Eswatini es uno de los siete países en el mundo que todavía mantiene un régimen de monarquía absoluta. De hecho, es una de las monarquías más antiguas de la historia y uno de los pocos países africanos que, una vez independizados de los colonizadores, mantuvieron el mismo sistema político que tenían antes. En Eswatini, casi el 90% de la población son suazis y, seguramente, esta homogeneización étnica y tribal ha ayudado a mantener vivo este sistema político que todavía está vigente.
La monarquía en Eswatini es distinta a la que podemos entender en España. Aquí, el rey es elegido, es decir, el reino no pasa de generación a generación. Cuando muere el rey actual, se forma un gobierno provisional y se reúne un consejo de sabios que elegirán entre todo el pueblo suazi al futuro rey. Para elegir, miran que sea una persona que tenga sangre 100% suazi; es decir, que sus antepasados sean originales de Eswatini. Aparte, valoran que también tenga ascendencia real. Con una cultura polígama y en la que el rey actual tiene más de 20 mujeres, es fácil encontrar en el país a alguien con sangre real. Por eso, en Eswatini se dice que el nuevo rey ya es vivo, porque se encuentra en el país pero nadie todavía sabe quién es.
Otro de los hechos distintos que tiene Eswatini con la monarquía española es el papel de la reina. La reina no es la mujer del rey; sino que la reina, que es una de las figuras más importantes de esta monarquía absoluta, es la madre del rey actual. Todas las decisiones pasan a través de la aprobación de la reina, siendo la persona más importante de todo el reino.
En cuanto a la religión, se dice, que a principios del siglo XX, un misionero curó a la reina Regent Labotsibeni de una ceguera parcial. Esto provocó que esta reina fuera una firme defensora de la expansión del cristianismo en el país, que se mezclaba con las distintas creencias locales. Por eso, hoy en día, cualquier religión es bienvenida en el país y, por tanto, encontramos diferentes creencias, ya sean con Dioses, antepasados o con el reino animal.
En lo cultural, dos de los festivales más importantes que tienen lugar en Eswatini son los que se conocen como Umhlanga e Incwala. El primero es un festival que suele tener lugar a finales de agosto, principios de septiembre. Cada año, en el último día de una ceremonia de seis días, alrededor de 20.000 chicas vírgenes bailan frente al rey y su madre. Allí, el rey escogerá qué chica le gusta más para que sea su futura mujer. La cultura suazi es polígama, y se dice que el rey tiene más de 25 mujeres, aunque el número exacto no se sabe por completo. El segundo festival, que tiene lugar a finales de diciembre, principios de enero, decenas de miles de guerreros suazis se reúnen para bailar la historia de la nación. Así que si visitas el país en alguna de estas dos épocas del año, puede ser muy interesante ver alguno de estos festivales que son muy contradictorios dentro de nuestra cultura (sobre todo el primero, donde se eligen mujeres vírgenes por el rey) , pero que por el pueblo suazi forman parte de su tradición.
La historia del país hasta su independencia
La historia de este país surge, como otros muchos estados de la zona, a partir del pueblo san, cazadores- recolectores que ya hacía más de 20.000 años ocupaban el actual Eswatini durante la Edad de Piedra. Unos siglos más tarde, se empezaron a formar los primeros asentamientos de pueblos que eran nómadas y que incorporaban rasgos culturales y lingüísticos en el país. Algunas de las tribus hablaban Sotho, otras Thonga u otras Nguni; y absorbieron a la comunidad de bosquimanos ya que empezaron a trabajar con la agricultura ya establecerse en el país.
Alrededor de 1750, entró el país la tribu Nkhosi-Diamini, que hablaban Nguni. Estos lucharon contra todos los demás grupos tribales y durante los siguientes 100 años, los echaron del país. Este poderoso grupo tribal son las raíces de lo que conocemos hoy en día como cultura suazi; y alrededor de 1820 empezaron a implementar un reinado de reyes con una estructura de poder muy centralizada. El reino suazi comprendía el actual Eswatini pero también buena parte de la provincia de Mpumalanga (Sudáfrica).
A los pocos años, hacia 1840, bóer y británicos empezaron a llegar alrededor de Eswatini. El reino suazi no buscó conflicto alguno con estos dos grupos. Es más, les ayudaban a echar a pequeños grupos tribales que quedaban en el país. De hecho, incluso, firmaron algunos tratados con los bóer para que éstos les ayudaran a controlar el reino y, en cambio, los suazis los protegían del reino Zulú, uno de los más violentos del sur de África. Esto, provocó, que Eswatini perdiera buena parte de su territorio en manos de los bóer, sobre todo la región de Mpumalanga. También ayudaron a los británicos a varias guerras como la de eMshadza, a cambio de protección de la independencia del reino de Eswatini.
En esa época, fue cuando el rey Sobhuza I tuvo un sueño. Soñó con que llegaban unos extraños que llevaban dos cosas: un libro y un disco. Sus ancestrales le comunicaron que aceptara el libro y rechazara el disco; es decir, que admitiera el cristianismo y rechazara el dinero. Por eso, el rey invitó a la misión cristiana de Wesleyans de Natal (Sudáfrica) para que vinieran al reino de Swazilandia. Desgraciadamente, este rey murió antes de la llegada de los misioneros, que entraron en el país en 1844. Estos convirtieron a algunos locales, pero también tuvieron ciertos conflictos con la población autóctona porque los veían poco atractivos, con el color de la piel como si fuera leche de vaca.
Hacia los años 1880, muchos colonizadores llegaron a la zona atraídos por la gran cantidad de oro que existía en la zona. Los bóer, veían la gran cantidad de riqueza en la zona del Transvaal, pidieron a los británicos que les dejaran construir una carretera que cruza Eswatini hacia el este para poder llegar al mar. A cambio, los británicos se aseguraban de que los bóer no se expandirían al norte del río Limpopo, dejando vía libre por la ocupación del actual Zimbabwe. Así pues, en 1894 el reinado de Eswatini pasó a manos de los bóer. La promesa de proteger el reinado de Eswatini que habían hecho años atrás los británicos quedó en nada, pese a las protestas de la reina Tibati Nkambule. Los bóer eligieron Manzini, que estaba situado cerca de los pueblos reales, como la capital del país.
Con el comienzo de la guerra entre los bóer y los ingleses del año 1899, la mayoría de bóer se fueron de Eswatini para ir a luchar en Sudáfrica contra los ingleses. El control del país por parte de estos colonos desapareció y, podemos decir, que si no hubiera existido esta guerra, seguramente hoy en día Eswatini sería una provincia más de Sudáfrica. Los británicos ganaron la guerra en 1902, y el reino de Swazilandia pasó a estar en sus manos. De todas formas, no tenían mucho interés en desarrollar este reino, y lo único que hicieron fue establecer las fronteras actuales del país y realizar el primer censo de habitantes. En ese momento, había 84.000 personas en el país. En 1905, Eswatini pasó a ser un protectorado en el que los asuntos internos eran gestionados por la monarquía suazi, formando así una sola unidad nacional. Los británicos escogieron Mbabane como la capital del país, porque estaba a más altitud y había menos riesgo de malaria.
El 1907 es una fecha muy importante para la historia del pueblo suazi. En ese año, los británicos decidieron dividir el país en tres partes: una tercera parte sería de los colonizadores blancos; otra tercera parte sería de la corona para usos comerciales, que quería decir que prácticamente sólo podían venderla a blancos; y la otra tercera parte para que fuera administrado por el rey de Eswatini. El pueblo suazi encontró esta partición como injusta, y durante los siguientes 50 años luchó por recuperar la totalidad de las tierras.
Durante el reinado del rey Sobhuza II que comenzó en 1921, éste reclamó a la corte británica la anulación de la repartición de tierras que consideraba totalmente injusta por su país. Perdió el juicio, y desde entonces, se empezó a generar en el país un sentimiento muy unido y poderoso del pueblo suazi contra los opresores británicos. Era el momento del crack de 1929, y durante la depresión de los años 30, muchos colonos británicos perdieron interés en ese país. En 1938, los bóer sudafricanos pidieron al Imperio británico incorporar a Eswatini en su país, ya que los ingleses tenían poco que hacer allí. Sin embargo, los suazis estaban totalmente en contra. Ya habían vivido bajo la administración de los bóer, y muchos locales que trabajaban en Sudáfrica sabían que si entraban bajo el poder de los bóer, el régimen del apartheid también se instalaría en el país.
Los británicos descartaron dar el país a los bóer, ya partir de la década de los 50 empezaron a desarrollar técnicas agrícolas para mejorar la productividad del país. Construyeron la primera carretera asfaltada entre Manzini y Mbabane; empezaron también a explotar la mina de Ngwenya, que llegó a dar 12.000.000 toneladas de hierro al imperio británico; y con la ayuda de los americanos, crearon una línea de tren que atravesaba el país y llegaba hasta Maputo.
Durante la década de 1960, con las declaraciones de independencia de diferentes colonias africanas, el rey Sobhuza II empezó a alentar a la población local para conseguir ellos también la independencia de Inglaterra. Los británicos, que querían instaurar un sistema democrático como el que tenían en Westminster, decidieron realizar las primeras elecciones en 1967, donde el partido del rey Sobhuza (Imbokodvo National Movement) ganó todos los escaños. Swazilandia se convirtió en un país independiente el 6 de septiembre de 1968, y el rey Sobhuza II decidió, en 1973, volver a establecer el mismo sistema político que había vigente antes de la llegada de los primeros colonos: la monarquía absoluta. Este rey dirigió el país durante cuarenta y siete años después de su independencia (y en todo su reinado, durante ¡82 años!).
Eswatini en la actualidad
En 2018, durante la celebración de los 50 años de la independencia, el rey Mswati III decidió cambiar el nombre de Swazilandia (que en inglés significa la tierra de los suazis), por Eswatini (que significa también la tierra de los suazis en lengua local). Ésta es una manera de borrar del todo el pasado colonial de este país, que al independizarse de los británicos volvieron al sistema de la monarquía absoluta.
Este sistema genera que, en la realidad, el rey tenga el control político del país y decida quién es el primer ministro del país. En Eswatini hay 73 escaños en el parlamento. El rey elige a 10 miembros; mientras que 59 escaños se eligen a través de unas votaciones llamadas «tinkhundla system», que permite a los jefes locales a vetar a candidatos e influenciar, en la práctica, en los resultados de las elecciones. Si la representación femenina no excede del 30%, entonces se escogen 4 escaños más adicionales con representantes femenino. En cambio, en el senado, el rey elige a 20 de los 30 miembros que forman parte de él. El resto, lo elige el parlamento. Por tanto, en el senado que es donde se hacen y se rigen las leyes, el rey controla más del 60%. De esta forma, se asegura un control absoluto del sistema político del país.
Hoy en día, Eswatini es uno de los siete países del mundo que todavía mantiene ese poder absoluto centralizado; pero la gente está cada vez más cansada de las grandes desigualdades y las extremas diferencias económicas que hay entre el pueblo suazi y los representantes políticos y reales del país. Desde junio de 2021, mucha gente del pueblo suazi (sobre todo jóvenes organizados a través de las redes sociales) ha salido la calle para decir lo suficiente a este sistema absolutista. La respuesta por parte del rey ha sido a base de balas, prohibiciones de manifestaciones y negación de cualquier conflicto interno. Nosotros, cuando viajamos por el país, encontramos a algunas personas que nos pidieron que explicáramos al mundo la situación de pobreza y la falta de derechos que están viviendo buena parte de la población suazi, donde alrededor del 60% vive bajo el umbral de la pobreza. Con la aparición de la pandemia de la Covid, las desigualdades se han exagerado aún más y las protestas parecen no tener freno hasta que realmente haya un cambio en una de las monarquías absolutas que todavía quedan en el mundo.
0 comentarios