NAMIBIA: Lüderitz y Kolmanskoop

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mayo 12, 2022

Lüderitz es una población costera que se creó a partir de la fiebre de los diamantes que tuvo lugar a finales del siglo XIX. Esta ciudad se encuentra situada al sur del desierto del Namib, y para llegar tendrás que atravesar por una carretera de asfalto diferentes dunas a ambos lados. En días de viento, es probable que la arena ocupe parte del pavimento de la carretera.

Camino a Lüderitz.

Esta pequeña ciudad colonial alemana se llama Lüderitz en homenaje al primer alemán que llegó allí, alrededor del año 1883. Adolf Lüderitz empezó una factoría con actividad de pesca y recolección de guano en esa zona. Por eso, compró las tierras a las tribus locales que eran los namas. Lüderitz compró una extensión de terreno de aproximadamente 4.000 kilómetros cuadrados (80 kilómetros de interior y 50 kilómetros de costa) a los namas por unos 100 pounds y 200 pistolas.

A partir de aquí, se creó una ciudad con mucha presencia de emigrantes alemanes y que se convirtió en la ciudad principal de la Compañía Colonial de África del Sudoeste de Alemania. En 1909, después del descubrimiento de diamantes en esta zona, Lüderitz se convirtió en muy popular. Eran muchos los buscadores de diamantes que vinieron a vivir a esta zona que era muy rica y buena, donde se podían extraer minerales sin apenas excavar. De hecho, cerca de Lüderitz se creó un pueblo llamado Kolmanskoop, que era uno de los puntos neurálgicos de la extracción de diamantes de la zona. Hoy en día, sin embargo, es un pueblo fantasma, abandonado, muy interesante de visitar para conocer la historia, las casas tal y como eran, los hospitales… Al estar junto al desierto, la arena se ha apoderado de algunos de los edificios, lo que convierte a este pueblo en un lugar muy fotogénico y en una parada obligatoria si estás en la zona.

Kolmanskoop.

Con el descubrimiento de nuevos lugares con diamantes de mayor valor como, por ejemplo, en el norte de Sudáfrica; muchos de los antiguos habitantes de Lüderitz y de los alrededores se fueron. Con la independencia de Namibia, esta zona de diamantes pasó a ser controlada por una sociedad en la que el gobierno de Namibia es su principal accionista con un 51%, y el otro 49% está en manos de Beers, una de las empresas de diamantes más importantes del mundo con sede en Canadá.

Actualmente, Lüderitz es una ciudad tranquila, con unos 14.000 habitantes en donde la mayor parte de riqueza proviene de la pesca. La mayoría de habitantes de allí trabajan por grandes empresas pesqueras como, por ejemplo, la española Pescanova con plantas de procesamiento de una capacidad de 100 toneladas por día, que tiene en Lüderitz una de las centrales más importantes de pesca del sur de África. De todas formas, esta ciudad también destaca por su arquitectura con edificios coloridos de la época colonial alemana.

Puerto de Lüderitz.

A su alrededor, podrás descubrir una península muy bonita que se encuentra justo al lado del océano y donde podrás encontrar pingüinos africanos (si quieres saber más sobre este curioso animal, puedes clicar aquí), así como también chacales, aves y hienas; entre otros. Allí, también encontrarás el Dias Point, el lugar donde Bartolomé Dias (uno de los exploradores más importantes del siglo XV y que era de Portugal) llegó en 1488 en busca de una ruta marítima entre Europa y Asia. De hecho, puede verse una réplica de la cruz que erigieron los portugueses como símbolo del cristianismo.

Península de Lüderitz.

La zona de Lüderitz es un área bastante remota de Namibia, ubicada en el sur del país, que fue un lugar muy importante para la búsqueda de diamantes, pero que ahora se ha convertido en uno de los centros pesqueros más importantes del país, con una cuesta y una península muy interesante a descubrir, así como pueblos fantasmas mineros a fotografiar y fauna a buscar como los pocos caballos salvajes que quedan en esa zona. Una visita muy interesante si tienes tiempo para descubrir este vasto país que es Namibia.

Kolmanskoop, el pueblo minero abandonado y ocupado por la arena.

¿Cómo llegar?

La ciudad de Lüderitz queda enclavada en la parte sur de la costa atlántica de Namibia. Más al norte de la ciudad, ya encontramos el desierto del Namib, uno de los más antiguos del planeta (si quieres leer nuestra experiencia, puedes clicar aquí); y más al sur, reservas de diamantes que es imposible acceder a ellos ya que están controladas por empresas privadas. Por tanto, para llegar sólo hay una manera: conducir por la B4, una carretera asfaltada donde si sopla viento a veces encontrarás arena de las dunas sobre la ruta, hasta llegar a Lüderitz. De Keetmanshoop a Lüderitz hay unos 340 kilómetros en una buena carretera que podrás realizar en un trayecto de 3 horas.

Si vienes del norte como, por ejemplo, Sesriem, no es necesario que llegues hasta la población de Keetmanshoop. Puedes tomar la C27 ​​dirección sur hasta llegar a la población de Helmeringhausen, y desde allí conducir por la C13 hasta Aus, donde encontrarás la B4 que te llevará hasta Lüderitz. De Sesriem a Lüderitz, cuenta que tardarás aproximadamente unas 6 horas, donde la mayor parte será carretera de tierra hasta llegar a la B4. Piensa en llenar el depósito ya que sólo encontrarás gasolineras en Lüderitz.

Carretera hacia Lüderitz, donde puedes encontrar caballos salvajes.

A 12 kilómetros antes de llegar a la ciudad de Lüderitz, encontrarás a tu izquierda el pueblo fantasma de Kolmanskoop, una de las paradas obligadas si visitas esta zona. Si quieres visitar alguno de los miradores para ver caballos salvajes en libertad, éstos se encuentran a unos 105 kilómetros antes de llegar a Lüderitz. Encontrarás el desvío a tu derecha, desde donde podrás bajarte del coche e ir a un mirador para ver si tienes suerte y puedes ver a estos animales en absoluta libertad.

Por otro lado, si quieres acceder a la península de Lüderitz, deberás llegar hasta la estación de trenes de Burenkamp, ​​que encontrarás en el desvío de tu izquierda justo después de pasar la gasolinera Engen de la entrada de la ciudad, y desde allí comienza la carretera con distintos itinerarios para acceder a los diferentes puntos de interés de la península.

Península de Lüderitz.

¿Qué hacer en Lüderitz?

Lüderitz es una ciudad tranquila que está muy aislada ya que para llegar necesitas realizar un trayecto largo. De todas formas, allí se ha creado un núcleo muy potente con sus habitantes locales que son mayoritariamente trabajadores de las empresas pesqueras. Las principales actividades que recomendamos si visitas esta zona son:

– Visitar el pueblo de Kolmanskoop, un pueblo fantasma que está siendo cada vez más ocupado por la arena del desierto

Kolmanskoop es, seguramente, el pueblo más fotogénico de Namibia junto con Solitaire (si quieres leer más información sobre este sitio, puedes clicar aquí) y los Stone Men, unas figuras de piedra misteriosas que se encuentran en el norte de Namibia (para más información sobre estas esculturas, puedes clicar aquí). Es un pueblo fantasma donde no vive nadie y que se ha reconvertido en museo para explicar la reciente historia de los diamantes que había en esta zona, y que convirtieron a este pueblo en uno de los centros neurálgicos de Namibia del siglo XX.

Dentro las casas de Kolmanskoop.

Hoy en día, es un pueblo muy fotogénico debido a la arena que ha ido entrando en las casas abandonadas. Podrás encontrar habitaciones llenas de arena del desierto, así como casas semienterradas, bañeras sobre dunas y un paisaje único y curioso que lo convierten en el sitio más visitado de Lüderitz. En muchos años, seguramente este pueblo acabará bajo la arena del desierto.

De hecho, el nombre del pueblo también tiene su origen en una tormenta de arena. Era en 1905 cuando un transportista llamado Kolmans venía de Keetmanshoop y, justo antes de llegar a Lüderitz, una tormenta le hizo parar junto a la carretera donde estuvo durante un tiempo. Aquella pequeña montaña creada por la tormenta pasó a ser conocida como Kolmanskoop (la montaña de Kolmans en afrikáans). Al cabo de un año, en 1906, un alemán proveniente de Kimberley (una de las regiones más ricas en diamantes de Sudáfrica) descubrió una zona llena de diamantes en esta pequeña montaña, y decidió comprar estas tierras sin decir nada a nadie. Aquí es donde comenzó la fiebre de los diamantes en Kolmanskoop, con la creación de un pueblo de la nada a partir de 1909 y de una ruta ferroviaria que conectaba Aus con Lüderitz y que construyeron en 1910 en un período de sólo 10 meses.

Entrada del pueblo minero abandonado de Kolmanskoop.

Hasta la Primera Guerra Mundial, este pueblo vivió su máximo esplendor puesto que se encontraban diamantes muy fácilmente. Había un hospital de 250 camas, edificios para los comerciantes, club de bolos, piscina de agua salada, casas para solteros y, también, casas para los mineros. Había un total de aproximadamente 1.000 personas, donde 300 eran alemanes mientras que el resto eran trabajadores locales que se encargaban de la extracción de los diamantes y recibían cartas de racionamiento para cubrir las necesidades básicas.

Durante la Primera Guerra Mundial, muchos de los alemanes se fueron a su país y, posteriormente, cuando volvieron al cabo de unos años, muchos de ellos se trasladaron a Richmond, una ciudad en el centro de Sudáfrica donde en 1927 se descubrieron diamantes que tenían un valor de siete veces mayor que los diamantes de Kolmanskoop. El pueblo iba perdiendo habitantes hasta 1958, que el hospital cerró definitivamente y el pueblo quedó totalmente abandonado.

Habitación de una casa de Kolmanskoop.

Durante todos estos años, a partir de la erosión de la arena y el viento, este pueblo se ha convertido en un lugar único con habitaciones llenas de arena del desierto y algunos edificios como el hospital, el club de bolos y el teatro que todavía se mantienen tal y como eran. Nosotros te recomendamos que visites este sitio a partir de las visitas guiadas que tienen lugar todos los días a las 09.30h de la mañana y a las 11h de la mañana desde el teatro que se encuentra en el centro del pueblo, así podrás conocer más en detalle la historia y las anécdotas curiosas de este sitio. Las visitas son en afrikáans y en inglés, y van incluidas en la entrada que vas a pagar al acceder al pueblo desde la B4, y que es de 100 NAD por persona (unos 6 euros), a pagar en efectivo.

Kolmanskoop es un pueblo que se encuentra situado a unos 12 kilómetros de Lüderitz, donde podrás crear un álbum de fotografías muy original mientras descubres la reciente historia de uno de los lugares icónicos del país, que fue creado de la nada e hizo fortuna durante la fiebre de diamantes de finales del siglo XIX, pero que hoy en día ha quedado, en parte, sepultado por la arena y su pasado.

Kolmanskoop, un pueblo fantasma con mucho encanto.

– Pasear por la ciudad e ir a comer en The Portuguese Fishermen

Lüderitz es una ciudad que se encuentra justo en la costa atlántica. Como la mayoría de poblaciones marítimas, una de las actividades que consideramos más bonitas a hacer es un paseo por sus calles y también por fuera de su puerto, donde verás toda la actividad comercial pero donde también podrás encontrar la población local, muchos de los cuales son trabajadores de empresas pesqueras, haciendo vida por las calles de esta tranquila ciudad.

Una de las cosas por las que destaca la ciudad de Lüderitz es por su pasado colonial en manos de Alemania. De hecho, esta ciudad fue una de las más importantes de la llamada Compañía Colonial de África del Sudoeste de Alemania, y prueba de ello es la arquitectura de la ciudad que se encuentra dentro del recorrido de la ruta europea del modernismo, y que incluye algunas expresiones también del Art Nouveau. Cuando pasees por esta ciudad, tendrás la sensación de que no estás en África, sino en un pueblo tradicional del norte de Alemania. La Casa Goerke (1909) es uno de los edificios más populares de Lüderitz, así como su iglesia Felsenkirche (1908) de estilo neogótico que se encuentra justo al lado del mar, el Deutsche Afrika Bank o el museo en la antigua estación de ferrocarril.

Iglesia de Lüderitz.

Por último, entre paseo y paseo, si te entra un poco de hambre, Lüderitz es un muy buen sitio para probar pescado local de la zona. Allí, encontrarás diferentes restaurantes entre los que nosotros destacamos The Portuguese Fishermen, un local junto al mar llevado por un hombre de origen portugués (en Joel) y donde te prepararán diferentes platos de pescado y marisco. El lunes, este restaurante está cerrado. Para más información, puedes contactar directamente con Joel en el +264 81 147 8347.

The Portuguese Fishermen.

– Recorrer la península de Lüderitz, parando en los diferentes miradores frente al mar así como también observando la diferente fauna salvaje de la zona

En el sur de la ciudad de Lüderitz, a muy pocos kilómetros del centro, podrás adentrarte en su península que se caracteriza por estar totalmente al lado del mar y tener diferentes puntos de interés donde puedes observar fauna salvaje como pingüinos africanos, chacales o hienas; así como miradores, playas vírgenes, faros y puntos de interés como el Dias Point. El hecho de encontrarse en un lugar tan remoto y con poca gente convierten a esta península en un lugar muy especial para disfrutar de una noche de camping libre junto al mar, así como saborear la soledad de este lugar rodeado de un paisaje muy bonito.

Península de Lüderitz.

Para los amantes de la ornitología, el litoral de toda esta península es reconocido por Bird Life y otros grupos mundiales de conservación como una de las Áreas Importantes para Pájaros (IBA) del mundo, con una importante reproducción de aves acuáticas, donde, por ejemplo, casi una cuarta parte de la reproducción del cormorán coronado se encuentra también en esta península.

A continuación, vamos a destacar los principales puntos de interés de la península que visitamos y que nos gustaron. En algunos de estos puntos encontramos vida animal (aunque no vimos hienas), y en otros un paisaje muy bonito junto al mar. Éstos son:

– Halifax Point: Este punto que se encuentra junto a la Dolphin Beach (donde a veces puedes ver delfines) y muy cerca del Dias Point es uno de los sitios que tienes que ir si quieres ver la principal población de pingüinos africanos de Namibia. De hecho, es uno de los pocos lugares en África donde podrás encontrar a este animal tan especial, juntamente con Boulder’s Beach en Sudáfrica (si quieres leer nuestra experiencia allí, clica aquí). Podrás caminar por la playa hasta ver a los pingüinos que normalmente se encuentran dentro y fuera del agua de la isla pequeña que hay delante del Halifax Point.

Pingüinos desde el Halifax Point.

– Dias Point: En este punto, situado a pocos kilómetros de Halifax Point, es donde el explorador portugués Bartolomé Dias se detuvo el 25 de julio de 1488 cuando ya volvía a Portugal después de explorar una ruta marítima que conectara Europa con Asia . Para inmortalizar ese momento, pusieron una cruz de madera en honor a Santiago para celebrar el día de su Santo. Hoy en día, podrás ver una réplica metálica de la cruz, así como el faro que inauguraron en 1915.

Dias Cross en el Dias Point.

– Grosse Bucht: Este punto es una bahía que se encuentra en el sur de la península con una playa de arena salvaje donde podrás caminar si no sopla fuerte el viento. En esa zona, podrás ver muchas aves acuáticas como flamencos, gaviotas, pelícanos, cormoranes… y un pequeño barco que naufragó en esa zona en 1978.

Grosse Bucht.

– Kleine Fjord: Aquí es donde nosotros pasamos la noche en nuestro coche. Está situado justo encima de Grosse Bucht, en un espacio que estás más protegido del viento. Podrás subirte a las rocas y ver un arco muy bonito y disfrutar de una fantástica puesta de sol. Durante la mañana, nosotros vimos a una familia de chacales que estaba en la playa en busca de animales marinos para alimentarse.

Nuestro camping en la península de Lüderitz.

Para entrar en esta península, no hace falta que pagues ninguna entrada y puedes recorrerla en coche siguiendo las indicaciones que irás encontrando por el camino. De todas formas, te recomendamos que sigas el Maps.me porque los caminos allí están muy bien indicados. Es un buen sitio también para hacer camping libre, ya que estás completamente rodeado de la banda sonora de las olas, el paisaje desértico y la soledad humana ininterrumpida por la diversa presencia animal de la zona. Si haces acampada, piensa en dejar la zona limpia cuando te vayas y en no dejar comida fuera durante la noche porque muy probablemente al día siguiente, algún chacal o alguna hiena se la habrá comido.

Puesta de sol en la península de Lüderitz.

– Ver, de camino a Lüderitz, a los conocidos caballos salvajes del Namib

Una de las principales atracciones que puedes ver de camino a Lüderitz son los caballos salvajes del Namib. Es sorprendente cómo en medio de las zonas áridas del desierto puedes encontrar estos animales. El principal mirador donde podrás acercarte para ver si tienes la suerte de encontrarlos se encuentra a unos 105 kilómetros antes de llegar a Lüderitz, donde encontrarás una estructura de madera para sentarte y observar a estos animales en la inmensidad del desierto.

Tras una extensa investigación, se considera que los antepasados ​​de estos caballos consiguieron hace unos 100 años su libertad y se fueron a vivir al desierto, lejos de cualquier civilización humana. Hoy en día, estos caballos ya forman parte del ecosistema del Namib, donde viven en un estado salvaje sin estar en modo alguno domesticados, al igual que otros animales como los antílopes. Actualmente, hay alrededor de 100 especies que podrás encontrar durante tu recorrido en Lüderitz y cerca de la población de Aus.

Caballos salvajes del Namib.

¿Dónde dormir en Lüderitz?

Nosotros, cuando dormimos en Lüderitz, lo hicimos en la península, acampando de forma libre y sin pagar en algunos de los espacios naturales que encontrarás en esa zona. Por tanto, no podemos recomendar de primera mano un alojamiento. Lo que sí podemos recomendar es que pases una noche en la península porque es un sitio muy bonito. Si lo que buscas, sin embargo, son alojamientos en la ciudad, destacaríamos:

– Lüderitz Backpacker Lodge: Situado en el centro de la ciudad, este viejo establecimiento ofrece habitaciones, espacio de camping, zonas comunes como cocinas compartidas, wifi, aparcamiento y un ambiente muy bonito. Para más información, puedes clicar aquí.

– Tranquility Guest House: Este alojamiento ofrece diferentes tipos de habitaciones en el centro de la ciudad, a poca distancia andando de todos los puntos icónicos de Lüderitz. Dispone de wifi, y tiene muy buena puntuación en Google por los clientes que han ido. Para más información, puedes clicar aquí.

– Lüderitz Nest Hotel: Este es uno de los alojamientos más lujosos de la ciudad, que se encuentran junto a la Felsenkirche, en primera línea de mar y con vistas también a la península. Ofrece diferentes tipos de habitaciones, playa privada, piscina y un muelle de madera, entre otros. Es un alojamiento para viajeros de alto presupuesto. Los precios de las habitaciones oscilan los 100 euros por persona y noche. Para más información, puedes clicar aquí.

Lüderitz.

Nuestra ruta

DIA 1: Después de habernos levantado en un alojamiento excepcional como el Fish River Lodge, y habernos despedido del segundo cañón más largo del planeta, tocaba avanzar dirección a la B4 para después ir directamente hacia la costa y descubrir la zona de Lüderitz. El trayecto de Keetmanshoop a Lüderitz transcurría por una carretera asfaltada muy poco transitada donde en el horizonte veías un paisaje árido y desértico que cada vez iba cogiendo más forma de dunas, con arena que debido al viento que soplaba ocupaba ya parte del arcén y, a veces, se encharcaba contra el cristal del coche. Antes, paramos en Aus para ver el mirador de los caballos salvajes sin suerte. Sólo había cuatro avestruces en medio del desierto.

Avestruces en el mirador de los caballos salvajes.

Llegamos a Lüderitz donde dejamos el coche en The Portuguese Fishermen, el lugar donde hicimos una buena mariscada. Aprovechamos que todavía quedaban unas horas para almorzar para caminar por la ciudad, visitar la iglesia de estilo neogótico, buscar una tarjeta SIM local por nuestro teléfono y recorrer las tranquilas calles de esta población, que parece poco africana y, en cambio, mucho alemana por la estructura arquitectónica de la ciudad.

Después de abrir el apetito con un primer paseo, fuimos al restaurante donde conocimos a un hombre francés que se dedicaba al negocio de la pesca y conocimos también a Joel, el propietario del restaurante, que nos comentó que en Lüderitz había una fuerte presencia de gente española debido a la presencia de la planta de procesamiento de Pescanova. Allí, probamos una cataplana de pescado (un plato típico portugués), acompañado de marisco muy bueno. ¡Se nota que estábamos en zona de mar!

Cataplana en el The Portuguese Fishermen.

Después de comer, dimos otro paseo por el puerto, donde soplaba un fuerte viento que hacía que el oleaje estuviera bastante removido. Por la tarde, cogimos el coche y fuimos a recorrer la península de Lüderitz, en busca de un sitio para dormir que estuviera protegido del viento, y así aprovechar para visitar los diferentes puntos de interés que teníamos marcado en nuestro mapa .

Nuestra sorpresa al empezar a conducir por los caminos de la península fue la soledad que nos encontramos. Allí, no encontramos a nadie, salvo algunos antílopes que comían tranquilamente en la lejanía. Paramos en la bahía de Grosse Bucht, donde el viento soplaba con demasiada fuerza para montar la tienda; así que fuimos subiendo, descubriendo nuevos puntos como Halifax Point, donde pudimos ver una colonia de pingüinos africanos. Nos aproximamos y también miramos si veíamos delfines, aunque con la fuerza del viento, la presencia de estos animales resultaba casi imposible.

Pingüinos en la península de Lüderitz.

La siguiente parada fue el Dias Point, donde caminamos hasta el punto al que llegó el explorador Bartolomé Dias. La costa era totalmente salvaje, con una réplica de la cruz que pusieron a los portugueses colocada en el mismo sitio. Era increíble estar en lugares donde hace cientos de años llegaban exploradores, y ver que el sitio ha cambiado poco; con casi nula presencia arquitectónica si no fuera por el faro y por el pequeño restaurante que había al lado.

Dias Point.

Fuimos al otro lado de la península, intentando cruzar directamente por caminos de arena… Pero, en una subida fuerte en carreteras off-road nos desdimos y volvimos a la carretera principal para buscar un sitio para acampar antes de que se puniera el sol. El mejor sitio para protegernos del viento estaba en el Kleine Fjord.

Llegamos allí y aparcamos el coche para que el viento llegara lo menos posible… Montamos la tienda, y fuimos a ver la puesta de sol desde las rocas pasando por un bonito arco de rocas. Pasadas las rocas, nos encontramos ante la inmensidad del océano, con las olas chocando contra las rocas, el ruido interminable del agua y nosotros dos, solos en la península. Una puesta de sol muy bonita durante nuestro primer día en la costa de Namibia.

Puesta de sol desde la península de Lüderitz.

DIA 2: Aquel día nos levantamos con los primeros rayos de sol. La noche había sido menos dura de la que esperábamos y el viento parecía que se había calmado un poquito. Nos preparamos para desayunar y plegar la tienda cuando, de repente, en la playa de enfrente vimos a dos chacales que corrían hacia las rocas, en dirección contraria de donde estábamos nosotros. Realmente, estaban muy cerca de nosotros y nosotros, no nos habíamos dado cuenta.

Dos chacales al lado de donde dormimos…

Recogimos y cuando abrimos el coche, vimos que salían de las hierbas unos pequeños chacales que se asustaron con el ruido del motor y corrieron hacia dónde estaba la madre. Nos entretuvimos observando a esta pequeña familia de chacales que habíamos tenido la suerte de que hubieran estado con nosotros.

¡Adiós chacales!

Salimos de la península después de haber disfrutado al máximo de su soledad, sus paisajes, su fauna y su fuerte viento. Tocaba ir a descubrir uno de los lugares icónicos de Lüderitz, como era el pueblo fantasma de Kolmanskoop. Como no sabíamos si la visita guiada comenzaba a las 09h o a las 09.30h, llegamos antes de tiempo y nos esperamos en el teatro principal. Aprovechamos para ir a visitar por nosotros mismos algunas de las casas abandonadas, con parte de algunas habitaciones llenas de arena. Parece mentira que allí hubiera vida hace tan sólo 70 años, y en cambio, ahora estuviera prácticamente ocupado por la arena del desierto.

Casa de Kolmanskoop.

Empezaron a llegar otros coches y nos juntamos todos en el teatro. Nos tocó Ramón de guía, un chico muy simpático que realizaba la visita en inglés. Con él, visitamos algunos de los puntos más importantes del pueblo como es la panadería, la sala de bolos o la tienda de comestibles, mientras nos contaba anécdotas del pueblo fantasma. Como, por ejemplo, la de un alemán que se pintó la pared con un paisaje tropical para simular que no se encontraba en medio del desierto. Kolmanskoop fue un punto totalmente neurálgico y ahora ha pasado a ser un punto totalmente nostálgico para muchos habitantes de la zona de Lüderitz.

Una vez terminamos la visita guiada, tuvimos todo el tiempo para ir descubriendo rincones de este pueblo fantasma. Entramos en las casas como quien entra sin permiso, acercándonos a las diferentes habitaciones y observando cómo la arena cada vez había cogido más presencia llenando los espacios vacíos de las escaleras o algunos balcones. Era hora de activar la creatividad y tomar varias instantáneas de un sitio totalmente fotogénico. Seguimos avanzando tranquilamente por las diferentes casas, encontramos una bañera en medio de una habitación vacía y nos tomamos alguna foto divertida, y finalmente entramos en el hospital. Era impactante entrar dentro de aquellas paredes, con pasillos muy largos y puertas a ambos lados que antes acogían a los enfermos, y ahora, en cambio, estaban vacíos de personas y llenos de arena…

¡En la bañera de una casa particular llena de arena!

Nos fuimos sorprendidos de la historia de Kolmanskoop, así como también de su paisaje. No sabíamos si en unos 50 años todavía quedaría rastro de este pueblo, o finalmente acabaría enterrado bajo el desierto como si fuera un antiguo pueblo cubierto por un pantano. Pero, gracias a la labor de los guías como Ramon, este lugar, pese a estar abandonado, todavía se mantenía vivo y es una de las paradas obligatorias si visitas a Lüderitz.

La arena se apodera de las casas de Kolmanskoop.

Seguimos avanzando en dirección al desierto del Namib, en Sesriem, donde queríamos volver a revivir las dunas y los árboles petrificados de Deadvlei. De todas formas, hoy seguro que no llegábamos ya que el trayecto era largo, así que tocaba volver a acampar libremente. Antes volvimos a parar en el mirador de los caballos salvajes y, sí, habíamos tenido mucha suerte. Ante nosotros, teníamos una pequeña familia de cuatro caballos que después de beber agua se alejaron de nuevo hacia la grandiosidad del desierto. Realmente, eran caballos pero tal y como actuaban podíamos ver que no eran domesticados. Uno dió un pequeño salto, y los otros avanzaron en fila mientras nosotros aprovechábamos para disfrutar de los famosos caballos salvajes del Namib.

Finalmente, logramos ver los caballos salvajes del Namib.

Después de este día tan intenso, encontramos un pequeño lugar escondido de la carretera detrás de una gran roca donde dejar el coche, preparar la cena y poner la tienda de techo y dormir otra noche en Namibia de forma salvaje. En esta parte sur, nos sentimos totalmente aislados, sin cruzarnos con ningún coche y sin presencia de vida humana. Sólo nosotros y los animales que están a lo lejos, disfrutando del aquí y el ahora. Namibia es un lugar espectacular para realizar camping libre. ¡Buenas noches!

Lüderitz, pueblo de mar y de antiguos mineros.

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