TANZANIA: Nuestro safari en el Tarangire, Serengeti, Ngorongoro y el Lago Eyasi

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agosto 15, 2021

Tanzania es sinónimo de vida salvaje. Una gran parte del país está formada por diferentes parques nacionales donde habitan los principales mamíferos del planeta, una diversidad de lagos con historia y una reserva con un cráter impresionante como es el Ngorongoro. Además, es un país donde conviven diferentes grupos tribales con sus peculiaridades y que intentan mantener su tradición a pesar del avance de la modernidad.

Leones en el Serengeti.

Nosotros, en nuestro recorrido de 6 días, tuvimos tiempo de vivir cada una de esas partes que tienen la suerte de confluir en el noreste de Tanzania. Fue una experiencia inolvidable, llena de sorpresas, de conocimiento, de aprendizajes y de emociones.

Estar rodeado de los animales más impresionantes en medio de la libertad de la sabana africana y poder verlos en su rutina; conducir en medio de los baobabs del Tarangire, un árbol icónico africano; rodear y bajar a uno de los cráteres más bonitos del planeta y revivir la historia conociendo a diferentes grupos tribales del lago Eyasi son algunas de las actividades que hicimos en nuestro safari.

Cebras en el Ngorongoro.

A continuación, os explicaremos nuestra experiencia durante nuestro recorrido por el parque Tarangire, el Serengeti, la reserva y el cráter del Ngorongoro y el lago Eyasi. Si queréis saber los aspectos clave para organizar un safari, podéis leer este artículo.

Nuestro equipo

Antes de explicar nuestro safari, comentaros que nosotros decidimos hacer un safari de 6 días con la empresa Oltumure Tour&Safaris de Robert. Tras valorar si lo hacíamos por nuestra cuenta con nuestro vehículo y después de nuestro cambio de planes a última hora por el retraso de la llegada del coche en Mombasa, contactamos con algunas de las agencias de safari de Arusha para llevar a cabo un safari privado. Habíamos visto muy buenas referencias de Oltumure Tours&Safaris y después de hablar y negociar con Robert, decidimos hacer el safari con ellos. Son unos grandes profesionales, con una respuesta rápida a todas tus dudas, dispuestos siempre a ayudarte, y con una gran relación calidad-precio.

Durante estos 6 días, estuvimos viajando con un Toyota 4×4 de safari, con un techo elevable desde donde te podías levantar para ver los animales, doble depósito de gasolina, nevera y diferentes enchufes USB para cargar todos los aparatos electrónicos. El coche, como la mayoría de vehículos de safari que vimos durante nuestro recorrido, estaba muy bien cuidado y en muy buen estado.

Nuestro coche de safari.

En este viaje que hicimos nosotros dos solos, nos acompañó Hassan, nuestro conductor-guía. Una persona muy profesional y muy cercana. Desde el primer día, nos hizo sentir como en casa. Conducía con precisión y conocía sobradamente todos los parques nacionales donde estuvimos. Tenía un ojo especial a la hora de buscar animales, ya que encontraba leopardos camuflados entre las ramas de un árbol o guepardos estirados en medio de la sabana. Gracias a él, pudimos ser los primeros en ver dos rinocerontes negros en el cráter del Ngorongoro, uno de los animales más buscados. Además, nos contó muchas curiosidades sobre los animales y sobre la cultura tanzana. Una gran persona, un gran conductor y un gran guía. Si podéis, haced el safari con él.

Hassan, nuestro conductor-guía.

También nos acompañó Abraham, nuestro cocinero que también era conocido como Mr. Delicious. En todos los safaris organizados, hay un cocinero que te acompaña y es la persona que se encarga de cocinar todas las comidas durante todos los días. Él también viaja contigo en el coche, pero a veces se queda en el camping montando las tiendas o preparando un picnic para llevar y poder comer bajo la sombra de una acacia. Mr. Delicious nos cocinó de maravilla con un amplio menú de sopas, pasta, verduras, arroz, pollo, patatas, huevos, fruta… Si quieres, también te pueden ofrecer un menú vegetariano. ¡Un gran cocinero que nos alimentó muy y muy bien!

Finalmente, también vino con nosotros Edgar, un chico de 18 años de Arusha que estaba estudiando en la escuela de natura para ser guía turístico. Habitualmente, en los safaris organizados viajan 2 personas: el conductor-guía y el cocinero. Pero Robert nos pidió si podía venir también este estudiante en prácticas con nosotros, y obviamente no pusimos ningún inconveniente. Nos explicó las características de los diferentes parques y de algunos animales mientras Hassan le aconsejaba y le hacía de maestro. Un chico muy majo y al que se le notaba la ilusión en los ojos: también era la primera vez que pisaría el Ngorongoro, el Serengeti y el lago Eyasi y estaba verdaderamente entusiasmado.

Edgar, estudiante en prácticas para ser guía profesional.

Gracias a todo este gran equipo, disfrutamos de una gran experiencia en nuestro safari. ¡Gracias Oltumure Tour&Safaris!

El equipo safari (falta Mr. Delicious)

Nuestro recorrido

El primer día nos encontramos a las 10 de la mañana en el aeropuerto de Arusha con Robert, nuestro coche de safari y todo el equipo de Oltumure Tour&Safaris tras un viaje desde Zanzíbar en avioneta de aproximadamente dos horas. Habíamos pasado los primeros seis días visitando este archipiélago y ahora tocaba adentrarnos en el continente africano. Si quieres saber cómo fue nuestra experiencia en la isla, puedes leerla aquí.

Tras una primera explicación de Robert sobre la planificación de nuestro safari, ya pusimos en marcha motores dirección a nuestro primer parque nacional de Tanzania: el Tarangire.

1. TARANGIRE

Situado al oeste de Arusha, realizamos un trayecto de dos horas aproximadamente hasta llegar a la entrada del Tarangire, un parque nacional emblemático por su paisaje de baobabs y el gran número de elefantes que se pueden ver.

Elefante y baobab en el parque nacional del Tarangire.

Para llegar, tienes que cruzar la población de Minjingu, la puerta de entrada al norte de este parque nacional, y una vez formalizada todas las tasas de acceso (para saber los precios, puedes leer este artículo sobre cómo organizar un safari) ya te encuentras dentro de uno de los parques más grande de Tanzania con una extensión de 2.850 kilómetros cuadrados.

 

Laia, un baobab y la entrada del Tarangire.

El Tarangire destaca por la gran presencia de baobabs y elefantes que se encuentran, convirtiéndolo en un parque muy fotográfico. Rodeado por el río Tara, es uno de los parques más accesibles y económicos de esta zona.

El río Tara.

Comenzamos el trayecto observando diferentes grupos de impalas y cebras en medio del camino, que se protegían del sol bajo la sombra de los baobabs. ¡Esta combinación de animales y baobabs es increíble!

Nuestros primeros impalas en el Tarangire.

Un impala muy fotográfico.

Cebras y baobabs.

Tras recorrer algunos kilómetros, vimos por primera vez el río Tara. A su alrededor había una manada de elefantes que descansaban junto a la orilla del río. Algunos estaban acostados, otros bebían agua y otros comían. ¡Qué recibimiento que tuvimos con los primeros elefantes del Tarangire!

Nuestros primeros elefantes, con jirafas al fondo, en el río Tara.

Nos acercamos con el coche a la orilla, y allí los vimos de cerca, grandes y pequeños, machos y hembras, con sus colmillos de marfil, los rasgos faciales, su trompa con la que se echan arena a sobre, comen y beben agua, y su gran majestuosidad. Toda la manada fue desfilando cruzando el río y pasando por nuestro lado trepando por el camino para seguir su ruta. ¡Brutal!

Laia tomando fotos desde el coche.

Elefantes cruzando el río Tara.

Los elefantes son los animales terrestres más grandes de todo el planeta. Son considerados también uno de los que tienen mejor olfato, llegan a oler con la trompa a más de 10 kilómetros de distancia. Además, pueden llegar a comunicarse entre ellos a miles de kilómetros de distànica. Si quieres saber más sobre este animal, puedes clicar aquí.

Elefante en el Tarangire bebiendo agua.

Después de estar alrededor de media hora contemplando estos mamíferos, seguimos rodeando el río Tara hasta que nos paramos en un lugar a comer un picnic en el coche mientras observábamos más elefantes desde la distancia. El paisaje del Tarangire es muy bonito porque está rodeado de árboles, creando unos entornos muy fotográficos.

La vista que tuvimos durante nuestra comida en el Tarangire.

Justo después de comer, Hassan encontró un leopardo camuflado sobre una rama al otro lado del río. Estaba bien quieto reposando. ¡Estos animales son muy difíciles de ver y nosotros habíamos visto el primero de nuestro safari! Fuimos en busca de este leopardo que estaba en un lugar bastante inaccesible cuando por la radio que tienen los conductores de los coches de safari avisaron que había otro leopardo cerca de donde estábamos nosotros…

Y, sí, allí pudimos observar el leopardo desde la distancia con toda su elegancia. Primero tumbado de espaldas sobre una rama y, posteriormente, de pie mientras bajaba del árbol y se perdía su pista entre los matorrales altos del Tarangire.

Un leopardo bajando de un árbol.

Con eso, ya estábamos mucho más que satisfechos, pero aún tuvimos suerte de ver más elefantes junto al camino (¡casi los podíamos tocar de tan cerca que estábamos!) y una cría de elefante con su madre; jirafas comiendo su comida favorita que se encuentra en las acacias (si quieres saber más sobre el animal terrestre más alto del mundo, clica aquí); y unas mangostas jugando alrededor de su madriguera.

Dos crías de elefante.

Una jirafa en el Tarangire.

Mangostas jugando alrededor de su madriguera.

Un video de nuestro recorrido en el Tarangire, con baobabs y elefantes.

Antes de volver hacia la puerta de entrada, fuimos a un mirador (con los monos como principal animal a la espera de algún despistado para robarle la comida) donde está permitido bajar del coche para ver una perspectiva elevada del río Tara y toda la vegetación que se puede encontrar en este parque nacional.

Esteve y el horizonte del parque Tarangire.

Vista panorámica del Tarangire.

El Tarangire nos sorprendió muy positivamente porque tiene unos paisajes únicos que no puedes ver al resto de parques, una gran cantidad de baobabs, un gran número de elefantes y otros animales como los leopardos o los antílopes que se refugian bajo los grandes árboles del Tarangire. ¡Un lugar que destacamos efusivamente que visitéis!

Los baobabs, un árbol emblemático de África.

Después de salir del parque, condujimos dirección a Mto Wa Mbu, un pueblo donde habitan casi todas las tribus que hay en Tanzania. Por el camino, podréis ver diferentes asentamientos masái junto a la carretera y, de vez en cuando, un coche de safari que los visita. Nosotros, en este caso, decidimos no hacer ninguna parada con la tribu masái esperando poder conocerla en nuestro viaje a Kenia.

Llegamos al atardecer al Fanaka Campsite que dispone de ducha de agua caliente, wifi y un lugar para comer. Allí tuvimos la primera cena de Mr. Delicious y fuimos a dormir todavía entusiasmados de los baobabs, los elefantes, los leopardos y los animales del Tarangire.

Elefantes en el río Tara.

Elefantes y baobabs.

2. SERENGETI

El segundo día salimos de Mto Wa Mbu dispuestos a llegar a la entrada del parque nacional del Serengeti alrededor de las 14h para comer allí.

Durante el primer tramo del recorrido cruzamos una montaña del valle del Rift con unas preciosas vistas sobre el lago Manyara (situado justo al lado de Mto Wa Mbu) y, posteriormente, seguimos conduciendo hasta llegar a Karatu, el último pueblo antes de entrar en la reserva del Ngorongoro.

Entrada de la reserva del Ngorongoro.

Para entrar en el Serengeti desde Karatu es necesario cruzar la reserva del Ngorongoro. Hay dos tipos de entrada: una entrada de tránsito para cruzar la reserva durante el mismo día y otra entrada con el mismo importe que te permitirá bajar al cráter del Ngorongoro. Los precios y las localizaciones los puedes encontrar en este enlace.

Cruzar la reserva de Ngorongoro significa conducir por caminos de tierra arcillosa de una altitud importante, rodeados de árboles y vegetación frondosa con elefantes que vimos muy cerca de la carretera. Durante el segundo tramo del recorrido, puedes detenerte a un mirador para observar la inmensidad de la caldera del Ngorongoro. En la reserva, se permite la presencia de vida humana (en los parques nacionales está prohibido vivir). En el Ngorongoro se calcula que habitan alrededor de 50.000 personas, principalmente masáis que fueron trasladados, por el gobierno, del Serengeti a esta reserva.

Vista del interior del cráter desde el mirador.

Esteve y Hassan en el mirador del cráter del Ngorongoro.

El tercer tramo del recorrido transcurre por diferentes poblados masái con un lago como paisaje de fondo. Realmente, es un lugar muy aislado, sin electricidad donde debe llegar muy pocas noticias del mundo exterior de la reserva. El camino es muy bonito. Vimos pastores caminando con sus rebaños (la mayoría niños y niñas) mientras nos alejábamos de las montañas para adentrarnos de nuevo en la gran llanura africana.

De camino al Serengeti pasando por pueblos Masai.

Pastora Masai con su rebaño.

Ahora, sí, después de este recorrido por la reserva del Ngorongoro y de atravesar una primera puerta, entramos en el parque nacional del Serengeti, uno de los parques más importantes del planeta para la visualización de animales salvajes.

Primera puerta de entrada al Serengeti.

La palabra Serengeti, que en swahili significa llanura sin fin, explica muy bien la magnitud del lugar donde nos encontrábamos. Con una extensión de 14.763 kilómetros cuadrados, éste es uno de los parques más grande de Tanzania, tal como nos explicó Edgar, nuestro estudiante en prácticas. Se trata de uno de los lugares más impresionantes de todo África.

Laia mirando la llanura interminable del Serengeti.

Con kilómetros y kilómetros de sabana africana, durante los meses de julio a octubre se puede ver uno de los mejores espectáculos de la naturaleza: la gran migración de ñus y cebras cruzando el río Mara dirección en el Masai Mara en busca de mejores pastos, mientras sus depredadores esperan dentro del río (los cocodrilos, por ejemplo) o bien fuera (los leones, entre otros) para cazar y hacer una buena comida. La migración a la parte del Serengeti tiene lugar en la parte más oriental del parque (la frontera natural con Kenia), por lo que se encontraba muy alejado del punto por donde entramos nosotros (Naaba Hill Gate). Además, a principios de julio que es cuando fuimos, es un poquito pronto para ver la migración. Nosotros esperamos verla desde Kenia, en la reserva natural del Masai Mara.

Después de comer y de haber formalizado el pago de tasas, entramos en el Serengeti entusiasmados de encontrar mucha vida animal. ¡Y, sí, encontramos muchísima! De camino hacia nuestro camping situado en la parte central de Seronera, vimos manadas de cebras en posición de vigilancia; antílopes como las gacelas Thompson, los búbalos, los impalas y los dic-dic; leonas y cachorros descansando bajo una gran acacia; monos que iban en grupo de una forma anárquica; seguimos un río donde encontramos una piscina natural llena de hipopótamos que impresionaba por el ruido que hacían cuando se molestaban entre ellos; y también vimos unas jirafas elegantes que nos miraban desde las alturas.

Cebras en posición de vigilancia en el Serengeti.

Gacelas Thomson machos y hembras. ¿Quién es quién?

Búbal corriendo en el Serengeti.

Monos en el Serengeti.

Familia de leones descansando en el Serengeti.

Dic-dic, uno de los animales más pequeños del Serengeti.

Piscina natural de hipopótamos juntos en un río en el Serengeti.

Hipopótamo en primer plano.

Nuestro primer game drive en el Serengeti y no nos había decepcionado para nada. Llegamos al Nyani Campsite, nuestro alojamiento durante los siguientes dos días. Allí, compartimos espacio con otros grupos de safaris mientras cenábamos todos en la misma área y otros hacían una hoguera fuera para protegerse del frío. Al día siguiente nos esperaba un día largo y completo por el Parque Nacional del Serengeti.

Nyani Campsite.

Paisaje del Serengeti.

El segundo día, una vez ya habíamos desayunado, salimos en busca de animales más complicados de encontrar como el leopardo, los rinocerontes o el guepardo. Avanzamos hacia el sur del parque, donde encontramos diferentes oasis de piedras y árboles en medio de la gran inmensidad de la sabana. Parecía que estuviéramos de lleno en la película del Rey León. Un paisaje natural creado hace millones y millones de años y que era una imagen espectacular para la retina humana.

Oasis en el Serengeti.

¡Buenos días Serengeti!

De hecho, en medio de uno de estos oasis encontramos una leona tomando el sol sobre una roca que no se inmutó de nuestra presencia. Después de hacer algunas fotografías, continuamos avanzando por este oasis cuando Edgar gritó: – Look, the male! Con una mirada de ilusión y un sentimiento de emoción para una persona que es de Arusha, que quiere ser guía y que con 18 años es la primera vez que entra en el Serengeti; el joven señaló sobre la roca principal y, allí, acostado pero con la cabeza levantada con aquella masa de pelo alrededor del cuello tan característica de los leones machos, vimos el rey de la Selva.

Leona tomando el sol delante de nosotros.

La misma leona desde otra perspectiva.

El rei de la Selva.

Quedamos boquiabiertos de su majestuosidad. El silencio reinaba en aquel entorno, sólo interrumpido por el ruido del viento y por unos aullidos de una leona que se acercaba caminando desde la otra punta hacia el oasis. Según Hassan, nuestro guía, estaba buscando a sus crías. Subió hacia donde se encontraba el león macho y después se acabó camuflando en medio de la vegetación del oasis en busca de los cachorros. ¡Una escena preciosa!

Leona caminando en busca de sus hijos.

Leona en el Serengeti.

En el Serengeti, y en la parte central y sur de Seronera, hay una gran concentración de leones. Nosotros, aquella mañana, encontramos dos familias más, una de las cuales estaba junto a un esqueleto de ñu. Seguramente, la comida que hicieron el día anterior por la noche.

Familia de leones.

Leonos cachorros jugando.

Seguimos explorando el Serengeti cuando de repente Hassan empezó a acelerar más rápido. Por la radio, le habían informado de un guepardo que se encontraba cerca de donde estábamos nosotros. Al poco, vimos dos coches de safari en el horizonte y unos metros más allá un guepardo solitario mirando hacia el más allá. ¡Nos encontrábamos cara a cara con el animal más rápido de todo el mundo! Un animal que tiene una cabeza más pequeña que el leopardo y unas manchas diferentes, aparte de la línea negra de la nariz y de los ojos.

El guepardo, el animal más rápido del mundo.

Un primer plano del guepardo.

El guepardo y la inmensidad del Serengeti.

Comimos bajo la sombra de una acacia con la única presencia de un panal de abejas que estaba suficientemente alejado para no molestarnos, mientras bailábamos y cantábamos la canción de Jerusalema en medio de la sabana africana. Hassan nos dijo que donde estábamos no había peligro, y evidentemente, de él nos fiábamos al 100%.

Comiendo con todo el equipo de Oltumure Tours & Safaris bajo una acacia del Serengeti.

Por la tarde, después de comer, observamos unos facóqueros que iban a abrevar en una balsa de agua y se encaraban a unas hienas que estaban medio dormidas; vimos más familias de leones y más hienas; jirafas; una hiena en medio de una manada de gacelas Thompson pero que en ningún momento las atacó; un par de chacales; diferentes aves como las gallinas de Guinea; y unos ratones que se encontraban escondidos en el oasis de la sabana y que se subían a las rocas. Estos se llaman Hyrax y son como el elefante: tienen una gestación de 210 días y 4 dedos en las patas delanteras y 3 en las patas traseras.

Dos facóqueros enfrontándose a una hiena.

Gallina de Guinea, una de las aves predominantes en el Serengeti junto con el pájaro secretario.

Dos chacales paseando por el Serengeti.

¿Qué ves encima de la roca? Es un hyrax, un animal que comparte muchas cosas con los elefantes.

Leona tratando de dormir en el Serengeti.

Una jirafa y la sabana africana.

Un facóquero, el Pumba de la película El Rey León.

Una hiena en el Serengeti.

Después de tener la sensación de estar viendo un documental de National Geographic en directo, volvimos al camping donde al día siguiente nos tocaba despedirnos de esta llanura sin fin.

Llanura del Serengeti con sus oasis.

Leones en el Serengeti.

Al día siguiente, bien temprano a la mañana, partimos dirección a la puerta de entrada por donde accedimos (Naaba Hill Gate) pasando por el otro lado del río para hacer un game drive antes de las 14h del mediodía, momento que teníamos que ser fuera del parque. Pensad que las entradas duran 24 horas independientemente de tu hora de entrada.

Caminos del Serengeti.

Ya sólo salir del camping, observamos unas leonas que estaban a pocos cientos de metros de nuestro recinto. Al otro lado del río, vimos algunos hipopótamos; una familia de elefantes; una manada de búfalos; ñus; un esqueleto de antílope que no estaba del todo acabado colgando arriba de una rama (seguramente la cena del día anterior de algún leopardo); jirafas; búbalos; la espalda y la cola de un leopardo que reposaba desde la lejanía arriba de una rama de una acacia (¿sería el mismo que se había comido el antílope la noche anterior?); y un león macho que reposaba junto a la orilla del río junto con dos leonas que estaban unos metros más allá. De repente, una de las leonas se levantó y se fue a acariciar el león macho, que no se dejaba mucho y que se fue más allá a descansar. Realmente, las leonas son las que cazan y hacen todo el trabajo, mientras que los leones machos son los reyes; pero también unos vagos.

Hipopótamos en la orilla del río.

¿Ves al animal camuflado en esta foto? (Pista: Lacoste)

Un elefante, un animal que no está tan presente en el Serengeti como en Botswana.

¿Ves al leopardo descansando sobre el tronco del árbol?

Manada de búfalos en el Serengeti.

Leona y león en el Serengeti.

Seguimos conduciendo disfrutando de un paisaje más abrupto que no la llanura de los días anteriores, hasta que llegamos a un lago lleno de flamencos. De aves en el Serengeti también se pueden encontrar. La que más gracia nos hizo (y que vimos bastantes veces) es el ave secretario. Recibe este nombre por su peculiar librea, gris y con las patas negras, y con un pincel de largas plumas como llevaban los secretarios británicos hace siglos.

Flamencos en un lago en el Serengeti.

El pájaro secretario del Serengeti.

Paisaje más abrupto del Serengeti.

Justo antes de salir del Serengeti, nos esperaba una de las mejores escenas que vivimos durante nuestro safari. Ya habíamos recogido todas las cámaras fotográficas cuando, de repente, Hassan paró el coche. Justo al lado del camino, había un guepardo solitario que estaba mirando hacia el otro lado donde habían unas impalas comiendo. ¡El guepardo estaba realmente a 3 metros de distancia de donde estábamos nosotros! Como se encontraba en el camino principal, otros coches se detuvieron detrás nuestro y creo que por culpa de eso, el guepardo no pudo cazar el impala. Cruzó el camino trepando en el capó de un coche y se fue acercando silenciosamente hacia las impalas. Pero ya era demasiado tarde porque éstas ya habían huido de la escena. ¡Que pasada ver este guepardo tan de cerca!

El guepardo mirando al impala al otro lado de la carretera.

El guepardo sobre el capó de un coche sin perder de vista el impala.

Ahora, sí, tocaba decir adiós al Serengeti e ir dirección al Simba Campsite, encima del cráter del Ngorongoro. El Serengeti es un parque inmenso, lleno de vida salvaje donde quizás no hay tanta concentración de animales como en Botswana (allí los parques como el Chobe son más pequeños pero ves muchos más animales -aunque pocos leones- en menos tiempo. Para leer nuestra experiencia en este parque impresionante de Botswana clica aquí), pero es un parque imprescindible durante tu viaje en Tanzania.

¡Gracias Serengeti!

¡Hasta pronto!

En cuanto a la cantidad de gente, por lo que nos comentó Hassan nosotros hemos tenido bastante suerte. Hemos visitado el parque en julio del 2021, aún con la pandemia del coronavirus muy presente. Y, ésto se ha notado con mucha menos presencia de visitantes y turistas. Durante nuestro safari, como mucho coincidíamos en un lugar con dos o tres coches más, mientras que antes de la pandemia era habitual encontrarse en temporada alta hasta quince o veinte coches en la escena de algún animal. En este sentido, ¡fuimos unos afortunados!

Caminos del Serengeti.

Paisaje del Serengeti.

El Serengeti es uno de los parques más importantes e imponentes de todo África. Si estás en Tanzania durante la gran migración, ve al parque. Y, si no, también, porque verás vida salvaje en libertad que en pocos lugares del mundo puedes ver.

Cebras y jirafas cruzando un camino del Serengeti.

3. NGORONGORO CRATER

Después de las emociones vividas en el Serengeti durante los días anteriores, volvimos a la Reserva del Ngorongoro donde nos alojamos en el camping público Simba Campsite. Es la noche que pasamos más frío ya que se encuentra a una altitud importante. Además, es habitual que al lado de la tienda de campaña se paseen animales como cebras, babuinos, elefantes o hienas. ¡Nosotros vimos todos estos allí cerca! Al día siguiente nos tocaba madrugar a las 5 de la mañana para ser los primeros en entrar al cráter del Ngorongoro.

Simba Campsite.

Laia cerca de un elefante en el Simba Campsite.

El cráter del Ngorongoro (cuyo nombre viene del ruido de los cencerros del rebaño de los pastores masái de la reserva) es, en realidad, una caldera. Hace millones de años, había sido una montaña más alta que el Kilimanjaro pero erupcionó y se convirtió en una de las calderas más grande que hay en la Tierra. Con un diámetro de aproximadamente unos 20 kilómetros, alberga una gran concentración de animales en un espacio único.

Interior del cráter Ngorongoro.

Familia de cebras en el cráter.

Una vez hecho los trámites en la entrada del cráter (el coste para todos los vehículos es de 295$), bajamos al volcán mientras se iba despertando el día en busca de algún leopardo y los rinocerontes negros (ambos difíciles de ver). Pero los primeros animales que encontramos fueron mandadas de búfalos con sus amigos pájaros realizando la simbiosis; manadas de cebras; manadas de ñus y manadas de impalas. Estos tres últimos no salen nunca del cráter y hacen una migración interna dentro del volcán en busca de nuevos pastos.

Búfalo con un amigo.

Manada de cebras.

Manada de ñus.

Gacela Thomson macho en el cráter del Ngorongoro.

En el cráter del Ngorongoro no están todos los animales. ¿Sabéis qué animal no se encuentra dentro de la caldera? En primer lugar el guepardo, que es un animal que sólo come carne fresca y si ve que hay otros depredadores alrededor de una presa, él se aparta de la cacería. El hecho de que sea un animal de carácter social y que se encuentre en un lugar cerrado como el cráter hace que no pueda sobrevivir a allí dentro, ya que son las hienas, los chacales, los leopardos y los leones los depredadores de carne fresca del Ngorongoro. Y, en segundo lugar, las jirafas debido al terreno empinado que hay para acceder a los más de 600 metros de profundidad de la caldera.

En el cráter del Ngorongoro es impresionante la gran cantidad de animales que puedes encontrar. Mires donde mires ves animales en medio de un marco precioso rodeado de montañas. Realmente, si fuera un animal me gustaría vivir en un lugar así. El paisaje es espectacular y al ser también un lugar húmedo, dispone de agua y de campos para alimentarse.

Animales en el cráter del Ngorongoro.

También puedes encontrar diferentes aves al cráter del Ngorongoro como, por ejemplo, los flamencos o la grúa coronada de cuello gris, el animal nacional de Uganda (aparece en el escudo y la bandera nacional de este país) que se caracteriza por una cresta de colores muy bonita.

Grúa coronada de cuello gris, animal nacional de Uganda.

Después de unas horas en busca de los rinocerontes negros, paramos en un lago donde puedes bajar a estirar las piernas e ir al baño. Allí, en el lago, descansaban algunos hipopótamos que de vez en cuando sacaban los ojos para ver qué hacíamos los humanos allí.

Hipopótamos sacando la cabeza en un lago del Ngorongoro.

Laia, Hassan y Edgar en el cráter del Ngorongoro.

Fuimos bordeando la caldera por dentro disfrutando de uno de los paisajes naturales más bellos del planeta. Por el camino, más manadas de cebras, búfalos y ñus; chacales; una hiena herida de una pierna acompañada de otra hiena; un elefante a la distancia; o una hiena en medio del camino intentando acercarse a una cebra que galopaba alejándose de ella. Vida salvaje en directo, pero los rinocerontes aún no aparecían.

Manada de cebras en un camino dentro la caldera del Ngorongoro.

Un búfalo en el Ngorongoro.

Manada de ñus.

Una pequeña hiena en el Ngorongoro.

Un chacal al lado del camino.

Hiena persiguiendo a una cebra.

Recorriendo el cráter del Ngorongoro.

También fuimos afortunados de ser espectadores de una escena íntima entre dos leones (macho y hembra) que se encontraban de luna de miel. El león macho copula aproximadamente cada diez minutos con la hembra, aunque la acción sólo dura entre 5 y 10 segundos. ¡Fue muy divertido ver como el león se intentaba acercar a la leona y ella, de vez en cuando, no se dejaba!

Leones copulando en el cráter del Ngorongoro.

Ya era hora de volver hacia el camping a comer y hacer camino hacia el lago Eyasi, nuestra última parada del safari. Habíamos sido unos afortunados de ver la fauna animal en una caldera llena de vida y rodeada de un cráter que la hacía ser más especial. Realmente, tenías la sensación de estar dentro de un volcán donde la huella humana casi no está presente, excepto por los diferentes coches de safari que bajan cada día allí.

Dentro del cráter del Ngorongoro.

Caminos del cráter del Ngorongoro.

Paisaje de la caldera del Ngorongoro.

Justo antes de entrar en el bosque de vuelta, Hassan se paró en seco, y con la ilusión de quien encuentra un tesoro escondido, nos dijo: – The black rhino! Y, sí, justo al lado del bosque salían dos rinocerontes negros caminando en fila india hacia el espacio abierto dirección a una balsa de agua. En ese momento, estábamos allí solos, rodeados de cebras, búfalos y impalas, y con dos rinocerontes (uno de los Big Five) caminando tranquilamente por la caldera del Ngorongoro.

Dos rinocerontes negros en el Ngorongoro.

Después de esta inesperada sorpresa, enfilamos arriba hacia los 600 metros de desnivel mientras veíamos como la caldera se hacía pequeña frente nuestros ojos. El Ngorongoro es uno de los lugares más especiales de Tanzania. Hassan, a la hora de comer, ya nos lo dijo: – You have been very lucky! Pero, no, hemos sido nosotros que hemos tenido mucha suerte de tenerlo a él como guía-conductor.

Vista del cráter mientras subíamos los más de 600 metros de profundidad de la caldera.

Cebras dentro el cráter del Ngorongoro.

Una bonita perspectiva del cráter del Ngorongoro.

4. LAGO EYASI

Por la tarde, tocaba salir de la reserva e ir dirección oeste en busca del lago Eyasi, un lago de aguas alcalinas y estacional (en época de lluvias se llena de agua, mientras que en la estación seca queda totalmente vacío) que está situado a unos 50 kilómetros de Karatu. Durante el trayecto, la vida animal se transforma en vida humana con las personas caminando por el lado de la carretera de grava, y trabajando en las plantaciones de cebolla que encontramos durante todo el recorrido. De hecho, Tanzania exporta mucha cantidad de cebollas en el exterior.

Llegamos a nuestro alojamiento, un pequeño camping que dispone de ducha de agua fría, y nos relajamos allí intentando asimilar todo lo que hemos estado viviendo estos días. Hacia el atardecer, nos acercamos a un pueblo de pescadores que habita justo a la orilla del lago Eyasi. Con casas hechas con cañas de bambú, los pescadores jugaban a cartas a la espera de que se apagara el día para ir a pescar. Nosotros contemplamos embobados como el sol se escondía detrás del lago y las montañas del Rift y, de repente, aquellos pescadores que estaban jugando con cartas de póquer estaban sobre una canoa remando mar adentro.

Una vez ya a cierta distancia de donde nos encontrábamos nosotros, la canoa volvió con las redes ya tiradas al agua. Y una vez en tierra firme, diferentes pescadores se pusieron los extremos de las redes atados a la cintura y, caminando atrás con la fuerza de los pies, arrastraron toda la red. Ésta es la manera como ellos pescan y fue muy bonito poderlo ver en directo mientras el sol se ponía detrás el lago Eyasi. 

Puesta de sol en el lago Eyasi.

El día siguiente era el último día de nuestro safari. El día consistía en una visita a diferentes grupos tribales que habitan cerca del lago Eyasi. Esta actividad nos hacía cierto respeto, porque estábamos asustados por si era una «turistada». Habíamos oído experiencias a otros países bastante desagradables, y no queríamos formar parte de este tipo de circo. De hecho, aún hoy tenemos ciertos sentimientos contradictorios al respecto.

Tribu Hadzabe.

Nos levantamos muy temprano, cuando todavía era oscura noche, para ir a visitar la tribu Hadzabe. Ésta es una tribu cazadora-recolectora nómada que aún mantiene su modus vivendi. Con una población estimada de 1.000 personas, sólo una cuarta parte mantienen la tradición de sus ancestrales.

Llegamos y nos encontramos unos cuantos jóvenes Hadza fumando junto a una hoguera que estaba situada dentro de las cabañas donde duerme esta tribu. Las cabañas eran troncos de leña alargados puestos en vertical y de forma circular que las utilizaban para hacer fuego dentro y protegerse en caso de lluvia. Habitualmente, ellos duermen al raso y realmente, la mayoría de los chicos, tosían como si tuvieran una neumonía. 

Enseguida, nos hablaron con su lenguaje de clics de una forma muy rápida e insistente. Teníamos que ir a cazar pájaros y antílopes, su alimento del día a día. Los hombres suelen ir a cazar, mientras que las mujeres se quedan cuidando de la familia y recolectando frutos y plantas medicinales.

Saliendo de caza con los Hadzabe.

Con arcos y flechas hechas de forma manual con troncos de vegetación de alrededor, nos fuimos con tres jóvenes a cazar por el entorno. ¡Hay que ver cómo andaban esta gente! Iban a gran velocidad, y de vez en cuando, se paraban, levantaban el arco y con la flecha adecuada (tienen diferentes tipos de flecha según el animal que quieren cazar) disparaban. A veces, la flecha se quedaba clavada en un tronco. Esto quiere decir que no la habían acertado. Pero, a veces, te venían con un pájaro con un corte en el cuello causado por la flecha que habían disparado. Para acabar de matarlo, ¡un mordisco en la cabeza!

¡Pájaro cazado!

Estuvimos siguiendo como cazaban durante un buen rato, y volvimos al asentamiento donde también coincidimos con otros turistas. Allí, cocinaron los pájaros sobre la hoguera y se los comieron. A nosotros nos ofrecieron un trozo que aceptamos, aunque después nos arrepentimos.

Flechas hechas a mano utilizadas por los Hadzabe.

Después, nos enseñaron cómo hacían fuego con un cuchillo que hacía de base, y con un tronco que tenía diferentes agujeros, lo ponían sobre el cuchillo, y con un palo vertical empezaban a girarlo con fuerza dentro de uno de los agujeros hasta que al cabo de unos minutos de allí salía calor que aprovechaban para hacer fuego.

Territorio Hadzabe.

Visitamos también las mujeres que estaban con los niños y sus habitáculos nómadas. Durante la visita, algunos hicieron algún baile con algún turista, pero nosotros no nos quisimos poner. Estábamos con la contradicción sobre qué era bueno para ellos: si mantener ciertas tradiciones ancestrales pero a cambio de vivir de cara al turista y tener un modo de financiarse; o mantenerse aislado en aquellos inhóspitos lugares alrededor del lago Eyasi.

Durante el día, nos acompañó Rasuli, un guía local de la zona que también hablaba el idioma de los Hadzabe y que nos explicó muchas cosas sobre los diferentes grupos tribales. De hecho, él está apadrinando diferentes niños Hadza para que vayan a la escuela y puedan aprender; pero a la vez, para nosotros, se convertía en otra contradicción: ¿si educamos estos niños, ellos querrán volver a la vida que tenían sus antepasados, o harán una nueva vida moderna en los pueblos y en las ciudades?

Tribu Hadzabe.

Si queréis saber más sobre la tribu Hadzabe, podéis leer el siguiente artículo donde explicamos más características de este grupo tribal.

Después de visitar los Hadzabe, fuimos a ver la tribu Datoga. Se estima que actualmente hay alrededor de 3.000 miembros. Se dedican al metal y la bisutería. También tienen rebaños y anteriormente habitaban en la reserva del Ngorongoro, pero fueron desplazados por los masái hasta la zona del lago Eyasi.

Tribu Datoga.

La gente de esta tribu destaca por la ornamentación de su cuerpo con pendientes y brazaletes que realizan ellas mismas. Los más viejos, incluso tienen tatuajes sobre los ojos como signo tribal de los Datoga. Actualmente, muchos trabajan en los mercados intercambiando o vendiendo sus materiales de metal.

Entramos en una casa de barro donde nos enseñaron cómo trituraban el grano de maíz para hacer una harina que les servirá para cocinar más adelante. Ponían el grano sobre una piedra que tenía un espacio para amasar y aplastar los grandes con otra piedra, mientras el resto cantaba una canción para animar a la persona que está haciendo la tarea de moler el grano. Nosotros lo probamos y realmente, se necesita mucha fuerza y ​​constancia para obtener varios gramos de harina.

Después, vimos como fundían el metal para darle forma. Los Datoga obtenían los metales de cualquier pieza (clavos, piezas de coche, desechos …). En primer lugar, ponen las piezas de metal dentro de un recipiente para fundirlo en el fuego. Una vez tienen el metal fundido, lo ponen en un molde en forma de cilindro y lo dejan enfriar. Una vez tienen unos pocos, los colocan bajo tierra con cacas de vaca para que se ablanden un poco; y así poder dar forma y patrones diferentes al nuevo metal que han creado. De este modo, crean los brazaletes que posteriormente venderán en el mercado. También crean otros elementos como las puntas de la flecha y lo hacen picando los cilindros de metal fabricados para darle la forma que ellos quieren. Es todo un arte antiguo donde sólo con el fuego, el aire y las piedras se pueden fabricar muchos de los elementos ornamentales de los Datoga, así como también conseguir intercambios con otros grupos tribales.

¡Ellos, de un clavo, hacen una punta de flecha!

Si quieres saber más sobre ellos, puedes clicar este enlace donde también encontrarás información de la tribu de los Datoga.

La visita al lago Eyasi es una visita muy interesante para conocer y entender más de cerca y antropológicamente diferentes grupos tribales que aún mantienen vivas sus tradiciones. A veces, las contradicciones entre modernidad y tradición nos abren muchas vías de reflexión. Y, tal vez visitando estos grupos, estamos ayudando a mantener viva una historia de miles de años.

¿Contradicciones entre modernidad y tradición?

El safari ya llegaba a su final. Nos despedimos de Rasuli y del lago Eyasi, y condujimos hasta Arusha donde nos reencontramos, por la tarde, con Robert. Dijimos adiós a todo el equipo contentos de haber confiado toda la organización a Oltumure Tours&Safaris. Con 6 días hemos vivido unas experiencias muy intensas de vida salvaje animal; de paisajes únicos y espectaculares; de baobabs omnipresentes en el parque nacional del Tarangire; de la vida que encontramos dentro del cráter del Ngorongoro; de enriquecernos culturalmente conociendo diferentes grupos tribales; de la inmensidad de la sabana africana y de uno de los mejores safaris que puedes hacer en África del Este.

¡Una experiencia que no olvidaremos nunca!

Categories: TANZANIA
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