Kpalimé es la zona senderista por excelencia de Togo. Situada justo al lado de la frontera de Ghana, se trata de una zona llena de poblados rurales entre las montañas, cascadas, ríos y un paisaje bien verde que forma uno de los lugares más visitados del país por los amantes de la naturaleza.
La ciudad de Kpalimé se encuentra situada en la región Plateaux de Togo. Esta región, también conocida como Terre de Barre, es conocida por su suelo de color rojo y naranja donde se cultivan los principales frutos del país. De hecho, la mayor parte de producción de café y de cacao de Togo proviene de esta región y por los alrededores de Kpalimé es muy habitual encontrar mucha gente que se dedica a la agricultura y al cultivo de estos alimentos.
Kpalimé es una ciudad tranquila, rodeada de plantaciones de café y cacao y enmarcada por las montañas del Atakora que limitan con Ghana. A pocos kilómetros de la ciudad encontramos el Mount Agou, la montaña más alta del país. En Kpalimé también encontraremos restos de la colonización alemana, como su catedral blanca y roja que es testigo de la influencia germánica que hubo en esta zona, justo antes de que la ocuparan los franceses.
Hoy en día, esta región principalmente agrícola recibe cada vez más visitantes por su atractivo paisajístico. Mucha gente realiza rutas de senderismo con el fin de ir a ver diferentes cascadas, como las de Womé o las Yikpa, también conocidas como Wli, que son las cascadas más altas de África Occidental. Además, hay otras rutas muy interesantes como el Mount Kloto o el pueblo de Kebo Dzigbe, situado justo en la ladera de Mount Agou, donde caminarás entre pequeñas aldeas de casas de ladrillos de barro que se encuentran esparcidas por las laderas de la montaña, y que ofrecen unas vistas panorámicas excelentes de todo su entorno y toda la llanura.
El área de Kpalimé destaca para ser un área con bosques muy densos y donde podremos encontrar mucha fauna y flora, como por ejemplo, una gran cantidad de mariposas. Si visitáis esta zona, podréis desconectar de la naturaleza y vivir durante unos días la vida local campestre de una de las regiones más tropicales del país.
¿Cómo llegar?
Kpalimé se encuentra situado al oeste de Togo, muy cerca de la frontera con Ghana. Es uno de los principales destinos turísticos del país, así que encontramos muchas conexiones para llegar desde Lomé, la capital del país.
La más fácil es a través de un taxi compartido que puedes coger al oeste de la capital y, que en aproximadamente dos horas, te podrán llevar hasta Kpalimé por un precio de alrededor de 2.500 CFA por persona. También puedes ir en coche privado pasando por la carretera que va de Atakpamé, en el centro del país, hasta Lomé por la zona fronteriza de Ghana. De Lomé a Atakpamé hay una distancia de 220 km que podrás hacer en unas 4 horas, siendo el punto intermedio la ciudad de Kpalimé.
Para moverte por el área de Kpalimé, debido al terreno de la zona, lo más fácil es coger las mototaxi. Con ellas, podrás acceder por caminos de tierra hasta el inicio de partida de muchas rutas de senderismo o subir para visitar diferentes pueblos como Kouma Kounda o Kebo Dzigbe. Los precios de las motos son negociables y pueden ir de los 200 CFA hasta los 2.000 CFA dependiendo del destino y el punto de inicio de la ruta. Viajar con estas motos por esta región agrícola es una de las experiencias más interesantes que puedes hacer en términos de movilidad.
Finalmente, destacar que desde Kpalimé podrás cruzar a Ghana pasando por la frontera de Wli (con transporte público primero tendrás que ir hasta la población de Danyi N’Digbe y de allí coger una moto hasta la frontera de Wli) o por la frontera más cercana (Klomayondi) que te llevará hasta la región del lago Vuelta a Ghana. En estos casos, es imprescindible que lleveis ya emitida la visa de Ghana en vuestro pasaporte.
¿Qué hacer en Kpalimé?
Las principales actividades que aconsejamos hacer en Kpalimé son:
– Visitar las cascadas Yikpa, conocidas también como Wli Falls, que son las más altas de África Occidental
A unos 50 kilómetros al norte de Kpalimé, encontramos las cascadas más altas de África Occidental. Estas cascadas se encuentran situadas justo en la frontera entre Togo y Ghana. Son unas cascadas espectaculares que no te puedes perder si estás por esta región.
La entrada más accesible es desde la población de Wli, en Ghana, desde donde podrás coger un guía y recorrer las diferentes cascadas en una excursión espectacular por las montañas de esta zona. De todas maneras, desde Togo también se puede acceder, aunque es más remoto y nos dijeron que el camino era más complicado. En Togo, estas cascadas las conocen con el nombre de Yikpa Falls ya que el acceso para llegar a una de las cascadas (la superior) se hace desde un poblado situado justo al lado de la frontera que se llama Yikpa. Recomendamos preguntar a la gente local y coger un guía para acceder a ella y no perderte nada durante el recorrido por las cascadas.
Nosotros visitamos estas cascadas desde Ghana y realmente fue una de las mejores actividades que hicimos en África Occidental. En este enlace, podréis ver más información de la ruta que vamos a hacer, el tiempo que vamos a tardar y cómo la vamos a disfrutar.
– Ver algunas de las cascadas más importantes de la zona de Kpalimé
En esta región montañosa de Togo puedes descubrir también diferentes cascadas que, no siendo tan espectaculares como las de Yikpa, están situadas en un entorno verde y rural muy bonito.
Algunas de estas cascadas son las de Womé, situadas a 12 kilómetros de Kpalimé. Se debe pagar una entrada de 2.500 CFA en el edificio de la Asociación Akatamanso a la entrada del pueblo de Womé y luego son unos 4 km de ruta hasta llegar a un área de picnic desde donde se coge una bajada corta pero pronunciada hasta llegar al salto de agua, donde podrás bañarte.
Otra de las cascadas más importantes son las cascadas Tomegbé, situadas a unos 15 kilómetros al oeste de Kpalimé. Para llegar tendrás que ir hasta la estación metereológica de Kouma Konda, y desde allí caminar unos 30 minutos entre plantaciones de plátanos, café, cacao e, incluso, piñas hasta llegar a la misma cascada, que tiene una altura de unos 30 metros durante la época de lluvias. La entrada es de 1.000 CFA por persona y también una cantidad a convenir para pagar a un guía que te acompañe para encontrar el acceso a las cascadas, donde te podrás bañar y relajarte en un entorno totalmente tropical.
– Visitar Kebo Dzigbe, uno de los pueblos mágicos situados en el Mount Agou
El Mount Agou es la montaña más alta de Togo, situada a 986 metros de altitud. Situada a unos 20 kilómetros al sureste de Kpalimé, para llegar tendrás que ir hasta el pueblo de Agou situado en la carretera principal entre Lomé y Kpalimé; y desde allí coger una pequeña carretera de curvas y asfaltada (con unos cuantos agujeros) para ir ascendiendo por esta montaña preciosa del país.
La carretera pasa en medio de pequeñas aldeas, bosques, plantaciones de plátanos y café, y llega hasta el pueblo de Kebo Dzigbe, uno de los pueblos más especiales de esta región construido sobre la montaña con casas de arcilla anaranjada situadas en medio de plantaciones de café, aguacates, plátanos y cacao.
El pueblo Ewe es el grupo tribal mayoritario en estas tierras ya que se refugió allí durante la expansión del reino de Dahomey. Actualmente, la mayoría de gente trabaja de la agricultura. Cuando llegues a Kebo Dzigbe seguro que te sorprenderá su orografía, pero también quedarás sorprendido por la amabilidad de su gente y por los caminos de tierra que pasan por los lados de las casas hasta llegar a la escuela primaria desde donde podrás disfrutar de una vista excepcional.
Si quieres llegar al punto más alto del Mount Agou, controlado por zona militar, tendrás que pagar una entrada. Allí, podrás ver toda la vista de la llanura de esta región y también dos monolitos: el que establecieron en primer lugar los alemanes; y años más tarde, los franceses cuando dispusieron de estas tierras. Como nos dijeron que no valía mucho la pena, nosotros descartamos ir allí y disfrutamos de este pueblo tan especial que era Kebo Dzigbe.
Para llegar a este pueblo, tienes dos opciones: acceder con una moto que te lleve por la carretera asfaltada o, si te gusta la aventura y el senderismo, recorrer los pocos más de 10 kilómetros que separan Agou de este pueblo con un desnivel de unos 600 metros que realizarás en unas 3 horas aproximadas de ascensión. Piensa en llevar agua y comida ya que pasarás por pueblos muy rurales donde no encontrarás restaurantes ni supermercados.
Finalmente, esta zona de Mount Agou destaca por ser un área privilegiada en cuanto a la fauna y flora característica de la región. Por este motivo, te recomendamos que cuando visites el Mount Agou lo hagas con un guía. Nosotros recomendamos a Gabriel, un guía experto en botánica que te podrá explicar todas las curiosidades de las plantas y el paisaje del Mount Agou. Podrás contactar con él en el siguiente teléfono que es el +22891427380.
– Llegar hasta arriba del Mount Kloto pasando por caminos de tierra y zonas rurales
El Mount Kloto (675 metros de altitud) es una pequeña montaña preciosa situada cerca de la ciudad de Kpalimé. En un entorno privilegiado de caminos forestales, bosques botánicos, cascadas y vida rural, esta es una de las principales actividades que puedes hacer si estás en Kpalimé, ya que se encuentra situado sólo a 13 kilómetros de la ciudad.
Para llegar, el camino más habitual es llegar hasta el Bar Chez Paul donde podrás disfrutar de una buena comida y un buen anfitrión, y desde allí empezar a caminar para llegar al Mount Kloto. Podrás llegar a ella a través de una pista o por la carretera, pero la caminata no es difícil y es adecuada para casi todo el mundo. Si vas por la pista, cuenta que tardarás aproximadamente una hora y media para llegar a la cima en un trayecto de unos 2,5 kilómetros solo ida. Por la carretera, el camino es más corto y podrás llegar a la cima en unos 30 minutos y un trayecto de poco menos de un kilómetro.
Nosotros cogimos una moto que nos llevó hasta arriba y de esta manera pudimos combinar esta actividad con otras rutas durante el mismo día. De hecho, fuimos con un motorista que también nos hizo de guía por la zona de Kpalimé, así que podéis negociar con diferentes personas con el fin de descubrir este entorno rural de esta manera. Nosotros fuimos con Jacques, un chico rastafari de Kpalimé, que nos llevó con su moto por diferentes lugares de la zona y nos acompañó a varias cascadas y pueblos rurales por un precio de unos 10.000-15.000 CFA por todo el día. Podéis contactar con él por Whatsapp en el siguiente teléfono: +22891797237.
– Descubrir a algunos de los artesanos que viven en Kpalimé
Aunque Kpalimé destaca por ser una región agrícola, allí también podemos encontrar diferentes centros de artesanía como la madera, la pintura, el tejido o la cerámica. Además, en la ciudad encontramos una iglesia de influencia germánica que es muy interesante de ver.
Existen diferentes estudios de arte, algunos de los cuales son llevados por rastafaris que se dedican a la pintura natural que realizan a través de elementos de la propia tierra arcillosa. Se puede visitar el centro artesanal o alguna tienda como, por ejemplo, la tienda de pintura del artista local Anani.
¿Dónde dormir en Kpalimé?
En Kpalimé, nosotros dormimos a través de Couchsurfing, pero a continuación destacamos algunos de los alojamientos que vimos por la ciudad. Estos son:
– Geyser Hotel: Alojamiento de Kpalimé que destaca por tener habitaciones con aire acondicionado y también una piscina para refrescarse durante los días más calurosos. Las habitaciones dobles tienen un coste aproximado de 15.000 CFA. Para más información, podéis clicar aquí.
– Auberge Alexis: Este alojamiento es más sencillo que el anterior. Jean Paul es su director y el albergue ofrece habitaciones dobles con ventilador por un precio que oscila de 4.000 a 6.000 CFA. Tiene aparcamiento dentro y es una muy buena opción económica durante tus días en Kpalimé. Para más información, podéis contactar con Jean Paul al +228 91 83 23 04.
Nuestra ruta
DIA 1: Después de levantarnos por última vez en casa de Louis y la Martine y de desayunar bien tranquilamente, nos despedimos de nuestros anfitriones en la capital togolesa y cogimos un taxi compartido que nos llevó hacia Kpalimé: nuestro último destino en Togo.
En un trayecto de aproximadamente 90 minutos, nos adentramos en la meseta del país y llegamos hasta la zona de Kpalimé, la última ciudad antes de cruzar hacia Ghana. En esta zona montañosa donde pudimos divisar la montaña más alta del país, el Mount Agou, estaríamos un par de días con otro anfitrión de Couchsurfing: en Thomas, un chico alemán que trabajaba para una ONG y que ofrecía una habitación de su casa para recibir viajeros.
El taxi nos dejó en el punto más cercano de casa a Thomas, justo unos kilómetros antes de Kpalimé. Bajamos cargados con las mochilas y fuimos caminando hasta que nos encontramos con uno de los guardias de la zona que nos indicó a dónde estaba exactamente su casa, y pudimos entrar por su jardín. El jardín era un espacio de árboles y plantas tropicales muy bonito y al fondo había una pequeña caseta de donde salió en Thomas, que nos estaba esperando con una sonrisa y con los brazos abiertos. Desde antes de la pandemia que no recibía ningún viajero y estaba contento de tener dos nuevos huéspedes en su casa…
Descargamos el equipaje y nos instalamos en casa de Thomas. Él por la tarde tenía trabajo así que quedamos que por la noche cenaríamos todos juntos en casa con un amigo suyo que era percusionista. En Thomas trabajaba en el mundo de la cooperación pero había sido ayudante de cocinero en un restaurante de tapas españolas de Alemania, así que tenía muchas ganas de cocinarnos una buena tortilla de patatas. Dijimos que nosotros nos encargaríamos de comprar los ingredientes y que al día siguiente él cocinaría para nosotros una tortilla… ¡qué buen recibimiento nos hizo en Thomas!
Aprovechamos la tarde para coger dos motos e ir al centro de Kpalimé, una ciudad esparcida por diferentes zonas y que no tenía nada de especial. Allí, compramos huevos y patatas y nos encontramos con Jacques, quien sería nuestro guía durante el día siguiente a donde iríamos a descubrir los diferentes lugares de esta región conocida por su naturaleza, sus cascadas y sus montañas.
Volvimos hacia casa en Thomas y cuando llegó empezamos a preparar la cena con su amigo percusionista con quien estuvimos hablando sobre Togo, sobre el mundo de la cooperación, sobre la música y sobre la vida en general. Una buena velada para acabar nuestro primer día en Kpalimé.
DIA 2: Por la mañana, quedamos en Kpalimé con Jacques y su moto, y nos enfilamos los dos encima la moto para ir hasta Agou, y desde allí avanzar por una carretera sinuosa que ascendía hasta el Mount Agou. No llegaríamos arriba porque es zona militar y se tenía que pagar un precio que Jacques no nos recomendó, pero sí pararíamos a Kebo Dzigbe, uno de los pueblos más bonitos de la zona.
El trayecto en moto fue espectacular. Una pequeña carretera de asfalto atravesaba bosques densos de plantaciones de plátanos y café, mientras por el arcén iba avanzando a personas que llevaban troncos cargados sobre la cabeza, o que acarreaban sacos arriba y abajo y entraban por pequeños senderos escondidos entre árboles junto a la carretera. Teníamos una sensación de libertad bastante indescriptible en un entorno rural muy bonito de esta zona de Togo.
Después de unos cuantos minutos en moto de subida que se nos hicieron muy cortos, aparcamos a la arcilla de la carretera y bajamos por un pequeño caminito de tierra arcillosa para acercarnos a un pequeño poblado que estaba colocado en la ladera de la montaña y que destacaba por sus casas de barro de color arcilla y los techos de uralita.
Durante el trayecto, Jacques nos iba explicando las características de la flora de esta región, que destaca por ser muy abundante y muy provechosa para toda la gente local. Por ejemplo, nos enseñó una planta que usaban para conseguir pintura natural y poder trabajar en el mundo de la artesanía, y nos lo demostró haciendo un pequeño dibujo en el brazo de la Laia con el tallo de la planta.
Llegamos hasta el pueblo, donde la gente local nos saludaba alegremente y seguimos caminando hasta la escuela primaria, desde donde se obtenían unas vistas privilegiadas de toda la llanura. Durante ese día de junio, no había escuela porque los niños ya estaban de vacaciones así que nos pudimos asentar en el patio y charlar tranquilamente con Jacques que nos explicaba diferentes curiosidades del lugar y también todas las actividades que él podía hacer como guía para ver si le cogíamos alguna otra actividad. Pero, de momento, no nos convenció…
Volvimos hacia la moto. Esta vez, de bajada, recorriendo el pequeño caminito que pasaba justo por el lado de las casas desde donde podíamos observar cómo algunas mujeres hacían fuego para cocinar, algunos niños jugaban a empaparse o algunos hombres trabajaban cultivando un huerto. Era una zona totalmente tropical y en un entorno, el de Mount Agou, espectacular. Fuimos a comprar unos plátanos justo en la carretera y bajamos de nuevo hasta llegar a Kpalimé.
Después, Jacques nos llevó hasta Kouma Kounda para caminar hasta el Mount Kloto. Nos había visto cara de excursionistas y nos quería enseñar también esta pequeña montaña rodeada de flora y fauna muy interesante como mariposas o plantas medicinales. De todas maneras, caminamos poco porque buena parte del trayecto lo hicimos en moto conduciendo por caminitos de tierra donde solo podía pasar una persona en fila india… Pero Jacques quería mostrar sus dotes de motorista y pasaba por todas partes con la moto mientras nosotros nos cogíamos fuerte en cualquier punto de apoyo que encontrábamos para no caer los tres de la moto.
Antes de llegar arriba de todo del Mount Kloto, Jacques nos llevó en una pequeña plaza para conocer a un hombre español que llevaba muchos años viviendo en este lugar tan remoto del país. Así que fuimos hasta un bar donde conocimos a un hombre un poco introvertido con quien pudimos conversar y hablar sobre nuestro viaje. Él estaba muy feliz allí, pasaba desapercibido y cuando quería cruzaba hasta Ghana por las carreteras secundarias de la zona de Kpalimé.
Después de disfrutar de las vistas (bien, tampoco hacía un día muy soleado así que disfrutamos quizás más del trayecto y del paisaje que de las vistas en general), volvimos a coger la moto y bajamos para ir a ver las cascadas de Tomegbé, una de las muchas cascadas que hay en la región y que era la preferida de Jacques.
Esta vez, no pudimos llegar en moto hasta el pie de la cascada, así que caminamos un rato entre plantas y una vegetación muy tropical hasta llegar al salto de agua, desde donde nos hicimos algunas fotos con Jacques. No nos bañamos porque el día no acompañaba, así que al ver que se acercaban nubes bastante negras y amenazadoras de tormenta, decidimos volver rápido hacia Kpalimé.
Justo al llegar al mercado comenzó a caer un buen chapuzón intenso que nos obligó a refugiarnos bajo alguna de las paradas mientras las vendedoras tapaban en plásticos rápidamente todos los productos para que no se mojaran. Sabían que aquel chapuzón duraría solo unos minutos y que luego podrían seguir vendiendo en el mercado. Las lluvias en África muchas veces son así: cae un chubasco intenso que refresca todo el ambiente, y luego vuelve a salir el sol hasta que de nuevo vuelven a aparecer unas nubes amenazadoras y vuelve a caer otro chapuzón… En el mes de junio comenzaba la época de lluvias en Togo y nosotros lo estábamos viviendo en directo.
Después de que pasara el chapuzón, dimos una vuelta por el mercado y fuimos hasta la catedral de Kpalimé, una catedral con influencia germánica que era muy bonita. Entramos dentro mientras Jacques nos esperaba fuera, y luego nos volvió al alojamiento.
Antes, sin embargo, iríamos a hacer unas cervezas con Jacques que no paraba de explicarnos cosas y proyectos que tenía en la cabeza. Incluso, nos demostró sus dotes de magia poniendo dos cervezas en vertical pegadas por la parte del tapón con un billete al medio, y sólo con la mano consiguió sacar el billete sin que las botellas de cristal de la cerveza cayeran al suelo.
Nos costó despedirnos de Jacques porque quería estar más rato con nosotros, pero ya teníamos bastante después de todo el día con él así que le dijimos que nos dejara por la carretera y que nosotros ya nos espabilaríamos para llegar a casa de Thomas. Nos esperaba una cena española cocinada por un alemán, así que queríamos aprovechar para hacernos una buena ducha y hacer un buen papel como invitados.
Thomas llegó de trabajar y se puso en seguida a cocinar la tortilla de patatas. Hervió las patatas y preparó la tortilla de una forma bien distinta a la que estábamos acostumbrados. En lugar de una media-hora, estuvo casi bien más de una hora para tener punto aquella tortilla de patatas que esperábamos todos con delirio. Finalmente, probamos el resultado y pudimos confirmar que la tortilla era buena pero, sinceramente, las que hace la Laia son insuperables…
Después de conocer esta zona de Kpalimé, tocaba otra vez hacer la mochila para decir adiós a Togo y cruzar a Ghana al día siguiente. Iríamos hasta el punto fronterizo de Wli, donde están las cascadas más altas de África Occidental, y que limitan con Togo. De hecho, en Togo estas cascadas se conocen como Yikpa, pero nosotros accederíamos desde Ghana ya que parecía más sencillo llegar. Mañana nos tocaría enlazar diferentes medios de transporte con el fin de llegar a una frontera remota y seguir nuestra aventura visitando un nuevo país de África.
DIA 3: Nos fuimos temprano ya que no sabíamos cuándo duraría el trayecto ni cómo lo haríamos y nos despedimos de Thomas antes de coger unas motos que nos llevaron hasta Kpalimé. Allí, tuvimos que preguntar taxis que iban dirección al norte, ya que teníamos que llegar hasta un pueblo desde donde esperábamos encontrar una moto que nos acercara a la frontera. Finalmente, al cabo de un buen rato, estábamos ya en una furgoneta dirección a Danyi N’Digbe.
El trayecto duró alrededor de dos horas, ya que íbamos parando, descargando a pasajeros y cargando de nuevos. Fuimos por la carretera principal que iba hasta Atakpamé hasta llegar a Adéta, donde nos desviamos por una carretera muy bonita que subía hacia arriba de las montañas. Obviamente, ya os podéis imaginar a qué velocidad iba una furgoneta cargada de pasajeros y de equipajes y en subida constante por caminos de tierra… Pero, para nosotros, era mejor así porque podíamos seguir disfrutando de aquel paisaje verde y tropical que habíamos visto en los últimos días en Kpalimé.
Una vez llegado a Danyi N’Digbe, bajamos de la furgoneta y nos encontramos solos frente a un cruce. Hacía calor y había poca gente fuera en la calle. Al fondo, vimos unas motos y nos acercamos. Negociamos con un chico que nos llevara hasta la frontera con Ghana. Parecía de fiar, pero justo cuando ya estábamos enredados en la moto con todo el equipaje y ya habíamos arrancado los primeros metros, entendimos que el chico se iba quejando de que aquello estaba muy lejos y nos decía que nos tenía que cobrar más… Nosotros intentábamos hablar con él y le decíamos que no estábamos dispuestos a pagar más, y como no hacía mucho caso decidimos poner pie en el suelo y parar en una recta que no había nada más que árboles y plantas. Nos enfadamos con él, nos hicimos los tozudos y dejamos que marchara sin pagar nada y a la espera de que pasara alguien por esa carretera que nos pudiera llevar hasta la frontera. Afortunadamente, ya estábamos en dirección hacia Ghana así que nos teníamos que esperar para ver si encontrábamos a alguien que nos llevara por un precio aceptable.
Después de un rato esperándonos en la carretera, encontramos una moto que venía del otro lado a quien hicimos señales y paró. Cuando le dijimos que íbamos a Ghana, nos dijo que veía muy difícil llevarnos los dos en una moto ya que íbamos muy cargados. Aparte de nosotros dos, llevábamos dos mochilas de espaldas grandes y dos mochilas pequeñas que intentábamos ponernos encima tal y como podíamos sin que cayera nada ni que cayéramos nosotros.
Al final, lo convencimos, subimos a la moto y hicimos el trayecto final hasta la frontera en Togo cruzando las montañas. Fue un trayecto muy bonito en una carretera espectacular. Quizás lo hubiéramos disfrutado más si no hubiéramos ido tan cargados, pero fue una buena despedida de Togo, un país del que no esperábamos gran cosa y que nos sorprendió positivamente por su gente y también por sus paisajes diversos como el mar, las grutas de Nok, la parte tropical de Kpalimé o la parte histórica del Pays Tamberma.
Al final de una curva, vimos una recta donde había una caseta y una barrera. Ya estábamos en la frontera con Ghana. Pagamos al chico y entramos en la caseta de inmigración donde tres policías vagabundeaban estirados en el suelo y sentados en silla. Éramos los primeros en cruzar aquella frontera remota y tranquila y, justo después de ponernos el sello, cruzamos la barrera y caminamos hasta el siguiente punto donde se veía una caseta mucho más moderna y el camino de tierra se convertía en carretera asfaltada: ya estábamos en Ghana, un país con influencia anglosajona donde nos estaríamos tres semanas. Merci Togo. Au bientôt!
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