LESOTHO: Malealea, el valle de Makhomalong y las puertas del paraíso

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julio 8, 2022

En el oeste del país, hay un pequeño paraíso rodeado de montañas: el valle de Makhomalong. Este valle verde rodeado de las montañas Maloti se encuentra bien resguardado de la vecina y agitada Maseru, a unos 80 km. Aquí el sonido de los cláxones, las calles llenas de motos y coches no está presente. Vuelve la tranquilidad absoluta típica del país: pájaros que cantan, grillos que hacen rico-raco, y la brisa del viento que pasa entre la vegetación. En el horizonte, se ven pequeños poblados esparcidos por todo el valle con a lo sumo 15 o 20 mokhoros o casas tradicionales basothos con gente caminando por los caminos de tierra que los unen o bien yendo con el transporte típico del país: el caballo (si quieres ver nuestra experiencia con caballo por Lesoto, clica aquí). A pesar de estar hablando de las tierras bajas del país, las Lowlands (recordemos que el punto más bajo de Lesotho está en los 1.000m), en este valle nos encontramos más o menos en los 2.000m. Así que por ese motivo llaman al país, el reino de los cielos, hermoso, ¿verdad?

Uno de estos poblados del valle se llama Malealea y desde 1905, hay constancia de su existencia ya que un inglés llamado Mervyn Smith se estableció construyendo un “Trading Center”, un punto comercial que hizo que el pueblo creciera a su alrededor. Ese punto comercial lo compró una pareja de Lesoto que quiso convertirlo en un albergue. Por último, con el paso de los años, este recinto se ha convertido en un punto de referencia por el poco turismo que llega al país, el Malealea Lodge. Más adelante, os explicaremos más sobre este lodge que tiene un proyecto comunitario muy interesante y beneficioso para el pueblo y su gente.

En esta zona además, enclavadas en el desfiladero de Pitseng, podrás ver y maravillarte con las pinturas rupestres de Tohlong, un conjunto de pinturas San situadas en tres cuevas que datan de 1000 años atrás (no se sabe, algunos dicen que 500 años); y también podrás andar por el valle Makhomalong siguiendo el río Makhaleng hasta llegar a la cascada de Botsoela con unas grandes vistas. ¡Un paraíso espectacular que no te decepcionará!

¿Cómo llegar?

Para llegar al valle de Makhomalong y a Malealea, será necesario que desde Maseru, sigas la carretera A2, que pasa por Mantsebo y después girar a la izquierda en la B40. Una vez estés en esta carretera, habrá que seguirla hasta llegar al paso de montaña de las Gates of Paradise Pass, donde de repente entre montañas, la carretera llega a su punto más alto y se divisa a tus pies todo el valle de Makhomalong y las montañas Maloti de fondo. Es en ese momento es donde ves que realmente estás entrando en el paraíso. Pasado este punto, sólo tendrás que seguir la carretera de tierra (con unos pocos agujeros y en mal estado) que te llevará hasta el pueblo de Malealea y hasta el lodge.

En todo este recorrido, hay un puente que pasa sobre el río que en el momento que lo pasamos nosotros estaba roto y habían realizado una ruta alternativa por debajo. Pudimos pasar sin problemas. A veces, sin embargo, esta ruta alternativa, con las lluvias, se inunda y no es posible pasar. Te recomendamos que antes de ir escribas al Malealea lodge, y preguntes sobre el estado de la carretera en este punto en cuestión. En su web tienen bien explicada la ruta alternativa. Hay dos rutas alternativas desde Semonkong que sólo son aptas con vehículos todoterrenos, una pasa por Roma y otra pasa por Makhakhe.

¿Cuándo ir?

La temporada cálida o verano en Lesoto va de octubre a marzo. El mes más caluroso es enero. Se pueden llegar a temperaturas entre 10-18ºC. El invierno o temporada fría de la zona va de marzo a octubre, siendo el mes de julio el más frío del año. Las temperaturas normalmente oscilan entre -3ºC a 10ºC (piensa pero que cuanto más altura, más frío hará también).

Sin embargo, el problema es que las épocas de lluvia coinciden con la temperatura cálida, así que encontraremos más lluvia cuando hace mejor temperatura. El mes que llueve más pues, es también enero y los meses que llueve menos es junio-julio.

Para nosotros, los meses más aconsejables serían abril y mayo puesto que es relativamente seco y no hace demasiado frío o bien, de septiembre a octubre, ya que todavía no habrán empezado las lluvias de verano.

Sin embargo, ya sabéis que el tiempo es relativo y cambiante actualmente. Nosotros visitamos Lesoto en abril, teóricamente uno de los mejores meses para hacerlo y sin embargo, la semana anterior a subir, había estado toda la semana lloviendo intensamente.

¿Qué hacer en Malealea y el valle de Makhomalong?

– Hacer una excursión a la cascada de Botsoela

Es la excursión más famosa que se puede realizar en esta zona. La caminata dura unas 4 horas ir y volver desde el Malealea Lodge hasta llegar a la maravillosa cascada de Botsoela. La ruta en sí, no es difícil, pasa por caminos de tierra en medio de pueblecitos basotho y un paisaje impresionante.

La primera parte, de ida, es de bajada, ya que hay que adentrarse en el desfiladero de Pitseng, hasta llegar al río Makhaleng. Desde este punto, habrá que ir siguiendo el río y cruzándolo en ciertos puntos, hasta llegar al destino final: la cascada Botsoela que mide unos 40 metros de altura. Allí podrás relajarte un buen rato disfrutando del agua y de las vistas, y tomar fuerzas, por lo que será la vuelta, una continua subida hasta otra vez el pueblo de Malealea. Puedes realizar esta ruta con un guía local (de esta manera, estarás promocionando también la economía local) que encontrarás en el Malealea Lodge. El precio de esta excursión es de 100 malutis por persona.

– Alucinar con las pinturas rupestres de Tohlong

Otra excursión bonita a realizar en esta zona es ir a ver las pinturas rupestres Tohlong que se encuentran situadas en tres cuevas colgadas en medio del desfiladero de Pitseng. Las pinturas rupestres datan de hace unos 1000 años atrás, aunque no se sabe exactamente el período, y están hechas por el pueblo San. Las pinturas rupestres representan la caza, la vida cotidiana y los animales que podían verse en la zona durante la época de esta primera civilización que habitó allí. Intenta ir cuando el sol no vaya directo a las pinturas, así podrás verlas mejor. Puedes realizar esta ruta con un guía local (de esta manera, estarás promocionando también la economía local) que encontrarás en el Malealea Lodge. La excursión tiene una duración de unas 3 horas y un precio de 75 malutis por persona.

– Hacer la ruta circular de todo un día que une las pinturas rupestres Tohlong y la cascada de Botsoela

Nosotros decidimos hacer estos dos puntos, los más famosos de la zona, en una excursión de un día. Es una excursión muy bonita que recorre el desfiladero de Pitseng y que recorre el río. Dura aproximadamente entre unas 5 a 7 horas, dependiendo de cuántas veces te pares o si te entretienes mucho en la cascada para bañarte. Así, que cuenta un día entero llevándote la comida, si quieres hacer como nosotros.

Nosotros la hicimos con un guía local, Rakitsa, que nos llevó a recorrer los bellos paisajes de su casa. Este guía local forma parte del proyecto comunitario que tiene el lodge de Malealea, que forma a personas del pueblo para apoderarlas y que sean ellas las que se beneficien del turismo que recibe la zona. El guía recibe una parte del dinero que das y la otra parte va destinada al lodge, para que pueda seguir realizando sus proyectos comunitarios. Puedes realizar esta ruta con un guía local (de esta manera, estarás promocionando también la economía local) que encontrarás en el Malealea Lodge. El precio de la excursión es de 125 malutis por persona.

– Escuchar música tradicional basotho

Cada noche, después de la maravillosa puesta de sol que se puede ver desde el patio del lodge Malealea, existe la posibilidad de escuchar un coro de música basotho de gente del pueblo y también una banda de música local: The Malealea Band o los Sotho Sound. Estas dos actuaciones se realizan en la explanada más grande que tiene el lodge donde de fondo se ven las montañas Maloti. Tocan música tradicional del país, con instrumentos con materiales reciclados. Los músicos, son pastores durante el día que cuidan a su rebaño de vacas u ovejas, y que por la noche, para sacar un sobresueldo, actúan para la gente interesada en escuchar canciones del país. Esta actividad, forma parte también, de los proyectos que realiza el lodge para apoderar a la gente local y hacer que participe de la vida del alojamiento, haciéndoles sentir partícipes del proyecto. Al finalizar la actuación, si se desea, se realiza una pequeña donación voluntaria a los grupos musicales.

– Hacer un pony trekking por la zona

Otra de las actividades estrella a realizar es la excursión en pony por la zona. Nosotros esta actividad no la hicimos ya que hacía unos días acabábamos de vivir una de las experiencias más espectaculares del viaje a la zona de Mokhotlong: atravesar las montañas Maloti en caballo con la familia Ntlhoki (si quieres conocer nuestra experiencia, clica aquí) . Para nosotros una decisión muy acertada y más, haciendo una ruta en una de las zonas más altas del país. Sin embargo, si no podéis ir al este del país por alguna razón, pensamos que aquí puede ser una buena alternativa para hacer el pony trekking y además, también, beneficiar a la población local de la zona. El precio que pagas al lodge revierte a la población local, ya que éstos alquilan los caballos y los materiales a diferentes personas del pueblo y los guías son gente de allí. Se pueden realizar excursiones de medio día, de un día entero o incluso pernoctar algunas noches. Puedes encontrar los precios de los trekkings con pony aquí.

¿Dónde dormir en Malealea y el valle de Makhomalong?

El principal alojamiento que destacamos en esta zona es, sin lugar a dudas, el Malealea Lodge. De todas formas, si quieres acampar por libre, también encontrará diferentes zonas ya que se trata de una parte muy rural del país:

– Malealea Lodge: Este lodge en medio de este hermoso valle de Makhomalong, es para nosotros, la mejor opción para descubrir la zona. Situado en la población de Malealea de donde viene el mismo nombre, su origen como hemos dicho el principio fue un punto comercial de la zona, entre Sudáfrica y Lesoto. Rodeado de montañas, este alojamiento dispone de un hermoso paisaje y ofrece hermosas excursiones para realizar durante el día. Además, el dinero gastado en alojamiento y actividades, revierte directamente a la población local a través del Malealea Development Trust, una organización local que trabaja con diferentes proyectos sociales para mejorar la comunidad, la salud y el bienestar, la educación y el cuidado de niños vulnerables de la zona. Existen diferentes tipos de habitaciones, cabañas o camping, según las preferencias y presupuestos. Puedes encontrar los precios aquí.

Nuestra ruta

Malealea era nuestro último destino después de dos semanas por este pequeño país de montañas y que tanto nos había enamorado. Nos encontrábamos a inicios de mayo de 2022, y tocaba seguir avanzando hacia Ciudad del Cabo (con una visita previa al Kalahari) para dejar el coche y seguir nuestro año sabático por África en transporte público y por la costa oeste. Después de un largo día visitando las cuevas Ha Kome y Thaba Bosiu, condujimos por la tarde un par de horas hasta llegar a Malealea Lodge, donde pasaríamos las últimas 3 noches en el país.

Malealea es un pequeño pueblo situado en medio del valle de Makhomalong. Es un pequeño paraíso desde donde puedes desconectar unos días y disfrutar de diferentes excursiones, relajarte y contribuir a la economía local, ya que el dinero gastado en dormir, comidas y actividades de su principal alojamiento (Malealea Lodge) revierten directamente en la población local a través del Malealea Development Trust, una organización local que trabaja con diferentes proyectos sociales para mejorar la comunidad, la salud y el bienestar, la educación y el cuidado de niños vulnerables de la zona.

Nosotros llegamos al atardecer, donde estuvimos hablando con Bob, uno de sus encargados, sobre el turismo y Covid; sobre la necesidad que tienen ellos que vengan turistas; y sobre las diferentes actividades a realizar. Estaríamos solos en un oasis en medio del valle y, por eso, Bob nos ofreció dormir en una habitación y no en nuestra tienda como llevábamos haciendo durante nuestro viaje a Lesoto. Y, nosotros, lo agradecimos porque cuando se va el sol, a Lesotho hace frío…

Al día siguiente decidimos tomarlo con mucha calma. Aprovechamos para lavar ropa, escribir el blog, leer y descansar caminando por sus alrededores. De vez en cuando, pasaba algún burro (animal) por delante nuestro mientras distintos trabajadores ponían a punto algunos caballos. Y es que esta zona también es muy popular para realizar excursiones con estos animales recorriendo diferentes puntos del valle. De hecho, llegaron una familia de franceses y un matrimonio de Suráfrica. El entorno era muy bonito y el alojamiento estaba muy bien. Por la tarde, incluso, nos ofrecieron un concierto de canciones realizado por la coral y, después, por un grupo de música que tocaba con instrumentos reciclados. ¡Una muy buena velada!

Después de este día de relax (que, de vez en cuando, es necesario cuando haces un viaje tan largo), al día siguiente sí iríamos a descubrir el entorno de este valle con una excursión de unos 16 kilómetros con Rakitsa, un chico rasta de la zona. Quedamos con él a las 9h de la mañana, así que fuimos a dormir con muchas ganas de descubrir el entorno de este pequeño paraíso.

Al día siguiente a las 9h Rakitsa ya estaba allí en la entrada. Con él, iríamos caminando, primero, hasta unas pinturas rupestres san que estaban en unas cuevas, y después haríamos una excursión hacia las cascadas Botsoe, las más conocidas del valle. La excursión fue muy agradable, y pudimos conversar muy tranquilamente de muchos temas con Rakitsa. Cuando nos cruzábamos con alguien, le saludábamos en sesotho y la gente se reía de ver a dos muzungus intentando hablar su idioma local… Pero a nosotros nos gustaba hacerlo. De hecho, uno de los secretos de poder interactuar con la gente local es dirigirte con su idioma, y ​​esto lo poníamos en práctica en cada país.

Llegamos por un terreno con pendiente hasta abajo un riscal, desde donde en una de sus rocas podríamos ver algunas de las pinturas rupestres. Según nos explicó Rakitsa, hace unos años algunas gentes las había deteriorado y realmente era una pena porque tenían un valor histórico y simbólico muy importante para esta región. Después de tomar algunas fotos e identificar qué representaba cada pintura, volvimos a subir por el risco y nos dirigimos hacia la otra punta del valle.

Allí llegamos a un río y coincidimos con la familia de franceses que iban con otro guía. Tuvimos que cruzar el río varias veces descalzándonos ya que a veces no había piedras donde poner el pie; y después de seguir su curso durante un buen rato, llegamos hasta abajo la cascada. No era de la misma belleza que la cascada Maletsunyane de Semonkong (si quieres leer nuestra experiencia, puedes clicar aquí), pero todo el camino para llegar era muy bonito. La cascada Botsoe la teníamos justo encima de nosotros, y cuando llegaron los franceses intentaron sacar un dron pero no se atrevieron a hacerle volar porque no cogía señal y tenían miedo de que se perdiera…

Después de un rato disfrutando de la cascada Botsoe, volvimos atrás por el mismo camino y ahora tocaba subir hasta llegar a Malealea. Pasamos junto a la casa de Rakitsa, y por el camino nos cruzamos con los niños y niñas que volvían de la escuela sonrientes. Desde la distancia, se veía el oasis de Malealea por los cipreses que había plantado en medio del valle, y cada vez estábamos más cerca. Habíamos hecho una ruta larga de unas 6 horas bien completa para despedirnos de las tierras bajas de Lesoto, y disfrutamos mucho también del día en Malealea.

Ahora sí que tocaba decir adiós a Lesoto. Después de una buena ducha y cena en el alojamiento, al día siguiente cruzaríamos de nuevo a Sudáfrica para conducir hacia el norte, dirección al Kalahari. Antes, pararíamos a Maseru un momento en busca de una manta típica de Lesoto para llevarnos como recuerdo. Un país donde su gente nos había acogido fantásticamente, y donde habíamos disfrutado de unos paisajes de montaña que no esperábamos en absoluto. ¡Lesoto, un pequeño paraíso muy sorprendente!

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