unos días en la zona norte del lago Malawi y descubrir la ciudad de Livingstonia y sus alrededores (para saber más sobre esta parte del país, clica aquí), conducimos con nuestro coche hasta llegar a la población de Nkhata Bay. Desde allí, saldríamos durante la noche hacia Likoma Island con el barco Lamani.
Antes, sin embargo, tuvimos tiempo de disfrutar de los entornos de esta población costera del lago, donde pudimos disfrutar de un baño en el lago Malawi, y pudimos relajarnos a la orilla de sus aguas. Piensa que el baño en el lago está permitido, aunque recomiendan tomarse unas pastillas contra la bilharzia unas semanas después del último baño en el lago.
Esteve aprovechó para ir con el coche hasta el muelle donde ya estaba el barco Lamani amarrado en el puerto preparándose para la ruta nocturna hacia Likoma. Allí, como los horarios eran muy inciertos, pudo hablar con el capitán que le confirmó que saldría a las 3h de la mañana y que tendría lugar para nosotros: Esteve, Laia y Susana. No hacía falta reservar ticket y recomendó que llegáramos allá 1 hora antes. De todas formas, por si acaso, a la medianoche tomaríamos un taxi y ya nos dirigiríamos al puerto. Y suerte que lo hicimos…
Una vez descubiertos los horarios y que tendríamos plaza por nuestro barco hacia Likoma Island en un trayecto que duraría aproximadamente 7 horas, aprovechamos los últimos momentos de la tarde para descansar y relajarnos en las instalaciones del Butterfly Space de Nkhata Bay. Allí, cenamos temprano e intentamos descansar un par de horas.
Mientras intentábamos dormir, fuera había bastante ambiente. Gente joven que charlaba alegremente, que bebía y que pasaba por fuera del jardín de nuestra cabaña. Por sorpresa, encontramos a una pareja que habíamos visto en Livingstonia algunos días antes, con el chico algo perjudicado; y cuando ya empezaba a reinar el silencio, sonó el despertador. Era hora de empezar nuestro viaje hacia Likoma Island.
Dejamos el coche en el aparcamiento del Butterfly Space, y un taxista nos llevó hasta el puerto. Allí, al fondo, todavía estaba esperando el barco Lamani; pero, para nuestra sorpresa, estaba completamente lleno de mercancías y gente tumbada durmiendo sobre las maderas de la embarcación. Lamani era una embarcación pequeña, de unos 12 metros de eslora y que tenía dos pisos. Era un barco viejo que esperaba la señal de su capitán para zarpar aguas adentro del lago Malawi.
Entramos para asegurarnos de que teníamos sitio, y pasando entre personas acurrucadas que estaban durmiendo bajo mantas, mercancías y cestos llenos de comida, cartones que envolvían diferentes paquetes con destino a Likoma, y un montón de cuerpos juntados que intentábamos no pisar mientras poníamos el pie sobre la embarcación. Finalmente, encontramos un espacio pequeño a estribor para poder situarnos, hacinados entre la gente y los diferentes objetos que estaban colocados desordenadamente sobre el barco. ¡Incluso había gente durmiendo en el límite de la embarcación! Era increíble cómo podían estar tan tranquilos allí estirados, con un pequeño movimiento podrían caer al agua a medianoche.
Después de unas horas de espera, intentando dar cabezazos y cambiando varias veces de posición para no pisar todo lo que teníamos nuestro alrededor, los motores del barco se encendieron y unas linternas nos hacían entender que el capitán ya estaba dentro la embarcación y que faltaría poco por embarcar. Un chico pasó para cobrar nuestro ticket. Nos esperaba un recorrido de aproximadamente 7 horas, donde empezaríamos de noche y veríamos amanecer desde las aguas del lago Malawi, hasta llegar a Likoma Island, con una pequeña parada en Chizumulu, una isla cercana a Likoma.
Empezamos a navegar de noche por las aguas del lago, con las olas que chocaban con las maderas de la embarcación, y la oscuridad se apoderaba de todo el ambiente. Esteve intentaba descansar en el suelo, rodeado de cestas y maletas, mientras que Laia y Susana trataban de encontrar la mejor posición (si la había) para poder hacer más ligero este viaje.
Navegábamos de noche, sin tener ninguna referencia en nuestro trayecto, sólo acompañados por el agua del lago Malawi, la luz de la luna y el balanceo de la nave. Las horas pasaban lentamente y, por dentro, imaginabas cómo deben vivir esta situación personas que deben cruzar estrechos para huir de la pobreza de su país en busca de un futuro mejor con unas embarcaciones que, seguro, estaban en mucho peor estado que la nuestra.
Se iba haciendo de día pero, desgraciadamente, era un día lleno de nubes grises. No pudimos ver la salida del sol, pero sí pudimos empezar a poner cara a las diferentes personas y niños que teníamos a nuestro alrededor, y descubrir los distintos paquetes que había. Las aguas del lago no estaban calmadas, y la embarcación se iba tambaleando mientras empezaban a vislumbrar dos islas a lo lejos: ya estábamos cerca de nuestro destino.
Primero, paramos en Chizumulu, donde bajaron algunas personas locales cargadas de mercancía, para abastecer a esta pequeña isla del lago Malawi. Y, después, justo cuando nos dirigíamos a Likoma donde todavía faltaría, según nuestro reloj, una horita de recorrido; empezó a llover. Primera, una lluvia fina pero después cada vez más violenta. Nos refugiamos bajo nuestros impermeables, y la embarcación se llenó de un gran plástico que intentaba proteger a la gente y a los distintos objetos.
Afortunadamente, ya seguíamos la costa de la isla de Likoma, y ya podíamos observar su belleza con el paisaje verde en el que destacaban sus baobabs, y sus playas con la gente haciendo vida en sus aguas. También nos cruzábamos con algunas canoas de pescadores, hasta que vimos a una pequeña población, Mbamba, que era nuestro destino final. Allí, había un pequeño muelle donde amarraría la embarcación, y de donde bajamos para pisar tierra firme después de 10 horas sobre el Lamani: siete horas de trayecto y tres horas esperando sobre la nave.
DIA 2: La isla de Likoma nos recibía con lluvia. Una muchedumbre de gente esperaba en el muelle, donde jóvenes trajinaban paquetes arriba y abajo y las cargaban a diferentes motocicletas que se deslizaban bajo la lluvia. La llegada del Lamani seguramente era una de las actividades más importantes de ese día para toda la población local de la isla: llegaban la gente local después de estar unos días fuera, llegaban paquetes y mercancías y llegaban nuevos turistas. De hecho, nosotros éramos los únicos blancos de toda la embarcación.
Nos refugiamos bajo el porche de la tienda de comestibles cerca del muelle, y una vez la fuerza de la lluvia disminuyó, buscamos a tres motoristas que nos llevaran hacia nuestro destino final: el Mango Drift. En un trayecto de unos 20 minutos, recorrimos diferentes caminos de tierra estrechos, entre baches de agua y barro, hasta que nos dejaron en un lugar desde donde caminamos unos 5 minutos para llegar a nuestro alojamiento.
La isla respiraba un ambiente de autenticidad increíble. Con la moto, el paisaje gris de las nubes y la lluvia que recientemente había caído contrastaba con el verde de los árboles, las diferentes casas por las que pasábamos y la vida de la gente local que nos saludaba tímidamente mientras pasábamos por su alrededor. ¡Estábamos en un sitio remoto del lago Malawi que teníamos muchas ganas de descubrir!
El alojamiento era fantástico: disponíamos de unas cabañas de madera justo enfrente de una hermosa playa del lago Malawi y de un entorno espectacular. Los trabajadores ya nos estaban esperando, así que nos instalamos y descansamos un poco del viaje antes de ir a descubrir la isla.
Comimos en el Mango Drift y después fuimos a andar hasta la única antena que había en la isla. Intentábamos seguir diferentes caminos trazados entre la vegetación verde que sobresalía de los campos, y empezamos a subir y ganar visión panorámica de todo este entorno. Destacaba el verde, y los estrechos caminos por donde sólo podía pasar una motocicleta. Pero, sobre todo, lo que hacía especial aquella vegetación era la cantidad de baobabs que encontrábamos.
El baobab es un árbol increíble, y poder gozar de su majestuosidad en un lugar pequeño y remoto del lago Malawi aún lo hacía más emotivo. Parecía mentira que estos árboles pudieran ser tan predominantes en un espacio pequeño de tierra del noveno lago más grande del mundo. Tomamos varias fotografías para inmortalizar la esencia de estos árboles mientras disfrutamos de los contornos de la isla de Likoma.
Era hora de volver ya al Mango Drift. Las 10 horas sobre Lamani ya empezaban a pasar factura, así que disfrutamos de un baño en la playa del alojamiento mientras contemplábamos la puesta de sol que sobresalía de algunas nubes altas. Por suerte, la lluvia de la mañana se había disipado y estábamos disfrutando de un buen clima.
Cenamos en una de las cabañas del alojamiento, mientras oíamos el ruido de las olas y fuimos a dormir porque al día siguiente haríamos una excursión más larga e iríamos a descubrir algunos de los pueblos locales que se encuentran en la isla de Likoma. Hoy tocaba vivir una noche mucho más tranquila que la del día anterior sobre el Lamani.
DIA 3: Hoy nos tocaba realizar una ruta larga para descubrir la isla. Habíamos descansado muy bien, así que empezamos un trekking por la parte oeste de la isla que nos llevaría hasta Ulises Bay Lodge.
El camino era espectacular, entre baobabs y campos llenos de vegetación y rocas que tenían como telón de fondo las aguas del lago Malawi. En uno de estos caminos, nos encontramos a un perro que no tenía cara de muy buenos amigos, así que nos desviamos para encontrar un atajo más arriba.
Durante el trayecto, íbamos cruzando por diferentes poblaciones donde los primeros en recibirnos siempre eran los niños. Nos miraban con extrañeza, como diciendo, que hacen éstos aquí, pero después de una sonrisa, nos cogían de las manos y nos acompañaban. A veces, teníamos que insistir en que volvieran el pueblo porque nos alejábamos bastante y no queríamos crear problemas a sus familias.
Algunos niños se bañaban en las playas, mientras algunos adultos preparaban el material para ir a pescar o secar el pescado. En algún poblado, pasábamos por una reunión comunitaria o por algún lugar donde se encontraban diferentes adolescentes que parecían ir a una especie de escuela técnica. Poder ver el día a día de la gente local, que te saludaba alegremente por tu corta visita, es uno de los recuerdos que nos llevamos de esta isla. La sonrisa, la hospitalidad y la simpatía de muchos de sus habitantes que, a pesar de vivir en un sitio remoto con muy poca infraestructura, transmitían una energía y un vitalismo muy afectivo.
Llegamos a nuestro destino: Ulises Bay donde pararíamos para comer un buen plato de verduras y pescado. Allí, conocimos al propietario del alojamiento. Chris es un hombre de origen británico que lleva muchos años viviendo en Malawi y que ha creado diferentes proyectos de cerámica en el país para desarrollar proyectos para apoderar a las comunidades locales a través de la cerámica. Estuvimos charlando un rato con él, visitamos su tienda y nos llevamos una cerámica como recuerdo y para colaborar con su proyecto.
Por la tarde, volvimos por el mismo recorrido hacia el alojamiento donde nos encontramos de nuevo con los diferentes niños y niñas de la ida con los que compartimos algunos juegos de manos. Realmente, en Malawi la gente es muy hospitalaria y te sientes muy bienvenido en todas partes.
Llegamos al Mango’s Drift para disfrutar de otro baño y de una nueva puesta de sol, y cenamos para disfrutar de una nueva noche estrellada en la isla de Likoma, un lugar que nos cautivó y que seguro que se convertiría en una de las experiencias más bonitas de nuestro viaje a Malawi.
DIA 4: Hoy era el día de regreso. Tomaríamos el barco Ilala, uno de los buques insignias del país construido durante la época colonial y que ha navegado durante decenas de años por las aguas del lago. Este ferry es una de las experiencias más espectaculares que puedes vivir en el lago Malawi.
Después de despertarnos oyendo el ruido de las olas del mar, tomamos de nuevo las motos para volver al puerto. En África, los horarios no son fijos: en ocasiones, el barco puede salir antes o después; así que fuimos con tiempo para tener lugar en el Ilala.
Durante el camino, nos despedíamos de una isla muy bonita, en un ambiente muy rural y local, pasando por senderos junto a grupos de casas de algún poblado, niños que se despedían con la mirada asustada de vernos por allí, motoristas que nos saludaban cuando nos los cruzábamos y pasando junto a lo que parecían reuniones asamblearias de un grupo de vecinos.
Una vez llegamos a la calle principal del puerto, con las tiendas ya abiertas, como vimos que todavía nos quedaba tiempo les comentamos a los motoristas si nos podían llevar a la iglesia más ilustre de Likoma y que se encontraba a pocos minutos del muelle. Esta iglesia, conocida como St. Peters Catedral, es una de las mayores iglesias de África que construyeron los misioneros anglicanos británicos durante la época de la colonización.
Fuimos conduciendo por caminos de tierra hasta que ante nosotros vimos la imponente torre neogótica y el ábside de la catedral. ¡Era increíble ver un edificio de aquellas dimensiones en una pequeña isla del lago Malawi! Entramos dentro de la iglesia para ver también el pequeño claustro y la cruz que supuestamente está cortada en la madera del árbol bajo el cual fue enterrado el corazón de David Livingstone, y después de disfrutar del silencio y la majestuosidad del edificio, volvimos de nuevo hacia el muelle con las 3 motos que nos estaban esperando fuera.
Al llegar al muelle, ya había bastante ambiente. El barco Ilala era tan grande que no podría amarrarse a las maderas del puerto. Así pues, la única opción era tomar un transbordador que te llevara hasta estribor o babor de la embarcación. Había dos tipos: los públicos que tenían una cola inmensa, o algunos privados que podías pagar una cantidad de 0.10€ para que te llevaran hasta allí. Nosotros, al ir cargados con mochilas, cogimos este último y con más gente local que quería subir al Ilala para reservar sitio, fuimos hasta el ferry que se encontraba a menos de 1 minuto en barco del puerto. No os imaginéis el transbordador como un barco de 10 metros de eslora con mucha capacidad: todos los transbordadores son barquitas de madera de pescadores, muchas con agua que entra dentro, que con un pequeño motor hacen cola hasta la puerta de la embarcación.
Subir al Ilala fue toda una experiencia. Debías entrar por unas escaleras con una pequeña puerta donde sólo veías muchedumbre de personas que también querían salir. Algunas iban cargadas con objetos que llevaban, otras con animales como cabras o gallinas, algunas mujeres iban con los hijos llevados sobre sus hombros, y algunos intentaban ser los primeros en pasar. Una banda sonora de gritos, ruidos, palabras impronunciables y el choque del transbordador con otras pequeñas barcas acompañaban a la función. Después de pasar de barca en barca para poder llegar a los pies de la escalera, pudimos subirnos y como si fuéramos hormigas, entrar en el ferry del Ilala, donde teníamos que hacernos sitio para seguir avanzando hacia las escaleras y subir hasta el piso de arriba, de donde podríamos gozar de unas fantásticas vistas.
Afortunadamente, encontramos sitio en una mesa junto al bar que era el único lugar que estaba a cubierto, y allí pusimos el equipaje mientras esperábamos que el capitán diera la señal de marchar. Desde dentro del barco, nos acercamos a mirar cómo todavía subía mucha más gente, y la imagen aérea desde arriba era impresionante: mezcla de colores, ropa, pequeñas embarcaciones, personas, objetos, gritos, brazos que intentaban ayudar a las personas y animales realizaban una instantánea difícil de no fotografiar.
Al cabo de un rato, el ferry parecía empezar a moverse. Vino un revisor al que pagamos los billetes y nos acomodamos en nuestro espacio mientras el bar se llenaba de gente que comenzaba a consumir bebidas, no sabemos si por gusto o por pasar más rápidamente el posible mareo del trayecto. Nos esperaba una ruta de unas 7-8 horas para llegar a Nkhata Bay.
Durante el camino, aprovechamos para bajar a las otras partes del Ilala, donde gente se agolpaba durmiendo en pequeñas salas interiores, algunos aprovechaban la ocasión de estar encerrados en un barco para poder conocer gente, otros hablaban entre ellos, y otros estaban sentados sobre los objetos que traían de Likoma.
Este trayecto fue mucho más cómodo que el Lamani, en el sentido de que la barca, al ser mucho mayor de envergadura, no se movía tanto por el movimiento de las olas. En el horizonte, ya visualizábamos tierra y el viaje se nos pasó rápidamente charlando, observando nuestro entorno y navegando en uno de los barcos más icónicos de África del siglo XX.
Llegamos a Nkhata Bay, donde el barco se amarró en el puerto y desde allí volvimos a pisar la península de Malaui. Dejábamos atrás 4 días de experiencia en el lago Malawi, y en una isla que recomendamos a todo viajero visitar. Después de llegar de nuevo a nuestro alojamiento, y encontrarnos nuestro coche al que habíamos abandonado en un aparcamiento del hostel, dejamos las cosas en la habitación y nos dimos un baño en las playas tranquilas del lago Malawi.
Cenamos junto al lago, relajándonos en un ambiente mucho más europeo de lo que estábamos acostumbrados a Likoma. Antes de ir a dormir, y a pesar de un susto de Esteve con su uña del pie que se perforó subiendo las escaleras del bar a oscuras, preparamos todo el equipaje para seguir haciendo ruta, al día siguiente, descubriendo ese hermoso país que tanto nos estaba gustando.
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